Mi vecino Juan Alfonso dice que los columnistas estamos flipados. Alarga el brazo. Le doy los alicates. «Flipados», repite. Le digo que no soy columnista. Menea la cabeza. «Soy periodista», digo, y me encojo de hombros. «No escribes tú columnas, ¿no? -sigue- No eres tú el de la martingala del duro y el borrego». Y como si yo pudiera diferenciar sin problema entre traperos y youtubers, digo: «Sí, soy». Se agacha. Retuerce el hierro oxidado que atrancaba el depósito. Yo digo lo que digo cuando se me baja la persiana: «Las cosas no son tan sencillas, Juan Alfonso, nunca lo son». Y me quedo en la gloria.

Estamos en Valladolises. A Juan Alfonso le salió ayer un trabajo. «Una chapucica, vecino», dijo. Un caso de guiri con depósito sucio. De camino ha dicho que para qué capullo querrá un guiri un depósito en un sitio sin cuestas. He contestado que también podría haberlo limpiado antes. Me ha apretado el hombro sin dejar de mirar a la carretera: «Eso no es asunto nuestro, vecino».

El depósito está en el patio. Un patio de revista, si me preguntan. Bici de plástico volcada, manguera verde, garrafas de Bronchales apretujadas en una esquina. «Depósito debajo la tierra», ha dicho Juan Alfonso. El guiri se ha largado. «Lo que me quiero referir, vecino, es que tú puedes tener muchas ideas, pero pa qué las quieres si nadie se entera, ¿no?». Ha levantado la tapa. El guantazo de peste no ha sido tan gordo. JA se ha reído. «Me estoy acordando…-ha empezado- Vecino, ¿a qué huelen las alcantarillas?». «A mierda», he respondido como el que despeja en el 95. Ha levantado el índice: «¡Meeek, fallo! A detergente y suavizante…Pues lo del periodismo y el columnismo es igual…Oye, ¿te vas a meter o qué?» y ha señalado el agujero. Y sí, me he metido. Ha sido como nacer, pero al revés.

Me ha lanzado una bayeta. El agua me llega por los tobillos. «¡Anda que si cierro, vecino…Sabes que te iban a encontrar!», grita. Le doy vueltas a lo del detergente y el suavizante y el periodismo y el columnismo y por un momento deseo que sí, que cierre y no abran hasta que huela a gusano obeso. Me agacho. Froto las paredes. Me llega una voz. «Mi vecino, -dice JA y sé que se golpea el pecho- columnista de éxito, Por un duro, un borrego…for one duro, for one euro…espectacular». Y remata: «Es-pec-ta-cu-lar».