La Opinión de Murcia

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Belén Unzurrunzaga

Salud y rock and roll

Belen Unzurrunzaga

¡Qué impotencia!

Urquízar

Menuda resaca deben tener algunos después de los fastos de esta semana en la Región de Murcia tras la celebración del Día de la Región y del 40 aniversario del Estatuto de Autonomía. El 9J ha ido acompañado de una entrega de medallas, con un toque a naftalina, muy pocas mujeres, casi escondidas para la foto oficial, y un discurso presidencial del que nada tengo que destacar. Cómo no podía ser de otra manera, Berlanga estuvo presente también en la gala de la mano de un obispo nombrado hijo predilecto que bajó a la categoría de capellán para pasar desapercibido y recibir la vacuna covid antes de tiempo. Lo de pedir disculpas a los ciudadanos parece que no ha estado en sus planes desde que se destapó la trama clerical, pero están en la mejor tierra del mundo, y premiamos a los mejores.

Por si fuera poco el despliegue de celebración por el Día de la Región, con gala de televisión autonómica incluida, trajes largos y de tó por tó, este año el Estatuto de Autonomía cumple 40 años, desde la elaboración del texto del 82. Parece que todo el mundo ha sufrido una terrible amnesia selectiva y han olvidado que en 2019 en la casa de todos los murcianos se aprobó por unanimidad la reforma del texto original, ya obsoleto, siendo el nuevo más moderno, social, participativo y transparente.

No me olvido de quienes estaban y formaron parte de aquel hito: Rosa Peñalver, querida y añorada presidenta de la Asamblea por aquel entonces; Víctor Manuel Martínez, Partido Popular; Miguel Sánchez, Ciudadanos; Joaquín López Pagán, Partido Socialista, y Óscar Urralburu, Podemos. Parece que ha pasado una vida de aquello, donde el diálogo y el consenso al margen de las ideologías políticas sirvieron para elaborar un texto que mejoraba la vida de la gente del siglo XXI.

Pero llegó Vox a las instituciones, quienes declararon abiertamente estar en contra de la reforma del texto, tachándolo de marxista, hubo una moción de censura fallida, en la que el Partido Popular junto a cuatro tránsfugas de Ciudadanos y al neofascismo se hicieron con la mayoría, el texto siguió el proceso para su aprobación pasando por las Cortes Generales y lo demás ustedes ya lo saben. Las enmiendas presentadas por Cs, Podemos y Más País fueron la excusa perfecta para el PP, que aprobó de manera urgente, junto a sus nuevos mejores amigos que la reforma volviera a la Asamblea, y a 1982, porque somos una tierra muy de retroceder, no de avanzar.

Y para retrocesos, sólo tienen que ver a sus señorías en la Asamblea Regional: el no va por delante, son incapaces de dejar la ideología en sus partidos, y trabajar para construir un futuro mejor, si la propuesta puede mejorar la vida de la gente.

Si algo ha demostrado la pandemia es que hay que cambiar el modelo de cuidados en las residencias de nuestros mayores y discapacitados. La señora Franco en 2020 declaró a un periódico digital: «Hay que cambiar el modelo. Lo tenemos que cambiar todo», hablaba la novata ( término que ella misma empleó para definir su aterrizaje en política ).

Como mínimo, tras lo ocurrido en las residencias de la Región, hay que hacer autocrítica, analizar lo ocurrido para que no vuelva a ocurrir, estar al lado de las familias que han perdido a sus seres queridos en las peores circunstancias jamás vividas en nuestra historia reciente. Pero no, la máxima responsable de la gestión de las residencias tira de soberbia, se ausenta de los debates importantes que atañen a sus competencias y después en tono chulesco pide la palabra para tirar de demagogia barata y hablar del precio de las sandías, y todavía recibe el aplauso de parte de la Cámara. ¡Qué impotencia!.

Me queda el consuelo de pensar que sus señorías tránsfugas están en el tiempo de descuento y que pronto les perderemos de vista por el bien común de una sociedad que merece más respeto y una gestión responsable que proteja y cuide de los nuestros, de los más vulnerables y sólo así quizás algún día llegaremos a ser la mejor tierra del mundo.

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