La Opinión de Murcia

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La cápsula del tiempo

¿Qué salvarías del patrimonio de la Región? Biblioteca del Gran Casino de Murcia

Biblioteca del Real Casino de Murcia

El próximo 12 de junio la institución social Casino de Murcia, lo de Real vendría después, cumple 175 años de existencia y no podemos dejar de alegrarnos porque continúe más viva y culturalmente activa que en ningún otro momento de su historia. A ello hay que sumar la reciente concesión de la Medalla de Oro de la Región de Murcia, otro motivo para expresar nuestra felicitación desde estas páginas.

El monumental edificio se nos muestra espléndido tras la restauración acometida hace más de una década, asombrando día tras día al visitante que se adentra en este espacio mágico, orgullo de los murcianos.

Como homenaje en este aniversario he querido que su presidente, don Juan Antonio Megías, nos diga cual es, de entre todas sus maravillosas salas, aquella que para el sería digna de entrar en esta Cápsula del Tiempo; no lo ha dudado mucho y reconozco coincidir en su elección: la Biblioteca.

Decía Jorge Luis Borges que siempre imaginó que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca, también me sumo a este pensamiento, y la Biblioteca del Real Casino de Murcia es ese pequeño Paraíso, un santuario del saber al que se entra en respetuoso silencio, en el que se aspira el singular aroma del papel y la madera, una suave luz cenital envuelve el espacio, donde el tiempo parece pasar más lentamente.

Desde siempre ha habido biblioteca en el Casino de Murcia, ignoramos como sería la anterior a 1901, fecha en la que está documentada la finalización de las obras, realizadas por el arquitecto Pedro Cerdán, la que hoy podemos ver. Se trata de un espacio funcional, diseñado dentro de la tipología de dos alturas: sala de lectura en la zona inferior y galería corrida que la circunda perimetralmente a media altura, con los armarios que contienen los volúmenes, a la que se asciende a través de una escalera de caracol de la murciana fundición de Francisco Peña. 

Entre los elementos decorativos, a la par que funcionales, que más llaman la atención destacan las bonitas escuadras que sostienen la galería, en forma de elegantes flamencos, realizados en hierro fundido, con un marcado estilo modernista propio del momento. Estas escuadras figurativas no solo cumplen una función práctica y estética; el flamenco, como ave migratoria que recorre continentes, simboliza el espíritu aventurero y el ansia de conocimiento del hombre de finales del siglo XIX, la época de los grandes descubrimientos científicos, geográficos y arqueológicos. 

El piso superior concentra el mayor peso decorativo, la galería con columnas y las estanterías, para los ejemplares bibliográficos, de tipo vitrina con armarios en la zona inferior, todo en madera tallada por artífices murcianos, los ebanistas Mariano Garrigós, Francisco Rosa y Mariano Ruiz Funes, que también realizan a juego las dos grandes mesas expositoras de la planta inferior, donde antiguamente se colocaban los Boletines Oficiales del Estado para su consulta. Una curiosidad es el complemento en trampantojo, pintura que engaña nuestra visión, imitando a la perfección paneles de madera a la subida de la escalera de caracol, obra del pintor decorador M. Ramón Marín.

Para el mobiliario, mesas de lectura, sillas con brazos en piel y lámparas, se recurre a la prestigiosa casa inglesa Waring & Gillow que nace de la fusión, a raíz de la Exposición Universal de París de 1900, de dos empresas dedicadas a la fabricación de muebles de gran calidad desde el siglo XVIII; estos habían sido los encargados de amueblar grandes edificios públicos en toda Europa, como el Hotel Ritz de Londres, y muchos de los lujosos transatlánticos de la época, incluso el mítico Queen Mary. 

Pero ¿qué es de una biblioteca si no hablamos de sus libros? El contenido de la nuestra es de lo más variopinto y, aunque hay algún ejemplar anterior a la fecha de la fundación del Casino, la mayoría corresponden a la segunda mitad del siglo XIX. 

Historia, filosofía, religión, política, derecho, estudios de lengua y literatura, ciencias empíricas, arte, etc., forman el grueso de este tesoro, no faltan los temas murcianos y un amplio repertorio de partituras musicales, las mismas con las que se amenizaban las veladas y bailes de entonces.

Desde los dieciséis volúmenes, edición de 1848, del Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, de Pascual Madoz, a los Apuntes relativos a la repoblación forestal de la Sierra de Espuña, de Ricardo Codorníu (1900); de Antiguas medallas y monumentos de España (1752), de Luis Joseph Velázquez a la Antorcha moral (1703) de Fray Juan de la Resurrección o a la revista ilustrada Alrededor del Mundo (1869-1915)… Tesoros que, junto a su propio envoltorio, hoy guardamos para siempre en nuestra Cápsula.

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