La Opinión de Murcia

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El prisma

El turismo en la Región de Murcia: muerte a la gallina de los huevos de oro

Peces muertos en las playas de San Pedro, en el Mar Menor, durante la anoxia de 2019. EFE

El verano que ya está aquí puede ser el de la muerte de la gallina murciana de los huevos de oro: el turismo. Por lo menos en Murcia. Veraneantes y vecinos de Los Urrutias o Los Nietos quizá repliquen que no: que será el del asesinato de la ponedora. Otra gente relacionada con el sector, especialmente los trabajadores de la hostelería, han visto venir el deceso y huyen en masa hacia otros sectores para evitar ser ellos los fallecidos: puede que por inanición, puede que por agotamiento.

Lo único medio claro es que los meses que vienen van a presenciar situaciones inéditas. Ninguna de ellas será novedosa: se vienen arrastrando desde hace años, decenios más bien, pero harán crisis a partir de ya, cuando la canícula inmisericorde agoste matojos, matas, vegetación cualquiera, mentes y cuerpos. Lodos, ovas y peces muertos volverán a ser ‘nuestra’ imagen turística. No parece que la foto de Carlos Alcaraz ni los ¡1,50 millones! de la Consejería de Turismo para promocionar la Costa Cálida sean suficientes para paliar lo inevitable, que ha adquirido formas rayanas en el fiasco absoluto y cuyas consecuencias son los murcianos los primeros en sufrirlas. Esperemos que esta vez el ahora progresista Karabatic no haga acto de presencia.

Claman los hosteleros (no solo en Murcia) que no encuentran trabajadores cualificados para atender a los visitantes. Lo que no dicen los quejosos emprendedores es que en el sector turístico hay salarios de miseria. Y, si no, para ganar una cantidad medio presentable, hay que hacer jornadas esclavistas por las que se cotiza un tercio o la mitad, en el mejor de los casos, de las horas trabajadas.

Con esas perspectivas, repetidas desde tiempo que podríamos decir inmemorial por falta de inspecciones de trabajo eficaces, no es de extrañar que cualquier camarero que aspire a un sueldo decente y una jornada con sus cotizaciones legales se ‘fugue’ en cuanto pueda a otro sector con mejores condiciones. Obvian los apesadumbrados empleadores que el convenio regional lleva más de doce años sin renovar porque la parte empresarial dinamita perennemente las negociaciones, no se vayan a creer los currantes que pueden mejorar sus condiciones de vida. El resultado queda reseñado.

Item más. La descrita como ‘joya de la corona’ del turismo costacalideño, el Mar Menor, va cuesta abajo en su rodada desde que hay estudios de su estado ambiental y su futuro: desde 1980. Con lo cual, el ecocidio que está a punto de consumarse en la laguna salada contribuye, como es fácil de entender, a que el atractivo de sus 73 kilómetros de costa sea tan enorme e incomparable que será difícil encontrar alojamiento para las hordas de turistas que llegan a Corvera cada día.

Lo peor es hay que tomarse muy en serio el asunto. Porque no es solo que el ecocidio esté causando un daño veremos si reparable, sino que además el perjuicio patrimonial a propietarios e inquilinos de las poblaciones marmenorenses es notable. Ciudadanos de Los Urrutias o Los Nietos, especialmente, lamentan que o sus casas no valen nada ahora o es imposible alquilarlas porque el baño es insano. Ofrecer autobuses gratis que trasladen turistas y residentes a remojarse en el Mediterráneo suena a chiste malo o a humor negro. Muchos dirán: Yo, ¡A Mazarrón!

El cúmulo de problemas tendrá remedio afortunado en el Plan Turístico 2022-2032, presentado en enero por el presidente López Miras y acorde con la palabrería vacua típica de su Gobierno. Mucha Rambla del Albujón y poco acabar con los fertilizantes químicos y los purines de la agroindustria. Segurísimo: en las 212 páginas hay soluciones para todo que darán resultados. El primordial, impedir la muerte, o asesinato, de la gallina de los huevos de oro del turismo murciano: el Mar Menor.

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