La Opinión de Murcia

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Belén Unzurrunzaga

Salud y rock and roll

Belen Unzurrunzaga

Cien puñaladas

Podría escribir sobre cómo Madrid se ha convertido en un búnker durante esta semana y del despliegue de helicópteros y policía que me ha rodeado al vivir en el centro, con motivo de la cumbre de la OTAN. Podría escribir sobre el efecto WOW en el mundo, de las fotos y gestos para la historia en el Museo del Prado que nos han dejado Macron, Biden, Boris Johnson o Trudeau. Podría escribir sobre lo bien que a los españoles se nos da montar saraos, como decía Antonio Agredano esta semana en twitter. Podría escribir sobre el papel de la Monarquía y cómo Letizia se come en carisma a su marido al brillar estos días junto a las acompañantes de los líderes mundiales, seduciéndoles con planazos. Podría escribir sobre cómo hemos romantizado el ser protagonistas de una cumbre de líderes mundiales en la que se habla de guerras, alianzas y amenazas. Podría escribir sobre mi amistad con Lydia Cacho y de la presentación de su libro, que les recomiendo, Cartas de Amor y Rebeldía, donde cuenta su historia, recopilada a través de sus textos más íntimos a lo largo de su vida, y podría hablar de los tequilas de después.

Podría escribir sobre que esta semana en Madrid tocaban Los Planetas y C Tangana el mismo día, y por primera vez en mi vida les fui infiel a los de Granada y me entregué al show del madrileño, con una producción, elenco de músicos y despliegue visual difícil de superar, qué belleza. ¡Esto sí que es marca España!

Podría escribir sobre el debate del Estado de la Región de Murcia, mi segunda casa, pero por aquí sí que no paso. Podría escribir muchas cosas, pero no puedo. No puedo porque solo pienso en ella y en las cien puñaladas que han acabado con su vida.

Se llamaba Mari Nieves, tenía 53 años, era de Cádiz, y Manuel, con quien llevaba doce años la cosió a puñaladas hace unos días. Estaba inscrita en el registro general de protección de las víctimas de violencia doméstica, hace once años ya sufrió un episodio de agresiones, su asesino salió absuelto y dejó de estar protegida. Si se quedó junto a quien once años después acabaría con su vida, ¿lo haría por miedo? ¿por amor? ¿por pensar que podría cambiar? Ella se quedó como muchas mujeres se quedan. Ha pasado desapercibido en los medios, como decía José Luis Sastre en la cadena SER esta semana, hay noticias que merecen que nos paremos, y no las convirtamos en una noticia más, debemos reflexionar sobre ello, y repetirla varias veces: una mujer ha sido asesinada a manos de su pareja, con cien puñaladas. Murió desangrada y con varias fracturas en el cráneo; su asesino y pareja, después se quitó la vida con una sobredosis de pastillas.

El sistema está fallando, nos siguen matando y, mientras, el Partido Popular le ha abierto las puertas de las instituciones al monstruo que niega la violencia machista; dicen que la violencia no tiene género, censuran minutos de silencio en favor de las mujeres asesinadas a manos de sus parejas, y en Castilla y León arrastran al PP a proponer una Ley de violencia intrafamiliar y eliminar el género. Las mujeres sufrimos violencia por el hecho de ser mujeres y las víctimas son mujeres de cualquier estrato social, cultural o económico.

Otra chica de 19 años ha fallecido a manos de su ex pareja, diecisiete puñaladas recibió; su asesino no aceptaba que tras ocho meses ella hubiera rehecho su vida. Junto a Mari Nieves y al cuerpo de otra joven encontrado hace unos días en el río Guadalquivir, son 24 las mujeres asesinadas, víctimas de la violencia MACHISTA. Y es insoportable.

Podría escribirles sobre muchas cosas, pero nada es tan importante como la lucha contra la violencia machista, por nuestras hermanas, hijas, sobrinas y amigas. Por ellas. NI UNA MENOS.

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