La Opinión de Murcia

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Santiago Delgado

De vuelta

Santiago Delgado

Pantanoclastia

Leo, con estupor, que los amigos de la vuelta al Paleolítico llevan ya nada menos que 108 pantanos o represas de ríos en España derribadas. Lo mejor para ellos es que los ríos discurran hasta el mar, libres y enteros. Si eso implica despoblación y emigración, les da igual. Lo principal es que la Naturaleza sea libre. Libre, según ellos. Porque la Naturaleza es esclava de una orografía y de un clima azaroso y contingente. Nada nos hace saber cuál distribución natural es la mejor. Si es que la hay.

Me informo de que aún quedan 85 pantanos por construir, en España, claro. Ahora, hay que sumarles los derribados por la Pantanoclastia. España no tiene déficit hídrico, globalmente considerada. Lo que sucede, todos lo saben, es que el agua está muy mal distribuida. Conectar todas o la mayoría de las cuencas redundaría no ya en solucionar riegos y potabilidad, sino en la muy necesaria independencia energética. El agua almacenada es energía guardada, sin necesidad de costosas soluciones Tesla o similares, de las que se nos oculta su coste medioambiental y de residuos. ¡Ay, el litio! ¡Qué haremos con él cuando se amontone no sé dónde, ni nadie!

Derribar presas de pantanos, o pantanitos, es crimen de lesa humanidad. Y se hace en nombre de una ideología de parte, impuesta al resto. No hay derecho. Es como imponer la Religión Única si gobiernan otros. Porque las ideologías de izquierda han degenerado en fes ideológicas, o religiones ideológicas, donde no se admite la entrada de la razón; pues todo el espacio está ocupado por los dogmas. Quien tiene dogmas no pacta, no consensúa. La fe ideológica, antaño ideología, no admite alternativa. Como la Inquisición en los siglos centrales del milenio pasado. El conservacionismo ecológico no admite posibilidad de cambiar sus veredictos. La Naturaleza ha de estar condenada, según los pantanoclastas, a la arbitrariedad paisajística formada en las eras geológicas, tan sujetas a casualidades de azar, tan naturales como las que el humano les procura. Ni más, ni menos.

El proceso de pantanoclastia es paralelo al furor de demoliciones de centrales térmicas y al parón, que hará irreversible la vuelta atrás, de las centrales nucleares. El apriorismo irracional de que la sociedad gasta por encima de sus posibilidades, no tiene una razón más última que un porque sí. China y Japón buscan su autarquía energética. Europa, y, sobre todo, España, andan empeñadas en importar energía. En España, agua y energía van de la mano, si el político se atreva quitarse la venda de la dogmática religión ecologista, lo verá enseguida. Pero el político, si es de izquierdas, está por el poder, no por otra cosa.

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