La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Miguel Hernandez Valverde

El blog del funcionario

Miguel H. Valverde

Una región aletargada

Seguramente muchos le echarán la culpa al sofocante y permanente calor en el que vivimos y a veces sufrimos en la mejor tierra del mundo, pero Murcia es una comunidad autónoma que parece vivir aletargada, a expensas de lo que otros decidan siempre por nosotros.

Habitamos en una región sin apenas iniciativa salvo honrosas excepciones, vamos a ser los últimos en sumarnos a la fiebre del AVE casi veinte años después de que lo hicieran ciudades muy parecidas a nosotros, tanto en número de habitantes como en extensión, jamás lideramos absolutamente nada, y solo nos utilizan desde Madrid como conejillos de indias o ratones de laboratorio para sus experimentos más surrealistas.

Nuestra única política económica es el llanto permanente, y la gestión se circunscribe a convertirnos en plañideras profesionales, más aún, por no liderar no lideramos ni la rendición de cuentas, y la Consejería de Transparencia, en vez de encender luces, lo único que ha hecho ha sido apagar las pocas velas que gente como Pepe Molina encendió.

El otro día, un diario regional abría su edición digital anunciando que ‘Los murcianos juegan y apuestan ya casi al mismo nivel que antes de la pandemia’. Solo faltaba por saber si la noticia plasmaba un brote verde o nos ponía frente a nuestra penosa realidad, la de ser la Región con mayor número de casas de juego por habitante de toda Europa occidental.

Pero esto es lo que tenemos, una región sumisa, aletargada, domesticada, anclada, jugadora, -hasta la campaña millonaria que hemos lanzado con Carlitos Alcaraz por medio país se llama ¿juegas?-, dependiente, adormecida, aborregada, conservadora, anclada, anonadada, incluso fracasada y hasta aburrida.

Tenemos tejido intelectual que nos permitimos el lujo de exportar, lugares que en otro país o en otra comunidad autónoma serían santo y seña turística y aquí los tenemos abandonados a su suerte, la colaboración y la coordinación entre la administración autonómica y local es partidista e interesada, no somos capaces ni tan siquiera de ponernos de acuerdo en lo básico, por no tener, no tenemos ni siquiera un proyecto de Región.

En el ayuntamiento de la capital resulta que tras más de veinte años de gobierno, ahora nos encontramos a una oposición exigiendo lo que fueron incapaces de hacer durante décadas con un descaro descomunal, incluso todavía la verdadera mano que mece la cuna en el interno del Consistorio sigue moviendo los hilos de bufones y barrigas agradecidas, hasta hay algunos funcionarios uniformados que siguen esperando que vuelvan las oscuras golondrinas, perdón, gaviotas.

Cartagena sigue siendo un copia y pega desde hace siete años, nada ha cambiado. Insultos, protagonismos desmesurados, biprovincialidad cuando llegan las elecciones, llegada del AVE, y quejarse del trato recibido al otro lado del Puerto de la Cadena. Si uno lee un periódico de hace un lustro y tapa la fecha podría pasar por uno actualizado.

Nuestra política económica lleva estancada desde cuando Valcárcel ni tan siquiera fue capaz de votar en contra del actual modelo de financiación autonómica, se abstuvo. No ha habido ningún consejero ni consejera que ante la crítica situación económica haya puesto sobre la mesa algo más que quejarse. 

Sólo estamos en los vagones de delante cuando se habla de los datos estadísticos a nivel de fracaso, abandono escolar y pobreza, hasta Cáritas, al que no se le puede acusar precisamente de ser el brazo religioso del Gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez, nos pone cada año con sus informes, desnudos frente a nuestro propio espejo y realidad.

Pero lo peor sigue siendo el Mar Menor, ese trozo de mar que perdió hace años las banderas azules y nos las pusieron de color negro, y tras decir el Gobierno regional por todos los sitios que estaba mejor que nunca, con aguas cristalinas que eran la envidia del mundo, se estampó con la cruda realidad, y que no es otra que estamos ante uno de los mayores desastres medioambientales de Europa en los últimos años.

Dicen las crónicas que el otro día cuarenta mil almas lo abrazaron, un dato un tanto exagerado, ya me gustaría a mí que hubiese sido cierto, ya que si eso se hubiera producido, la cadena humana hubiera tenido unos sesenta kilómetros de largo. Lo que sí es cierto, es que a Vox, que niega el cambio climático y que apuesta por seguir la agricultura intensiva en el Campo de Cartagena, lo votaron más de cuarenta mil personas, convirtiéndose en la vencedora de todos los municipios que baña el Mar Menor excepto en Los Alcázares, donde quedó a apenas cien votos de los socialistas.

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