¿Qué me diría si le aseguro que, en solo tres días, usted es capaz de convertirse en un gran escritor? Imagine la cantidad de géneros en los que podría triunfar: novela histórica, ensayo, literatura erótica, relatos de terror, biografías, guionista de Netflix o autor de trilogías.

¿Qué sucede? ¿No se ve usted capaz? Pues le garantizo que en su interior habita un Cervantes contemporáneo. Para sacarlo a la luz solo tiene que prestar atención a los consejos que plasmó el columnista Ludwing Börne en uno de los mejores artículos de opinión de todos los tiempos y que se titula ‘El arte de convertirse en un escritor original en tres días’.

«No hay nada que aprender, más bien desaprender mucho; no hay que experimentar nada nuevo, basta con olvidar algunas cosas», recoge el magistral texto que el articulista judío alemán publicó en 1823, pero que parece escrito ayer por su lucidez y frescura.

Por tanto, lo primero para triunfar como literato no es disponer de gran talento creativo o erudición, sino desaprender o, lo que es lo mismo, liberarse de los prejuicios propios y ajenos, de la censura de la opinión pública (el paralizante ‘qué dirán’) y las convenciones sociales.

Para conquistar esa necesaria distancia entre nosotros y los demás, es decir, para poder sumergirnos en nuestra individualidad, debemos aprender a quedarnos solos («Los pensamientos altos y novedosos sólo se conquistan en soledad», asevera Börne), de manera que tengamos acceso a lo que Montaigne denominó «nuestra trastienda interior».

Cuando Stephen King tenía 7 años, su madre le animó a dejar de copiar historias de otros y lanzarse a escribir las suyas propias: «Recuerdo haber acogido la idea con la sensación abrumadora de que abría mil posibilidades, como si me hubieran dejado entrar en un edificio muy grande y con muchas puertas cerradas, dándome permiso para abrirlas todas», narra el autor de Maine en sus memorias.

La libertad absoluta da vértigo, pero nada nos hace sentir más vivos y pletóricos como la posibilidad de elección infinita (¿acaso no debería ser eso la vida?). Hemingway lo veía así: «Cuando paras (de escribir) estás como vacío, pero al mismo tiempo llenándote, como cuando has hecho el amor con alguien al que amas. Nada puede dañarte, nada puede ocurrirte, nada significa nada hasta el día siguiente, que lo vuelves a hacer».

Börne pensaba que todos podemos ser grandes escritores porque «con cada persona que nace se vuelve a crear el mundo». Es decir, estamos repletos de verdad e ideas únicas. Lo difícil es practicar el arte de escuchar esa voz interior que tantas veces intentamos acallar. Tratarnos con respeto en nuestra soledad, no medirnos por los estándares de los demás y ser capaces de darnos nuestras propias normas, puede ser un buen comienzo.