La Opinión de Murcia

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Impresiones

La desnudez de Patricia Highsmith

Ilustración de Patricia Highsmith Pablo García

La nueva temporada editorial arranca con una novedad que ha eclipsado a otras propuestas interesantes. Llegó a las librerías el libro Diarios y cuadernos 1941-1995 (Anagrama, 2022), de Patricia Highsmith, con toda la expectación que merece una obra que se cuela en la vida de la enigmática escritora como de hurtadillas.

No hay nada más apetecible para los hambrientos de su obra y de su hermética existencia que presenciar el espectáculo mediático, inteligente y bien construido, de la publicación de unos diarios personales que estuvieron durante toda su vida escondidos entre su ropa de cama. ¡Qué sugerente!

La puesta en escena se ha hecho con cuidado. Primero, las previas habituales, los rumores sobre el contenido bien comunicados y el avance con rueda de prensa a través de la editorial que mejor la conoció, por la que apostó en lengua española y capaz de invertir en un libro de 1.256 páginas a un precio de 34,90 euros. Barato.

Que nadie espere que Pat Plangman, después Highsmith, fuera un ser normal. El personaje que se va descubriendo a lo largo de las 8.000 páginas escondidas está más cerca de ser despreciable, aunque genial. Mujeriega, misógina, egoísta, digamos que racista, sexual y temerosa de la debilidad.

Los amantes de su obra, Extraños en un tren, El talento del Sr. Ripley o Pequeños cuentos misóginos, descubrirán de forma detallada y en primera persona cómo se enfrentaba a la vida y a la escritura. Y a la distancia y a la realidad que la envolvía. Como en su estancia en Europa a lo largo de los años 50, cuando el continente mal salía de la Segunda Guerra Mundial. Ni un comentario. Ni una descripción. Ella y solo ella.

Y una idea poderosa. La encriptada escritora anunció poco antes de morir a su editora, Anna Von Planta, y a su albacea, Daniel Keel, que estos manuscritos existían. Silencio en vida, exhibición en la muerte.

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