La Opinión de Murcia

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Angel montiel

La Feliz Gobernación

Ángel Montiel

Estupor y temblores

Los poderes fácticos de la Región vienen pidiendo al presidente una remodelación profunda del Gobierno que, para ser creíble, debiera conllevar la eliminación de todos los tránsfugas. Pero esto es mucho pedir, pues los trans del Gobierno son a la vez diputados, y esa condición constituye la garantía de su perpetuación en el Gobierno hasta el final de la legislatura

Valle Miguélez, consejera de Empresa de la Comunidad Autónoma, que cuenta con una ristra de dimisiones en su equipo y a la que el presidente teme ante la futura remodelación de su Gobierno L.O.

Hoy domingo no va a dimitir nadie en la consejería de Empresa e Industria, porque están cerradas las oficinas. Pero el departamento de Valle Miguélez parece una reproducción de la novela de Agatha Christie Los diez negritos, sin que sepamos en este caso quién es el juez Wargrave. Los altos cargos de su consejería van cayendo como moscas, un día sí y otro también, y no cabe echarle la culpa al mayordomo. Cuando esto ocurre es legítimo preguntarse quién es el conductor que cree que los demás van en dirección contraria.

Valle Miguélez es la mujer más misteriosa del Gobierno regional. Y por eso es la más temida en San Esteban. López Miras no sabe a qué atenerse con ella. Recordemos que cuando el presidente, en la moción de censura PSOE-Cs, según algunos, estaba resignado a ‘tirar la toalla’ porque Isabel Franco, Francisco Álvarez y Alberto Castillo se mostraban dispuestos a transfugarse, pero les faltaba el voto decisivo de Miguélez con quien, salvo Castillo, los demás carecían de interlocución, ella apareció de repente, como adelantamos aquí, en plan solución salvadora:el voto de Cs que faltaba. López Miras se salvó por todos estos, pero decisivamente por ella, quien unos minutos antes había sido designada por la delegada en Murcia de Cs, Ana Martínez Vidal, responsable de armar el documento del pacto de Gobierno con el PSOE para desplazar al PP del Gobierno regional.

¿Quién convenció a Miguélez para unirse en la operación ‘salvar al soldado Miras’ a pesar de que ni se hablaba al menos con cuatro de sus necesarios compañeros de viaje en el grupo de Cs? Lo conté aquí al cumplirse un año de la moción de censura: recibió una llamada de José Manuel Villegas, mano derecha de Albert Rivera, y en su nombre, para desactivar el ‘giro Arrimadas’. Esto es así a la vista de que ni ella, Miguélez, ni sus instigadores, a pesar de que la versión alcanzanzó difusión nacional, lo dismintieron en su momento ni después.

Pero hay matices añadidos en los que entra el entonces todopoderoso secretario general del PP, Teodoro García Egea. Cuentan las crónicas subterráneas que éste se puso en contacto con un importante empresario murciano para el que había trabajado Valle Miguélez antes de que ésta se dedicase a la política al objeto de pedirle que la persuadiera para que ella también hiciera decaer su firma del pacto con el PSOE. Y que esta recomendación surtió efecto. Pero el empresario se podría haber cobrado el favor a los pocos meses con lo que refleja este titular del diario hermano Información de Alicante: «El PPde Torrevieja aprueba este mes en el pleno los rascacielos de Barkala en Doña Sinforosa con el informe en contra de Costas», un proyecto urbanístico que llevaba mucho tiempo paralizado por su falta de idoneidad mediambiental y que, de pronto, el ayuntamiento del PP de Torrevieja aprueba ante la sorpresa de todos. Nadie hace favores gratis, cabría concluir si esta versión fuera cierta.

