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¿Qué hacer con el cine Rex?

El Cine Rex es una de esas referencias que nutren la vida sentimental no solo de los que han nacido en la capital, sino también de muchas personas de toda la región que en algún momento de la juventud frecuentaron esta sala de proyecciones, cerrada desde hace un par de años. Es inevitable experimentar un cierto sentimiento de pérdida cuando desaparece un sitio en el que has pasado buenos momentos, pero las circunstancias cambian y el Cine Rex, como todas las salas cinematográficas, es un negocio que solo puede funcionar si mantiene el favor de sus clientes.

El cierre del Rex no debería ser un drama, sino una oportunidad para revitalizar ese espacio con nuevas iniciativas que alcancen la aprobación de la amplísima clientela potencial que existe en el centro de Murcia, una de las ciudades más pobladas de España. Por suerte hay empresarios dispuestos a jugarse su patrimonio para que el Cine Rex siga prestando un servicio público como lo ha venido haciendo desde que se abrió.

Porque los servicios públicos no son únicamente los que financian las administraciones, sino todos los negocios dedicados a satisfacer las necesidades de los ciudadanos. En ambos casos hay un coste evidente, que en el caso del Gobierno pagamos todos los contribuyentes, utilicemos ese servicio o no, mientras que si lo proporciona una empresa solo lo costean sus usuarios.

Si el ayuntamiento de Murcia se hace con el edificio, todos los habitantes de la ciudad pagarán de su bolsillo la reforma del local y su funcionamiento, aunque no vuelvan a poner un pie en el recinto. Si, por el contrario, se abre un espacio escénico y de ocio como parece ser la idea de la empresa interesada en adquirir el local, será el nuevo dueño el que corra con los gastos a cambio de explotar legítimamente el negocio una vez esté puesto nuevamente en marcha.

El ayuntamiento es el que tiene en su mano decidir la suerte del Cine Rex, porque la sujeción a la normativa urbanística de estos edificios singulares exige el permiso de la administración para cambiar o ampliar el uso que se hace de ellos. No debería haber mayor problema porque los empresarios interesados en la adquisición han manifestado su interés por destinar el edificio esencialmente a los fines para los que se construyó. Pero los políticos sienten una tendencia irrefrenable a adueñarse de las principales referencias de la sociedad civil, como lo es sin duda uno de los cines más importantes que ha habido en la región de Murcia.

Lo único que justificaría la adquisición del edificio por el Ayuntamiento sería que no hubiera ninguna oferta de compra de empresas privadas, lo que condenaría a ese lugar a desaparecer de manera ruinosa. Afortunadamente no es así, sino que son varias las empresas interesadas en abrir de nuevo el Cine Rex, convirtiéndolo en un lugar más moderno y con una mayor oferta de ocio para todos los murcianos.

La posibilidad de que el Cine Rex siga prestando servicio a las nuevas generaciones de espectadores y clientes depende de que el Ayuntamiento decida o no facilitar a los compradores los trámites necesarios para modificar los términos de su uso, porque es evidente que con una única sala de cine no es posible rentabilizar esta inversión. Pero los procedimientos para estas cuestiones que afectan a los planes urbanísticos son tan procelosos que cualquier ayuntamiento puede hacer desistir a un comprador simplemente hundiéndolo en un infierno burocrático.

El Cine Rex merece seguir vivo y sin costarnos un duro. Como ha ocurrido siempre.

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