La Opinión de Murcia

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Angel montiel

La Feliz Gobernación

Ángel Montiel

Cartagena, capital electoral

Ana Belén Castejón y Noelia Arroyo. URQUÍZAR

La mayoría electoral en las autonómicas no se gana sin Cartagena. Es una letanía que vengo escuchando desde que me dedico a este oficio, aunque en la práctica se haya registrado alguna excepción. El PP, que tiene encomendada la consecución de la mayoría para la supervivencia de su actual líder, es muy consciente de que Cartagena es clave. Por esto, a lo largo de la próxima temporada política vamos a escuchar mucho el nombre de la segunda ciudad de la Región. Ya tenemos indicios prematuros: fue el enclave más citado por el presidente en el debate sobre el Estado de la Región, y más tarde declaró que estudiaba la inclusión de la biprovincialidad en su programa electoral. Nada nuevo: también en su día Valcárcel se mostró partidario. Partidarios son todos, unos más que otros; solo falta, además de la retórica, voluntad política, hoja de ruta. Pero ese es otro cantar. De momento, de lo que se trata es de arrebatar esa perla a la exclusividad de José López, el hombre que provoca la excepcionalidad política de Cartagena.  

Si las elecciones se ganan en el eje Murcia-Cartagena-Lorca, el PP puede estar confiado en la primera y la última, pero la ciudad marítima es su dolor de cabeza. En Murcia, que el Ayuntamiento esté en manos socialistas no les perturba; saben que en el inmediato futuro el PSOE no podrá hacer otra carambola y que el ensayo descangallado de la izquierda no ha reestimulado a su electorado. En Lorca hay un magnífico alcalde socialista, que también se la juega al filo, pero a los efectos autonómicos los lorquinos hace décadas que vienen diferenciando las papeletas: muchos de los que con una votan PSOE, con la otra hacen que el PP arrase en las regionales. Por si acaso, López Miras se está montando un despacho en la Corredera. En cuanto a otras ciudades importantes, como Molina de Segura, la crisis socialista que se llevó por delante a la alcaldesa Esther Clavero tal vez pudiera hacer retornar la situación al punto de partida en que la hegemonía era popular. 

El problema lo tienen en Cartagena. Se trata de una plaza imprevisible, que viene dando siempre la sorpresa, en cualquier sentido. La alcaldesa popular, Noelia Arroyo, compite con una derecha dura: López y Vox, filtros por donde se escapa el voto que no se quiere convencional. Y a chorros. El PSOE no le preocupa. Tras el gravísimo error de destituir a Ana Belén Castejón y con ella a todo el grupo municipal, su ausencia durante más de tres años de la institución lo ha convertido en irrelevante y hasta hoy han sido incapaces de hacer visible a un candidato electoral. En teoría, la predeterminada sería la actual diputada Carmina Fernández, pero la tardanza en hacerla asomar parece indicar resistencias por parte de la protagonista. Se trata de una personalidad valiosa para un partido escaso de ellas, y debe ser consciente de que concursar a la alcaldía de Cartagena sería hacerse el harakiri. La fórmula de buscar a una ‘personalidad independiente’ ya fue ensayada en otra ocasión con resultados pobres. En cuanto a Podemos, sus perspectivas son tan previsibles como en cualquier otro municipio o en el conjunto de la Comunidad. No hay peligro por la izquierda.

Pero ahí está Ana Belén Castejón. Viene a competir con un nuevo partido, Cartagena Sí, que en teoría se hará con una parte de los votos socialistas. En teoría. Porque los primeros mensajes no son de nicho, sino que aspiran a la transversalidad y proclaman un cartagenerismo moderado (moderado en relación al de López) que podría limitar, por el centro, algún tramo del horizonte popular. Castejón y Arroyo han gobernado alternativamente el Ayuntamiento con exquisita complicidad, y hasta han armado una relación de sincera amistad, pero a partir de ahora vuelven a ser adversarias, y ya veremos lo que esto supone, pues ambas se juegan el todo por el todo.

Otro inconveniente para Arroyo que no se puede soslayar es que el presidente local, Quino Segado, no parece dispuesto a cederle las llaves del PP de Cartagena a pesar de su promoción a las alturas de la dirección regional del partido. Segado pretende mantener el mando en Cartagena porque, pese a la insignificancia del partido como organización en esa plaza, es el único suelo seguro de que dispone en caso de que en las elecciones del año próximo se desmorone el frágil castillo de naipes que Génova ha elevado para López Miras. De hecho, muchas direcciones locales han sido renovadas antes del congreso regional, y Cartagena se resiste a pedir turno, ya que si es reelegido Segado quedará expreso que no hay lugar para Arroyo en la organización, y que su futuro dependerá de su propio éxito electoral con el apoyo relativo de su partido, es decir, poco entusiasta, pues lo que el presidente local pretende es ocupar en el futuro el lugar de la actual alcaldesa.  

