La Opinión de Murcia

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A la vuelta

La biografía sin fin de Umbral

Anna Caballé es la gran especialista española en la teoría y la práctica de la biografía, como sus libros sobre Paulino Masip, Concepción Arenal, Víctor Catalá o Carmen Laforet demuestran. Este volumen no desdice en absoluto su capacidad para construir o reconstruir una vida. En 2004, publicó Umbral. El frío de una vida, que era la biografía de un escritor vivo, que colaboraba en la prensa y publicaba novelas o libros de falsas memorias. Aunque parezca que ello podría facilitar el trabajo, resulta no ser siempre así, porque el biografiado pone sus límites, busca ocultar aspectos de cuya publicidad no gusta o hace pasar por ciertos datos falseados. El biógrafo se convierte así en algo más que un investigador, pasa a ser una suerte de fiscal o de psicólogo que debe sortear vacíos o atravesar pantanos. Surgen de ese modo las que se tachan de biografías no autorizadas. Todo ello lo sufrió en su día Caballé quien, confiada en la amabilidad de Umbral, fue superando las barricadas del personaje hasta que tropezó con la fortaleza del secreto.

Es de sobra conocido que el vacío percibido en la obra literaria de Umbral era el de sus reales orígenes paternos que, sin embargo, aparecen una y otra vez, en distintas versiones, con diferentes simbolizaciones, a lo largo de la obra. ¿Hasta dónde podía llegar la exploración cuando, al foso construido por el personaje se añadía un aura de silencio cómplice o simplemente de desconocimiento? La biografía umbraliana de Caballé se convirtió en su momento en un libro imprescindible pero, curiosamente, parecía un libro más del escritor, en el que su existencia se desarrollaba ante los ojos de quien lo leía pero, por encima de cualquier exageración, más allá de toda cotidianidad que resultaba sorprendente, flotaba un vaho de misterio que la autora se resistía a aceptar. Buscaba orientarse entre la niebla.

En esta nueva edición, Caballé, además de revisar «algunas afirmaciones o juicios que muy pronto me parecieron demasiado tajantes o excesivos» y corregido algunos datos erróneos sin menor importancia, añade un Epílogo para aclarar al fin el secreto del padre. Éste vino a constituir una historia vieja como el mundo: el directivo de una mediana empresa, intelectual y escritor interesante, políticamente comprometido pese al ambiente asfixiante de una ciudad castellana y físicamente atractivo, que enamora y se enamora de su secretaria, quien queda embarazada. Nace un hijo que lleva como segundo nombre el Alejandro paterno. Lo particular e, incluso, literariamente atractivo de esta situación común se presenta cuando la ruina, la Guerra Civil y la represión separan al padre del hijo, que no vuelven probablemente a encontrarse.

Cuando el padre y la madre mueren, el mismo año, el escritor Umbral no existe aún. El joven periodista (que ha elegido como seudónimo una palabra que empieza con la inicial del apellido del padre) llega a Madrid; aquí descubre a un hermano de padre con el que jugó de pequeño (había pasado algunos meses con la familia paterna), pero no le dice nada. Se hacen amigos; es el poeta Leopoldo de Luis y, siempre en el secreto, se refiere a él en numerosas ocasiones, como en El día que llegué al Café Gijón. Leopoldo no se entera de quién es en verdad Umbral hasta muchísimos años después. Sin embargo, por respeto el uno del otro, nunca mantienen una conversación sobre el tema. 

La obra de Umbral queda iluminada con las páginas finales del libro de Caballé, porque, si siempre estuvo marcada por la ausencia del padre, ahora comprendemos que era un padre ausente, pero que se hizo extrañamente presente en la figura del hermano secreto. Una relación de amistad que escondía el ansia y el rechazo de la huella paterna. Leopoldo de Luis, en 1954, escribió un libro titulado El padre. ¿Cómo leería Umbral aquellos versos? «Si quisieras volver, padre, verías / todo en el aire inmóvil del recuerdo. / Los menudos asuntos cotidianos, / celulillas del breve mundo nuestro, / diario pan de amor y sacrificio, / alimentando al fiel y dulce perro / de la costumbre, que al llegar a casa/ nos lamerá las manos».

Todas las dificultades hacen del libro de Caballé una curiosa y apasionante lectura, pues en muchas de sus páginas demuestra cómo, más que la vida de Umbral, nos entrega la vida del propio libro. La biógrafa se enfrenta con la escritura de la biografía y vuelve, una y otra vez, a cargar la piedra para trepar por la ladera de la montaña pero, al final de la cuesta, no es que la piedra caiga, es que descubre que el capacho transportado iba casi vacío. Es la biografía de una biografía sin fin. Una aventura extraordinaria. 

Con esta edición, ya casi puede dar la autora por justificado el esfuerzo y descansar, al fin, en la cima que domina el panorama.

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