La Opinión de Murcia

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Navegando por la historia de la Costa Cálida

Un museo personal

Alfonso ha reunido en su colección privada, NAKE, más de mil obras de pintores y escultores murcianos, entre los que se encuentran Salzillo, Orrente, Tejeo, Gaya, Flores, Molina Sánchez, Campillo, Wssel de Gimbarda y otros

Sala de la colección de Arte Nake. CELES

Una nueva jornada de navegación nos espera. Contemplamos el amanecer fondeados en La Ribera, frente a la centenaria casa de Barnuevo, sede de la asociación Círculo Vélico Mar Menor. El sonido inconfundible de los aviones CASA 101 nos hace mirar al cielo, es la Patrulla Águila del Ejército de Aire, con sede en la Academia General del Aire. Siete aviones hacen figuras acrobáticas soltando el humo para dejar en el aire sus trayectorias. Esta formación ha ganado muchos premios internacionales, son un orgullo para la Región y sobre todo para San Javier, que tiene plazas y calles llenas de aviones pintados por reconocidos artistas urbanos y grafiteros a los que seguiremos sus huellas en edificios y murales.

Colección de arte Nake

Antes de zarpar he quedado con un viejo amigo coleccionista de arte para ver su museo cerca de aquí, se llama Alfonso y su colección privada NAKE es una recopilación de pintura y escultura que comenzó muy joven: «A los 18 años compré un ‘kamarrupa’ (dibujo a lápiz) del maestro Vicente Ros, heredero de la escuela cartagenera de Wssel de Guimbarda. Cuando lo vi colgado en mi pared decidí formar esta colección de pintores y escultores murcianos. El sueño está cumplido con más de mil obras». Alfonso no quiere protagonismo y respetamos que no salga de frente en la foto, aunque me permite fotografiar sus obras, de hecho, dos de ellas las conocí en la exposición Pintores murcianos en El Prado, que se realizó el pasado año en el Palacio Almudí de Murcia: Abraham rechaza los dones del Rey de Sodoma, de Pedro de Orrente y Jumilla y La condesa de Aguiar, de Manuel Wssel de Guimbarda.

Alfonso es un empresario jubilado, que estudio Química, pero su pasión es la literatura, la pintura y la escultura; quizá influenciado por dos grandes maestros con los que convivió en su infancia, uno es María Teresa Cervantes Gutiérrez, poeta cartagenera con la que nunca ha perdido el contacto; él le explicaba matemáticas y ella literatura y poesía. Otro de sus grandes maestros fue Alfonso Emilio Pérez Sánchez, historiador del arte, catedrático en la universidad Complutense especializado en barroco. Considerado un gran dinamizador del Museo de El Prado durante los nueve años en que fue subdirector y los diez años siguientes director. Recientemente ha sido nombrado Hijo Predilecto de Cartagena a título póstumo. Con él mantuvo la amistad, y su consejo artístico hasta su muerte. Todos los aniversarios, Alfonso lleva un ramo de rosas a su tumba, en el cementerio de La Palma, Cartagena. Me recita el poema El otoño de las rosas, que figura escrito en su lápida; se lo dedicó su amigo, el poeta Francisco Brines, Premio Cervantes 2020: 

«Vives ya en la estación del tiempo rezagado: lo has llamado el otoño de las rosas. Aspíralas y enciéndete. Y escucha cuando el cielo se apague, el silencio del mundo».

Alfonso va a constituir una fundación con sus tres hijos para gestionar el museo y que pueda ser visitado, sobre todo por escolares, para que valoren el arte murciano. Admiramos tallas de Salzillo y lienzos de Pedro de Orrente, Rafael Tejeo, Ramón Gaya, Pedro Flores y un largo etcétera. Hay grandes salas dedicadas a Molina Sánchez y Antonio Campillo, entre otros. La planta baja del museo está dedicada a los pintores murcianos más actuales y vanguardistas, obras que ha comprado aconsejado por su hija, que ha estudiado Bellas Artes. Me cuenta que se ha ido cultivando en el mundo del arte durante su tiempo libre como empresario. Es un humanista, dice que su colección de obras es itinerante, porque no se niega a prestarlas para exposiciones temporales, pero siempre desde el anonimato.  

El ‘San Antón’ de vela latina

Regreso a la goleta y zarpamos rumbo a la isla Perdiguera. En la navegación nos acompaña el mítico barco de vela latina San Antón, de 1916, de casi diez metros de eslora. Fue el barco correo del Mar Menor durante las primeras décadas del siglo XX, en su historial cuenta con grandes travesías, como cuando iba a pescar a Larache, Marruecos. Antonio lo ha restaurado y ahora pertenece a la Asociación Círculo Vélico Mar Menor, que está fomentando el uso de la vela latina y programas de conservación medioambientales. Desde hace cuatro años, la vela latina está declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial.

Cuaderno de bitácora

Anoto que el Mar Menor es uno de los mejores lugares del mundo para la navegación a vela, porque hay brisa sin olas, y el deseo de los miembros de Círculo Vélico de que el Mar Menor se convierta en escuela de la navegación a vela; desde los niños con sus Optimist hasta los grandes veleros como el Hispania, que pertenecía al rey Alfonso XIII y lo vimos navegar hace unos años en la Regata de Clásicos Mar Menor. Hablando de Alfonso XIII, recordamos la historia del submarino alemán U35 que, durante la Primera Guerra Mundial, en la que España era neutral, se refugiaba en Isla Grosa para ametrallar a los barcos enemigos porque se había quedado sin torpedos. Con la excusa de traer una misiva al rey Alfonso XIII, entró en el puerto de Cartagena para avituallarse, lo que causó un problema diplomático.

Ponemos rumbo al balneario de La Encarnación en Los Alcázares para ver las fotos de la visita de Alfonso XIII a esta localidad. 

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