El pacto Arroyo-Castejón, impropio según el aparato socialista que expulsó a la segunda, ha dado estabilidad a la vida municipal, pero el largo paréntesis de la pandemia parece haber oscurecido las políticas estructurales. Y también parece haber relegado una prioridad política que de inicio tenían ambas: atender con iniciativas concretas los espacios de crecimiento de López, perfectamente señalados con chinchetas en el mapa electoral de las anteriores elecciones. Cierto cartagenerismo victimista se enmarca en realidades sociales poco favorecidas, que de no atenderse especialmente eternizan la posición de quienes las señalan. Aunque ambas políticas admiten haber hecho esfuerzos inversores y de interlocución por atender este flanco, lo cierto es que la anomalía López sigue siendo una realidad tan estable como, según algunos, creciente. 

Y así, uno de los motivos por los que, según fuentes del Gobierno, aún no está descartado que se deseche la reforma de la Ley Electoral para reponer las cinco circunscripciones y el 5% de raso para obtener representación parlamentaria sería la de cortar las alas a López, decidido también a presentar su candidatura al Parlamento autonómico.

La posibilidad del pacto de Gobierno PP-Vox en Cartagena tiene una variante, y es que muchos de los votos que en las elecciones autonómicas o generales se destinan a Vox, en las locales se refugian en López, y de ahí a que se transfieran también a éste en una candidatura autonómica puede haber un paso. No se sabe qué es peor para el PP regional, si que Vox siga creciendo en la comarca de Cartagena (su granero) o que López le reste fuerzas a éste a costa también de los populares. 

Por otro lado, la ayuda preferente del Gobierno regional a la alcaldesa cartagenera, que era uno de los supuestos con que Arroyo inició su mandato, se ha ido quedando en gestualidades, ya que es sabido que las arcas de la Comunidad autónoma están vacías. En realidad, la colaboradora perfecta de la alcaldesa es la presidenta de la Autoridad Portuaria, Yolanda Muñoz, con el paraguas de López Miras.

Algo más en cuanto a Castejón. Con ella se está produciendo, en ciertos ámbitos, un fenómeno que la periodista María Ramírez ha definido en su reciente libro (El Periódico, editorial Debate) como ‘reporterismo anecdótico’, consistente en que lo que escuchamos más habitualmente en la calle tiene más posibilidades de reflejarse en las urnas que lo que anuncian los sondeos electorales, que constituirían una burbuja para políticos y periodistas. Ella detectó ese efecto cuando siguió la campaña Trump/Hillary en EE UU: todo lo que escuchaba a su alrededor era a favor de Trump mientras las encuestas daban la victoria a Clinton. Pero el fenómeno sirve para todas las escalas: muchas de las adhesiones populares que recibe Castejón en Cartagena suelen ir seguidas de la frase: «Claro que te votaré, votaré al PSOE». Es decir, tres años después de haber sido expulsada de ese partido, hay abundantes ciudadanos que desconocen que ya no está en él. Reporterismo anecdótico, pero esclarecedor respecto a lo que se da por sabido.

Cartagena es clave para la mayoría popular, que es lo único que se deducirá en las próximas autonómicas. Pero la singularidad política de la capital parlamentaria la convertirá otra vez, ahora en la recta final hacia la primavera de 2023, en un tubo de ensayo con muy diversos ingredientes, del que puede resultar lo más inesperado.

Barreiro no ‘filtró’ los WhatsApp del pacto entre López Miras y Patricia Fernández

La exalcaldesa de Cartagena Pilar Barreiro no fue la fuente a través de la cual tuvimos acceso en exclusiva en LA OPINIÓN al documento en que constan los WhatsApp intercambiados entre el presidente del PP, Fernando López Miras, y la alcaldesa de Archena, Patricia Fernández, en los que se ratifica el ‘pacto del NH’ mediante el que ambos acordaron las ‘listas cremallera’ tanto para la dirección del partido como para la futura candidatura a las elecciones autonómicas. Ni Barreiro, ni alguien de su entorno personal o político, ni intermediario suyo directo o indirecto, ni envío anónimo de su encargo. Me veo obligado, para hacer honor a la verdad, a desmentir rotundamente la afirmación que en tal sentido se hacía en otro medio de comunicación el pasado domingo.


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