El actual presidente del Gobierno español Pedro Sánchez comienza a correr la misma suerte que José Luís Rodríguez Zapatero, y es que comienzan algunos a expandir la idea de que la culpa de todo lo que nos pasa en España, es por obra y gracia del líder socialista en la Moncloa.
Dice un alto dirigente socialista murciano que cada día en la Región se hacen veinte mil mítines en las barras de nuestros numerosos bares, peluquerías, comercios y plazas de abastos, y en todos ellos comienza a vislumbrarse como mínimo común la idea de que este país necesita un cambio de Gobierno urgentemente.
Y cuando eso ocurre, la mancha de aceite se expande rápidamente, y es entonces cuando ya da igual cualquier cosa que ocurra o pase. La suerte ya está echada.
Da igual que la oposición diga o proponga burradas, que vayan incluso en contra de la Comisión Europea, que el Consejo General del Poder Judicial siga echando un pulso, no al Ejecutivo, sino a la propia democracia, y lo que es peor, doblándoselo.
No importa que la extrema derecha actúe desde la mentira, manipule la verdad o promueva a través de las redes sociales la xenofobia y la confrontación, la homofobia y la revancha, y que el miedo se haya convertido en nuestro compañero de decisiones.
El Gobierno socialcomunista tiene la culpa de la subida de los combustibles, de la luz y hasta de la inflación.
No importa que durante estos años haya subido el SMI desde el año 2017, donde pasaba por poco los setecientos euros hasta lo mil, que se haya modificado la reforma laboral que sigue sorprendiendo a propios y extraños, que hayamos sobrepasado por primera vez en la historia los veinte millones de trabajadores, que se hayan aprobado leyes sociales tan importantes como la de eutanasia o la protección a la infancia, incluso que el problema de Cataluña se redujera a un porcentaje de películas o series traducidas al catalán en las plataformas digitales. Pero lo peor de todo es que tampoco importa que quien probablemente pueda influir o compartir el próximo Gobierno, estén dispuestos a cargarse por decreto todos estos logros sociales, políticos y económicos.
Pasó con Zapatero, y comienza a pasar con Pedro Sánchez, por lo que el Gobierno, principalmente el principal partido que lo sustenta, los socialistas, tiene quince días, hasta el próximo día 19 de junio, cuando se vota en Andalucía, para empezar a cambiar la dirección del viento.
No será fácil; al contrario, las fuerzas vivas y económicas de este país ha tomado una decisión, y cuando eso ocurre solo la rebelión de la sociedad, puede virar el destino. De lo contrario, si no regresa la ilusión y la esperanza, solo queda esperar a que suba la marea.
Si la resignación, la sumisión y sobre todo el miedo terminan por hacerse dueños definitivos de esos bares, comercios, peluquerías y plazas de abastos, y se convierten en ‘armas de destrucción masiva’, nada podrá detener el cambio, y los buenos datos de empleo, tanto en número como en calidad del mismo se convierten en simples piedras lanzadas con tirachinas sobre el acorazado Ibex 35.
El mensaje ya está enviado, el argumentario memorizado, y la respuesta aprendida, así que da igual la pregunta: la culpa la tiene Pedro Sánchez.
