Opinión | de vuelta
La otra sequía: vaciar los pantanos
Sí, no es sólo la falta de lluvias, desde hace dos meses. Y la brutal evaporación desde entonces. Ahora resulta que las hidroeléctricas españolas aprovechan la coyuntura de la Excepción Ibérica para obtener más energía, y aumentar beneficios, vaciando pantanos. Qué bien. Y se les deja, mejor todavía. El agua embalsada actualmente es un 20% menos que la del año pasado. Luego de los desembalses oportunistas igual descendemos al 30% menos. Mejor aún. Y mientras tanto, cerrando nucleares y demoliendo térmicas. Y el viento parado por la masa anticiclónica estable sobre la península.
España ha dejado de producir energía, estúpida y sectariamente llamada sucia (carbón y nuclear) para pasarse a las llamadas limpias, en claro abuso del lenguaje. El resultado es embalses sin agua y déficit energético endémico. Pero hay que vivir con el dogma progresista de la Agenda20/30. Todo según el Evangelio Progre, no revelado, sino transmitido desde el Vaticano Globalista de los tres o cuatro ricos que pretenden gobernar el mundo desde sus inmensas fortunas, siempre creciendo.
El agua de los embalses es agua pública, no se debiera consentir que esté al libre albedrío de los Consejos de Administración de las hidroeléctricas, a donde van a parar los políticos cesantes, tanto de la izquierda como de la derecha. Perder agua de los pantanos es perder soberanía. Como es perderla comprar energía de procedencia prohibida en España, fracking en USA, carbón en Marruecos o nuclear en Francia. Aquí, prohibiéndolas, pero comprándolas a precio de oro fuera.
Así que eso pasa. A la sequía del cielo hay que sumar la sequía de las compuertas abiertas hacia las turbinas de las presas, para que las empresas, preñadas de políticos de puerta giratoria, concesionarias del uso comercial de dichas turbinas, aprovechen esta coyuntura para llenar, aún más, la buxaca.
Y el regadío y el uso doméstico, a la cola de prioridades. Lo primero es lo primero. Y esto con un Gobierno de extrema izquierda. Menos mal, que si no… Echar agua al mar es robar directamente de mi bolsillo. Y si se hace con objetivos especulativos, que no de satisfacer necesidades reales, es un robo al Estado.
Qué bonito, un paisaje de hipermolinos de filosas aspas, con un secreto de metales raros y contaminantes una vez acabado su ciclo, y unos pantanos con la llaga del vaciado en sus laderas, ocres y sin vegetación alguna.
Si tienen algún pantano cerca, acudan a verlo antes de que sólo sea una charca en el fondo. («Las eléctricas tiran del agua para generar electricidad tras el tope del gas, elindependiente.com).
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