La Opinión de Murcia

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Santiago Delgado

De vuelta

Santiago Delgado

Frankenstein han muerto

Frankenstein ha muerto. Lo ha dicho Andalucía, tras haberse ya pronunciado Madrid y Galicia. El Gobierno contra natura de sanchismo, separatistas y chavistas ha muerto. Continúa con la respiración asistida del plazo electoral, pero la mayoría de españoles ya no está con este Gobierno, donde una minoría sociológica, en el ámbito del Estado, oprime y explota al fantoche inane que es el PSOE en manos de Sánchez, con el opio de continuar en Moncloa y con el Falcon. Una vergüenza para este país.

Sánchez no ha logrado vender que Vox es ultraderecha. A pesar de repetirlo y repetirlo venga a cuento o no. En Andalucía, doble de diputados a Vox que a la sopa de letras que garrapatea a Sánchez. A lo que tiene miedo el electorado es a la ultraizquierda y al separatismo depredador del Estado. Y ésa ha sido la gran lección andaluza: el electorado tiene el doble de miedo a la ultraizquierda que a Vox. De nada ha valido la máquina pedagógica del Estado machacando y machacando siempre con lo mismo. El pueblo español, que sí existe, tiene verdadera memoria histórica. Y sabe qué cosa fue el comunismo: checas y desapariciones, paseos al amanecer y sacas de las casas y las cárceles. Qué cosa fue el franquismo díganlo otros, que a todas horas lo están diciendo. Siempre he dicho que: 1) Amnesia o 2) Bimemoria Histórica. Memoria Única de parte, nunca más; ni la del 40, ni la de Zapatero/Sánchez. El estallido de paz y concordia del 78 no es superado por la secreción de pus rencorosa y vengativa de la izquierda perdedora de la Guerra Civil. Una izquierda que se avergüenza de haber ganado, gloriosamente, la paz del 78.

Pero, a lo que íbamos: el pueblo andaluz ha dicho sí a Vox, reconociéndole doble de legitimidad que a la ultraizquierda. Tomen nota todos. No hay ultraderecha y sí hay ultraizquierda. Más allá de las matemáticas electorales, que han dado mayoría absoluta al PP, ésa es la lección de las autonómicas andaluzas. A Vox sólo le falta limar radicalismos, que los tiene. Y lo hará en el ejercicio del poder, que siempre es un baño de realidad. Ya se demostró tal ley democrática: el acceso a la gestión pública hace olvidar o apartar ciertos aspectos aparentemente innegociables, a los partidos. A Felipe le pasó: de estar en las guerracivilistas platajuntas, a encenderle el pitillo a Suárez.

Por cada votante de ultraizquierda perdido, ha habido uno ganado por Vox, lo cual explica la doble cantidad de diputados para los de Abascal.

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