La Opinión de Murcia

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Ondas

Que sepa a septiembre

Casi me atraganto sopando el pisto con huevo que tanto me recuerda mis veranos de joven en Siete Iglesias de Trabancos. Los ojos como platos se me pusieron cuando leí que una empresa murciana estaba cultivando una nueva especie que tiene la forma de calabacín, pero sabe a berenjena. Es como si a alguien se le ocurre producir pimientos amarillos y naranjas.

¿Qué será lo próximo? ¿Qué el tomate sepa a tomate?

Pues no, lo inmediato fue el descubrimiento de una medusa inmortal que quizá cuando te toque no sólo veas el cielo sino que te permita eludir cualquier visita a ese lugar porque los años no pasarán por ti. ¿Se imaginan?

Estás cobrando la pensión tan ricamente, cada vez más ricamente y más si suben el 10% de inflación al final del año, y regresas, de sopetón, a la teta de tu madre. Vuelta a empezar con la seguridad de que en esta segunda vida no alcanzarás la cotización necesaria.

Y quién sabe si tampoco podrás disfrutar de más veranos. Quizá sí de inviernos que sepan a verano. Seguro. Pero vacaciones estivales que no se conviertan en un horno será difícil evitarlo si no recalas en Islandia o más allá. No vale la isla del Ciervo, refugio de los buitres que anidan en torno al Mar Menor.

De momento septiembre sí parece guardar sus esencias. Las playas y, por supuesto, los pueblos se han vaciado, recuperando la naturaleza el mejor de sus protagonismos, alejados de la masificación y del fuego.

Los buenos propósitos están en el aire, como una bajada en las temperaturas que quizá debería encabezar nuestra lista.

Sobre nuestras cabezas, además, renacen los colores de la fiesta. Murcia, Cartagena y Lorca amortiguan el aterrizaje forzoso hacia el trabajo al que estamos castigados, por los tiempos de los tiempos, los humanos.

Ya saben, ganarás el pan, o lo que sea ahora el pan, con el sudor de tu frente.

Sean felices.

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