La Opinión de Murcia

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Espacio abierto

Qué exigen los caballeros

Ilustración de Leonard Beard

En enero de este año el Colectivo +mujeres escribió el siguiente artículo para este mismo medio: https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2022/01/06/caballeros-exigentes-61302602.html

En él se denunciaba la publicidad de un burdel y se reflexionaba sobre el controvertido tema de la prostitución.

Hace unos días, un grupo de activistas ha vandalizado esa misma valla publicitaria por «promocionar la prostitución». En ella se puede leer «Cortijo VIP: para caballeros exigentes». El vandalismo ha consistido en escribir sobre esa valla un tajante y clarificador «explotadores». Las vándalas se han explicado en un breve comunicado señalando que no se puede seguir «tolerando la normalización sistémica de la violencia hacia las mujeres, con la complicidad de los Gobiernos en pleno siglo XXI que permite este trato vejatorio».

Pero preguntémonos también qué exigen los caballeros de ese Cortijo Vip y de tantos otros cortijos repartidos por todo el país:

Exigen sexo sometido, no consentido, aunque el intercambio de dinero simule consentimiento. El que paga manda y ellos son los que pagan un dinero que les permite ejercer el poder, que es de lo que se trata.

Exigen juventud, cuanto más jóvenes mejor, si son menores de edad la tarifa sube porque la juventud se paga.

Exigen variedad de razas y procedencias porque los caballeros se aburren de consumir siempre el mismo menú. Hay que ir variando para que la diversión no pare. Por suerte para ellos la inmensa mayoría de mujeres en situación de prostitución son inmigrantes de distintos orígenes: subsaharianas, sudamericanas, orientales, eslavas.

Exigen disponibilidad, por eso la institución prostitucional ofrece mujeres a cualquier hora del día o de la noche, a precios adaptados a todos los bolsillos masculinos.

Exigen resistencia a las imaginativas demandas de los caballeros que pueden ejercer sobre ellas formas de violencia sexual que solo se consiguen pagando.

Exigen limpieza: en los macroburdeles alemanes donde se ofrecen un combo de cerveza, salchicha y polvo a precio de oferta, las mujeres deben pasar por controles médicos antes de ser ofrecidas a los caballeros. ¿Importa la salud de ellas? No. Importa presentar a los clientes un material limpito.

Exigen emociones fuertes, exigen prácticas humillantes, exigen silencio porque son los amos. Los caballeros exigen, las mujeres sirven. Así funciona el machismo. Así refuerza la prostitución el sistema patriarcal.

La performance vandálica de la que habla esta noticia coincide con el registro en el Congreso de una proposición de ley para modificar el Código Penal y endurecer las penas por proxenetismo. Además, la norma incluye modificaciones para multar a los clientes de la prostitución según recoge el texto: «Las personas que recurren a las mujeres en situación de prostitución participan directamente del entramado que sostiene esta grave vulneración de los derechos humanos. Estas personas representan la condición de posibilidad para que se produzca la prostitución».

A nivel municipal, la concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Murcia, con Teresa Franco a la cabeza (la misma que está siendo hostigada por Vox hasta la extenuación), anunció el pasado mes de febrero que tenían ya un borrador para una ordenanza que regulará los anuncios de prostitución y la publicidad sexista, borrador que será aprobado próximamente.

Cuando en Francia se aprobó una ley parecida en 2013, un grupo de intelectuales, empresarios y políticos autodenominados 343 Salauds (343 Cerdos, el nombre lo pusieron ellos, nada que objetar) emitió un manifiesto titulado Touche pas à ma pute (No toques a mi puta, elocuente título) que no era más que un berrinche porque la ley obstaculizaba el libre acceso a su juguete favorito. En ese manifiesto ellos dicen que cualquiera debe ser libre de vender sus encantos (sic) porque ser putero no está reñido con ser un cursi. Agitan muy alto la bandera de la libertad a la que dicen amar junto a la literatura y la intimidad. Pero el respetable padre de familia que va a un puticlub a desahogarse no sabe si esa mujer a la que está sometiendo a abuso sexual está ahí porque quiere o porque es objeto de trata y ha sido esclavizada. Pero no le importa. Así es el patriarcado. Lo que piensen o sientan las mujeres es irrelevante. La libertad solo es importante si se trata de la libertad de ellos.

Visto lo visto, lo realmente vandálico es ir de putas y no hacer un grafiti sobre una valla sexista.

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