La Opinión de Murcia

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J. L. Vidal Coy

El Prisma

J. L. Vidal Coy

La Sanidad en la Región de Murcia: pelufa de caña sanitaria

El anuncio ‘rimbombante’ del presidente del Gobierno del Estado español, Pedro Sánchez, de la conversión en fijos de 63.000 trabajadores precarios de Sanidad ha despertado comentarios de «eso ya lo sabía yo», «ya lo estamos haciendo» o de que invade competencias. No van demasiado erradas dichas réplicas, puesto que las competencias del sector están transferidas a las Comunidades Autónomas desde hace muchos años.

Ahora bien, si reparamos en algunos pormenores de lo ya expuesto, hay mucha tela que cortar y muchísima más sobre la que discutir. Efectivamente, todo lo relativo al rubro sanitario es competencia del Gobierno regional. Al frente de este Ejecutivo están, también desde hace quinquenios, los mismos: el Partido Popular.

Unamos a lo anterior el hecho constado y constatable de que cuando llegó la pandemia los servicios de Salud apenas habían empezado a recuperarse del austericidio decretado por un tal Eme Punto Rajoy para salvar una situación de quiebra técnica del Estado a la que nos había llevado las anteriores políticas urbanísticas y económicas compartidas por los dos partidos de la alternancia gubernamental tradicional.

Un austericidio que, por cierto, afectó a todos los sectores relacionados con el Estado del Bienestar y durante el cual el partido gobernante, el de Rajoy, Rato, Montoro, etc., tuvo a bien rescatar a los bancos y cajas de ahorro, principales beneficiarios y coadyuvantes a la galopante Gran Recesión de 2008 a 2015, al socaire de esas políticas neoliberales, especulativas y ladrilleras hasta el tuétano compartidas, alentadas o, cuanto menos, toleradas, ya digo, por sucesivos Gobiernos de PP y PSOE.

Así que ahora, que apenas se levanta cabeza de la Covid-19, tanto la Sanidad, como otros sectores públicos, están hechos polvo como aquel que dice, sumidos en una profunda sima de deterioro sin que, en el caso murciano al menos, la consejería de Salud y el Gobierno regional parezcan capaces siquiera de intentar reaccionar.

No hay más que ver, como experimenta quien usa el Servicio Murciano de Salud, lo que pasa en Atención Primaria y los hospitales públicos, faltos de personal fundamentalmente, por mucho que con una periodicidad que resulta insultante se publiciten los grandes avances y descubrimientos de determinadas unidades de élite sanitaria, capaces, según se comunica, de competir en primera línea médicoasistencial del mundo mundial.

Muy, pero que muy recientemente, el consejero de la cosa, Juan José Pedreño, ha tenido que lidiar con una revuelta de responsables de centros de Asistencia Primaria, es decir, de los directivos de los médicos de familia, especialidad del propio ‘ministro’ del Gobierno de López Miras. Casualidades. La falta de personal y medios, ahí y en hospitales públicos, es espeluznante. Así la sufren los contribuyentes murcianos. Y el responsable regional del asunto reacciona displicentemente al ‘rimbombante’ anuncio de Sánchez con que se trata de «un proceso que se inició con un requerimiento de Europa para rebajar la temporalidad», Pelufa de caña, vamos.

Habría que preguntarle, consecuentemente, qué resultados da a día de hoy ese proceso por él dirigido como máximo responsable de la Sanidad regional según las transferencias obtenidas del Estado en 2001, y cómo van mejorando la Atención Primaria y hospitalaria de los murcianos gracias al probablemente notable número de sanitarios que se han incorporado al SMS para paliar los terrible efectos de la pandemia.

Muy bonito queda también ese reclamo al Gobierno del Estado de que suprima el límite de la tasa de reposición de médicos jubilados, como el consejero pidió con sus colegas de Andalucía, Castilla y León y Madrid. Pero habría que saber si se cubren esas plazas que quedan libres cada año por el retiro de los facultativos más viejos. Lo dice el refrán: una cosa es predicar y otra dar trigo. Aunque en Murcia la gente prefiere comulgar con ruedas de molino. Lo dicen las encuestas.

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