Pero esta distribución territorial de los efectos sísmicos de la política encaja con otra teoría, bien extendida, acerca de que empresas murcianas son contratadas por la Diputación de Alicante, y empresas alicantinas lo son a su vez por el Gobierno de Murcia, una especie de intercambio que evitaría señalizaciones de proximidad. Yo allí y tú aquí. El triángulo Alicante-Murcia-Almería (los presidentes de ambas diputaciones vecinas acudieron a la toma de posesión de López Miras) al que suele aludir Federico Jiménez Losantos (nada sospechoso de cómplice de la izquierda) en lo que denomina ‘el clan murciano de los negocios’ parece compulsarse con el nombre de las empresas concesionarias de determinados servicios. Las marcas están ahí, pero será casualidad.

Valle Miguélez es de entre todos los trans del actual Gobierno regional quien no se ha propuesto pedirse una colocación después de las elecciones autonómicas de 2023. Su actitud es la de gozar a tope los dos últimos años de legislatura, de ahí que su programa de viajes al extranjero supere el de horas de despacho, y en consecuencia la crisis interna en su equipo resulte una constante. No hay informe alguno que resuma los efectos prácticos, en cuanto a inversiones en la Región, de su despliegue diplomático, y no puede haberlo porque todo es puro postureo. Pero hay algo claro:está decidida a llegar hasta el final, no va a aceptar por las buenas una destitución o un cese pactado al ‘ya te veré después’, sobre todo tras que haya quedado a la vista el valor de los compromisos escritos de López Miras con su compañera de partido Patricia Fernández.

En San Esteban sufren ante Miguélez, como en la novela de Amélie Nothomb, de estupor y temblores. Los poderes fácticos de la Región vienen pidiendo al presidente una remodelación profunda del Gobierno que, para ser creíble, debiera conllevar la eliminación de todos los tránsfugas. Pero esto es mucho pedir, pues los trans del Gobierno son a la vez diputados, y esa condición constituye la garantía de su perpetuación en el Gobierno hasta el final de la legislatura. La sugerencia de que ‘les dé algo’ para después es un mensaje envenenado, pues supondría que en la próxima legislatura, con mayoría absoluta o pactando con Vox, López Miras tendría que seguir pagando los favores de quienes abandonaron a Cs para ofrecerle el paraguas de la supervivencia después de haber prometido en campaña electoral que venían a impedir que el PP gobernara. ¿Quién puede fiarse de quién después de todo lo vivido?

Miras tenía un plan para afrontar las elecciones a partir de septiembre: congreso de unidad del partido y cambio sustancial del Gobierno. Pero lo primero ha sido un gran fiasco, y el segundo paso, el cambio de Gobierno, puede resultar el parto de un ratón

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Hay quien bracea de manera ostentosa, como la vicepresidenta,Isabel Franco, que prometió en campaña electoral que Cs no facilitaría un Gobierno del PP y que jamás negociaría con Vox, para el día siguiente a las elecciones hacer justo lo contrario, aunque todavía en un primer momento, ya investida de su cargo, calificó de ‘inmaduro’ a López Miras, algo que en esta fase crítica no se le ocurriría repetir. Sin embargo, su abducción por el PP, quién sabe a la espera de qué recompensa por haber sido la que chivateó a López Miras el pacto PSOE-Cs al poco después de haber firmado de su puño y letra la moción de censura contra él, es absoluta, hasta el punto se sobreactuar al difundir con toda desenvoltura en redes sociales su presencia en la presentación de un libro de Federico Trillo, el del Yak-42, a pesar de ser esposa de un militar.

López Miras no puede confiar en la lealtad a futuro de este personal, aun prometiéndoles el oro y el moro, porque un solo voto parlamentario disidente lo dejaría en minoría, y el PSOE podría promover una contrarreforma de la Ley del Presidente que limitara a dos legislaturas, como el PP había aprobado en la ‘era Garre’, las opciones electorales ya cumplidas del actual. El PSOE en tal caso podría hacerse con la mayoría en la Mesa de la Asamblea y hasta destituir al pregonero.

