La Opinión de Murcia

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Tribuna libre

Drogas, miseria y socialismo

Cada vez se van conociendo mejor los espeluznantes detalles del futuro que nos espera. Los líderes mundialistas afirman en el Foro de Davos que nuestra civilización no puede sobrevivir (Soros). También dicen que hay una masa excesiva de personas inútiles de origen europeo que constituyen un peso muerto para el planeta (Yuval Harari). La esperanza de esta masonería mundial es que la inteligencia artificial haga superfluos a los seres humanos para lograr un sistema de producción controlado por determinadas firmas multinacionales.

No todo es tristeza en estos aquelarres del progresismo. Incluso ven con buenos ojos una escalada en la guerra de Ucrania con un desenlace nuclear. Si pasa lo peor y llega el diluvio los científicos construirán un Arca de Noé para las élites dejando que se ahoguen los demás. La gran pregunta de esta merienda global-progresista es qué hacer con tanta gente inútil pululando por la civilización occidental. Al final han encontrado una solución amigable-compatible con el aburrimiento, que es el principio que gobierna su modo de pensamiento político y su forma de vida ideal. La apuesta ganadora en Davos-22 ha sido una combinación de drogas y vídeojuegos. La última hora es que Pablo Casado asiste con permiso de Feijoó al Club Bilderberg, un foro todavía más especializado en soluciones finales para la ‘salud post-pandémica’, donde el combinado aborto-eutanasia perfecciona el modelo de bienestar que andan buscando.

En este contexto se entiende perfectamente la apuesta de la izquierda española por legalizar el ‘uso terapéutico del cannabis’, que es funcional para una revolución más devastadora, planificada por el frente popular que nos gobierna, en la que el PP terminará perfectamente integrado. Ya en 2018, Pablo Iglesias, entonces vicepresidente del Gobierno y ministro de la Agenda 2030, afirmaba que la legalización de esta droga traería una mejor sanidad, educación y servicios públicos. Para otros líderes izquierdistas (Errejón), el empleo terapéutico del cannabis es sólo un primer paso para extender el ‘uso recreativo’ de las drogas en beneficio de toda la sociedad. Vox vota en contra de esta iniciativa, hoy 27 de junio, en el Congreso de los Diputados.

¿Qué pasará cuando la voluntad política de los ciudadanos esté completamente anulada por las drogas y disipada la angustia por la falta de un trabajo digno? Entonces veremos culminado el proyecto estrella de los izquierdistas y sus ‘escorts’ liberales, todos mancomunados, chupando el porro de la Agenda 2030. Pero el resultado es que podemos terminar viviendo como esclavos en Europa, porque no sabemos defender la libertad como forma fundamental de la política. Nuestra libertad la consideramos un bien sagrado cuando la pensamos como un atributo de origen divino, por eso sólo con este planteamiento somos capaces de ver una ‘profanación’ cuando se anulan los derechos fundamentales. Y precisamente por carecer de esa armadura conceptual nos hemos tragado sin rechistar todos los atropellos perpetrados por el Gobierno rojo y la derechita cobarde durante el estado de alarma.

Ahora dicen que el principal problema de la Región de Murcia es el cuidado de la salud mental. Pero también tenemos los salarios más bajos, la pobreza más extrema, la educación menos eficaz, la regulación más abusiva, el desencuentro institucional peor encarado, el transfuguismo más ridículo, la autonomía menos financiada, la inseguridad callejera peor trufada de inmigración ilegal y la combinación deuda-déficit más insoportable para el presupuesto regional. También entre nosotros el experimento Covid-19 tuvo mucho de restricción económica innecesaria y control social autoritario en un modelo de sociedad donde se trata a los ciudadanos como enfermos. El cierre perimetral ha sido una forma de estabulación y la expropiación de los derechos un modo de subyugarnos, como Vox ha demostrado logrando la anulación de estas medidas ante el Tribunal Constitucional.

¿Qué futuro tiene la Región de Murcia en este mundo de drogas, paro, delincuencia, subvenciones y chiringuitos? La propuesta política de José Vélez es idéntica a la de López Miras. ¿Por qué? Por la misma razón que si Moreno Bonilla se hubiera presentado por el PSOE, nadie hubiera notado la diferencia. El Estatuto que diseñaron a medias para esta Región coincide con la Agenda 2030. No pueden negar que el único proyecto del PPSOE consiste en repartir un presupuesto al borde de la quiebra como droga social para satisfacer a todas las oligarquías, y que rule el cargo mientras pueda, a costa del empobrecimiento y salud mental de los murcianos.

En Vox no aceptamos la pobreza remediada con el subsidio, ni la prosperidad cancelada por el caudal ecológico, ni el Mar Menor convertido en la cloaca máxima por la incompetencia descarada de unos y de otros. Nuestras libertades fundamentales (vida, familia, propiedad, trabajo, empresa, educación) no pueden estar secuestradas por la torpeza de una administración autonómica sobredimensionada, ni por las sectas del clima o el género aupadas a los cargos de responsabilidad. La sociedad murciana no puede confiar en unos líderes regionales que, al dictado de sus jefes mundialistas, afirman que la democracia ha sido un experimento curioso e interesante, pero que tenemos que hacernos a la idea de que ha terminado. En esta hora difícil, mientras los patriotas de Vox seguimos luchando, los demás prefieren fumarse un porro a la salud de la Región de Murcia.

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