La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Joaquín Ángel de Domingo

Lo que es el amor

Hoy me siento más romántico que nunca. Será porque ya está llamando a la puerta ese mes tan insulso como sabroso que se denomina agosto. Inhábil para casi todo. Más vale no tener una urgencia de cualquier tipo, que España está bajo mínimos. Solo se piensa en coger un cacho (como diría un castellano) de arena para tomar el sol, abrir la nevera azul con una larga asa blanca, y sacar una cerveza acompañada con hueva de mújol, si es posible. Para todo lo demás, llamar a una madre, que es la única que siempre está de guardia. También es un buen mes para el amor o el desamor, en su caso. No pocas son las parejas que en septiembre presentan de mutuo acuerdo su separación o divorcio, tras un mes de convivencia, y eso que el calorcito del sol es afrodisiaco y te pone las pilas para un buen achuche. Otros/as, por el contrario, se enamoran más de su pareja, o simplemente se enamoran por primera vez en su vida. Incluso los hay que hasta se casan en septiembre, de tanto amor que han acumulado.

Y hablando del santo sacramento del matrimonio, hoy, precisamente hace 41 años que el príncipe Carlos de Inglaterra (el mismo que tendrá que hacer testamento a favor de su madre, la reina) y lady Diana contrajeron religiosas nupcias, en la catedral de San Pablo. Eso sí que fue un desamor ‘ab initio’. Tres eran al parecer, los integrantes de ese idilio. Una, que era una princesa de cuento (y así le fue), otra que tenía obnubilado, a pesar de ser mucho menos guapa que la princesa, al príncipe, que hasta quería ser su támpax. Y éste, el heredero perpetuo a la corona de Inglaterra, que a pese a la dulzura y belleza de su esposa, prefirió a la mujer con la que hoy está. El escándalo estaba servido. En una entrevista a la televisión británica Diana contó la realidad de su matrimonio trifásico. Puso a todas las pamelas de la Corona patas arriba. Pero como el amor dura lo mismo que las penas, Lady Di rehízo, más o menos, su vida con Dodi Al Fayed, hijo del magnate egipcio Mohamed Al Fayed, dueño de los almacenes Harrods, que se gastó mucha pasta en tratar de averiguar si hubo o no una conspiración entre la Casa Real y el servicio de inteligencia británico, en lo que después aconteció.

Como toda pareja que se ama, se marcharon a París. Antes, el novio había comprado en la joyería de Repossi de Montecarlo, un anillo de compromiso en forma de estrella con cinco diamantes. El anillo era de la colección Dis moi oui (’Dime que sí’). Mejor no se lo podía currar Dodi. Una cena, unas copas, incluido el chófer Henri, según el auto del magistrado Hervé Stéphan, y camino al hotel, el Mercedes se estrelló contra una columna del túnel Place del Alma, a las 0.23 horas del 31 de agosto de 1997. Así finalizó esta historia de amor, vísperas del anuncio público de su compromiso, al parecer, que iban a realizar en septiembre. Murieron tres personas (o cuatro, si Lady Di estaba embarazada) los novios y el conductor. Solo se salvó Trevor, el guardaespaldas, que iba en el asiento del copiloto. Desgracia enorme, pero menos problemas para la Corona.

La princesa dejaba a sus 36 años a dos hijos, Harry y William, de su matrimonio con Carlos de Gales. Pero según dicen algunas crónicas, su amor auténtico no fue ninguno de los dos. Charly, porque desde el primer momento, se dio cuenta Diana, que eran un trío. Y Dodi, porque según Derek Dean, periodista, fue solo un amor de verano. Su verdadero amor fue para un cardiólogo y cirujano pakistaní llamado Harnat Khan, al que le vino grande lo que acarreaba amar a Diana. Vaya usted a saber.

En fin, mucha tristeza por esas muertes, en el mismo día curiosamente que 186 años antes se había inaugurado en París el Arco del Triunfo.

Compartir el artículo

stats