La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Enrique Arroyas

Dulce jueves

Enrique Arroyas

203 segundos de ternura

Hay un momento de la entrevista en el que Yolanda Díaz pierde la locuacidad que había estado exhibiendo hasta entonces y que, además, suele ser una característica suya. Ocurre cuando, casi al final, le preguntan si le ha incomodado la respuesta del Gobierno a la tragedia de la valla de Melilla. «Me ha dolido mucho —responde, con el corazón por delante, y en su estela una abstracta apelación a la justicia universal—. Con los derechos humanos no se juega». Los periodistas indagan, como si la alentaran con delicadeza a merecer el pésame. ¿Usted condena la actuación de la policía marroquí? «Yo lo que digo es que hay que respetar los derechos humanos. Y no solo lo digo yo, lo dicen los organismos internacionales». Y ya. Es decir, le duele que el Gobierno al que pertenece no haga algo que ella tampoco está dispuesta a hacer. Eso se parece mucho a la autocompasión, esa tendencia, marca de la casa de los populistas, a asumir el papel de víctima. La otra marca, la ira, la furia y la indignación, la tiene reservada para la siguiente pregunta, cuando los periodistas, compadecidos, cambian de tema y le muestran la diana del enemigo habitual: «Feijóo está representando lo mejor del PP, que es la destrucción del país. Eso es Feijóo...».

Mientras, el ministro del Interior, Grande-Marlaska, volvía a casa tras elogiar el ‘trabajo de contención’ de la Policía marroquí en la frontera, sin expresar la más mínima queja ante Rabat por la muerte de 23 inmigrantes, aplastados o apaleados, según numerosos testimonios que está recogiendo la prensa. Todavía no se sabe si los cadáveres han sido enterrados o identificados. El ministro eludió a los periodistas y se limitó a grabarse en vídeo, seguramente para evitar responder ante periodistas que sí saben formular las preguntas adecuadas: por qué los cuerpos permanecieron amontonados bajo el sol durante horas, por qué se golpeaba a los heridos mientras yacían en el suelo, por qué niega que policías marroquíes entraron en territorio español cuando hay imágenes que lo prueban, etc.

El tema va desapareciendo de los informativos. No parece que interese a nadie, ni siquiera a esa izquierda que Yolanda Díaz quiere resucitar. Cuando presentó su proyecto, prometió alegría, esperanza y, sobre todo, ternura. «En la cosa pública, no se puede hacer nada sin ternura. Enormes dosis de ternura». Es un cambio de registro, por algo se empieza. Pablo Iglesias decía que la clave del éxito de Podemos era ser ‘sexy’. No sé si el cambio de eslogan será suficiente para arreglar un mundo que se ha vuelto tan deprimente. Cuando lo escucho, inconscientemente me pongo a tararear aquella canción de Aute, a quien le bastaban «dos o tres segundos de ternura» para sentirse a salvo del mundo, lo más lejos posible de aquellos que lo ensucian, salvado del ruido, protegido de quienes empobrecen las palabras, en un lugar donde «no hace falta la Luna, ni tan siquiera la espuma, tan solo dos o tres…». 

Compartir el artículo

stats