Además, en San Esteban no han dejado de lado la posibilidad de reformar la Ley Electoral para elevar del 3% al 5% el tope para obtener representación parlamentaria ni para reponer las cinco curcunscripciones. Las encuestas los siguen empujando a este retoque sustancial en las reglas de juego, que permitiría que en las pequeñas circunscripciones (Noroeste y Altiplano, por ejemplo) Vox no sumara y sus votos se desperdiciaran, y aunque de esto se beneficiara el PSOE, éste aparece lejos de la posibilidad de empatar aun con la ventaja de ser el segundo partido en las comarcas con pocos diputados. Otra cosa es que el PP sea capaz de sacar esta reforma sin el voto suicida de Vox. Pero la posibilidad sigue en estudio para septiembre. Y por si fuera necesario promover este cambio, la estabilidad parlamentaria es fundamental.

Todavía hay algo más grave. La Tesorería de la Comunidad autónoma no tiene un euro, y no es descartable la perspectiva de que el Gobierno central envíe a los ‘señores de negro’ en una fase, posterior al verano, en que se anuncian bíblicos llantos y crujir de dientes por la crisis económica que se avecina. En este contexto, las empresas concesionarias de la Comunidad vienen advirtiendo de que empiezan a trabajar a pérdidas a consecuencia de la inflación y los costes de la energía, de modo que algunas podrían renunciar a sus contratos y muchos servicios básicos quedarían sin atención. El Gobierno se propone dictar un decreto para cambiar las condiciones contractuales de estas concesionarias, asunto delicado, para lo que requiere el máximo consenso parlamentario, o al menos la mayoría artificial de la que disfruta. Si a causa del cambio de Gobierno, el PP pierde la mayoría absoluta que completa con diputados tránsfugas de Cs y expulsados de Vox (lo que he bautizado aquí como Gobierno Frankostin), la legislatura hasta las elecciones será un infierno.

López Miras tenía un plan para afrontar las elecciones a partir de septiembre: congreso de unidad del partido y cambio sustancial del Gobierno. Pero lo primero ha sido un gran fiasco, y lo ha dejado personal y políticamente en entredicho después de que hiciéramos públicos los incumplidos ‘compromisos personales’ por escrito con su competidora Patricia Fernández. El segundo paso, el cambio de Gobierno, puede resultar el parto de un ratón (la creación de una consejería de Medio Ambiente de figureo ante el problema del Mar Menor, sin presupuesto, como hasta ahora), o bien una remodelación en profundidad que acabe con la pesadilla ética y estética de los tránsfugas, lo que podría tener consecuencias graves para la estabilidad parlamentaria o bien escondería compromisos a futuro no declarados para compensar la lealtad de quienes solo se representan a sí mismos.

Hay, por otro lado, un asunto también inquietante, aunque parezca una cuestión formal. Desde el PP hablan del ‘proyecto López Miras’, pero nadie sabe en qué consiste. El congreso regional se resolvió en una serie de discursos rituales y de autosatisfacción y unas votaciones de compromisarios de las que ni siquiera se han dado las cifras de participación más que la del porcentaje búlgaro a favor. Pero la cuestión de las ideas, del marco político, estuvo ausente. El PP murciano hace muchos años que no se enfrenta a una reflexión sobre la Región, no ha propiciado debates libres ni, en consecuencia, existe la visualización de un proyecto, más que las jeremiadas ante el Gobierno central (solo cuando gobierna el PSOE), la queja y el victimismo, todo lo cual se resume en el discurso infantil (buenos y malos) del portavoz parlamentario, Quino Segado, el ejemplo más perfilado de la ‘generación nini’ que ha tomado el poder.

Arrancar una nueva dinámica es complicado si, a la vez de plantear la intención, vemos que no hay unidad interna, y al final hasta se desprecia esa posibilidad; si no hay capacidad para recomponer un Gobierno sin condicionantes personalistas;si no se percibe un proyecto político más que la adhesión al líder que arropa a su clan, y si la noticia de cada día es la dimisión de un alto cargo, generalmente sustituido por otro del que no se suele conocer su competencia. Hoy es domingo, así que respiremos tranquilos: no es día de dimisiones. 

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