La Opinión de Murcia

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Herminio Picazo

Verderías

Herminio Picazo

En el norte del sur

Nuestra tierra, primorosamente situada en un extremo de lo que se ha dado en llamar el arco mediterráneo, tiene la posición de privilegio de situarse en el sur del norte. El norte como el lugar rico de la tierra donde la economía permite vivir; el sur como el sitio placentero donde da gusto vivir. Murcianos, acaso valencianos y andaluces, combinando el bienestar que teóricamente caracteriza a nuestros compañeros norteños, con el saber vivir, el clima y hasta la alegría que se asocian a las localizaciones del sur.

La historia, la política y la geografía nos ha situado en un norteño espacio de macroeconomía favorable, en el que la microeconomía tampoco va mal –aunque con muchas áreas de exclusión-, y en donde la medioeconomía, si es que esa cosa existe, que lo dudo y por eso me lo invento, también permite un bienestar más o menos generalizado, al menos en comparación con el mismísimo sur de donde nos viene en cayucos la foto fija de tanta miseria y tanta injusticia.

Por su parte, nuestro ser sureño, y olé, nos da una posición ventajosa en cuanto a bienestar de las formas de vida, y olé, que se relacionan menos con la economía que con la capacidad de disfrutar de nuestro entorno ambiental y social, y olé, y olé.

De modo que somos el sur del norte, y la cosa bien está.

Pero tendremos que tener cuidado para mantener esta situación de privilegio. Las cosas no son inmutables, ni en macrogeografía, ni en macropolítica, ni en macro nada.

Por un lado, si nos cargamos al plazo que sea nuestros paisajes y nuestra identidad se va homogeneizando con la Europa realmente norteña, si nos cambian a fuerza de mercado nuestro uso mediterráneo de las ciudades para transformarnos en centroeuropeos metropolitanos que pasan la mitad de su tiempo en el coche para llegar a los centros comerciales donde pasan la otra mitad de su tiempo; si nos amontonamos en urbanizaciones calcadas de las de la periferia de Londres; si los centros urbanos se nos hacen económicos durante el día y tristes durante la noche; si todo esto ocurre estaremos perdiendo el ventajoso componente de ser gentes del sur a los que les ha tocado vivir en el norte.

Y por otra parte hay quien piensa que ya vamos siendo un poco más el norte del sur que el sur del norte. La razón la tenemos en el cambio climático. Hasta ahora nuestro sur resiste en forma ecológicamente muy digna el stress que la falta de lluvias o las características de nuestros suelos incorpora al ecosistema en el que nos ha tocado vivir. Pero el cambio climático puede estar moviendo el sur hacia arriba, incluso con movimientos hacia el norte de enfermedades o plagas que hasta ahora eran sólo tropicales.

Quizás nos estemos convirtiendo, entonces, en el norte del sur. Y aunque las inercias y las localizaciones geopolíticas tiran lo suyo, estos fenómenos de los que en una escala u otra somos nosotros los únicos responsable, pugnarán a largo plazo por pasarnos la correspondiente factura.

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