La Opinión de Murcia

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Tribuna abierta

Sofía volverá

Los días 26 al 29 de mayo se proyectó en la Filmoteca Regional Francisco Rabal la película Sofía Volverá, del director Joaquín Lisón. Se trata de un docuficción que narra la migración forzosa por motivos climáticos de Sofía y su padre, como consecuencia de la degradación del Mar Menor, cuya mortandad de peces supone dejar sin trabajo a los pescadores. Es la primera familia murciana expulsada de su hogar por la influencia negativa humana (la semilla del mal) sobre este ecosistema único en el sur de Europa. Desgraciadamente, el contenido de la película no es aventurero o incluso inverosímil; y nada de lo que habla, a pesar de ser en parte ficción, se puede calificar de hiperbólico. De hecho, hay ya situaciones en las cuales varias familias se han visto obligadas a migrar por motivos climáticos (gentes de Tokelou, Niu, Isla de Cook, Kiribati).

Sofía Volverá no es una película moralizante, pero sí tiene por uno de los temas los conflictos morales del ser humano ante situaciones graves; que este es precisamente uno de los temas más tratados en algunas novelas (Crimen y castigo, de Dostoievski, y Lord Jim, de Conrad). Incluso sobre algún personaje del cortometraje se puede debatir si se redime o no; pero no quiero hacer spoiler, pues todavía a la película le queda por recorrer cines y kilómetros allende las fronteras murcianas, y convertirse, además, en un mecanismo apropiado para la educación medioambiental.

El Mar Menor sufre desde hace décadas por exceso de nutrientes de origen básicamente agrario. Los deberes para su recuperación, que será larga y compleja, evidentemente no se han hecho bien, y la mayoría de los grandes periódicos así lo han puesto de manifiesto (The Guardian, The New York Times, El País). Hemos de recordar que el ecosistema antedicho es rico en biodiversidad, que existía antes que nosotros, pero que lo hemos convertido o reducido a un mero lugar veraniego, y ciertas personas o empresas a un objeto que ha de explotarse a fin de obtener réditos económicos. Algunos de los actores y actrices del filme no son profesionales, sino gente que ha vivido en sus carnes el deterioro del Mar Menor, con las correspondientes consecuencias económicas y emocionales. Los vecinos y vecinas de Los Alcázares y también de otros municipios costeros y de interior, auspiciados por la Cátedra de Derechos Humanos y Derechos de la Naturaleza de la UMU y su directora, Teresa Vicente, han configurado un movimiento social-medioambiental sin precedentes en la Región de Murcia y, en general en España, en defensa del reconocimiento de la personalidad jurídica al Mar Menor, para protegerlo y defenderlo.

El Movimiento SOS Mar Menor consiguió casi 700.000 firmas para la ILP que ya se está tramitando como proyecto de ley en el Parlamento español y ha sido conocida en las Naciones Unidas de la mano de la profesora Vicente, el profesor Eduardo Salazar y el alcalde del municipio citado, Mario Pérez Cervera. Los derechos se conquistan, y el movimiento mencionado es un ejemplo de ello. La defensa de los bienes públicos y del interés público no es solamente cuestión de los políticos profesionales, sino de todos. Con ello quiero decir que no reduzcamos la política a los partidos políticos (más enfocados en la política orgánica −interés de su público− que en la Política −interés público de todos−), pues la ciudadanía también somos responsables. En el libro Un pueblo traicionado, el eminente hispanista Paul Preston habla de dos cuestiones entrelazadas: de un lado, las deficiencias de la clase política española desde 1874 hasta prácticamente hoy por hoy; de otro, la pasividad y la dejadez de la ciudadanía española en la defensa de los intereses de todos.

Tesis aplicables a la Región. De ahí que el movimiento ciudadano se puede calificar de rara avis. Tanto el movimiento SOS Mar Menor como la película muestran la necesidad de lograr una armonía entre el ser humano y la Naturaleza. Esto supondría un cambio transformador para nosotros y para las generaciones futuras, y así lo defienden los programas medioambientales de las Naciones Unidas. ¿Cómo se puede alcanzar ese vínculo que se rompió hace siglos? A través de dos elementos: el jurídico-legislativo (proyecto de ley citado) y, más importante si cabe, el elemento cultural. Necesitamos modificar nuestra relación con la Madre Tierra. Para ello, debemos cambiar nuestra mirada antropocéntrica hacia una mirada ecocéntrica. Situar a la Naturaleza en el centro para respetarla, no degradarla, como hacen las poblaciones indígenas. Sirva este artículo para agradecer al Movimiento SOS Mar Menor y a Teresa Vicente su implicación y su labor de integración a toda la ciudadanía e instituciones, por defender y ayudar al Mar Menor. Por ello propongo que por «haber sobresalido de modo extraordinario en su trabajo o actuaciones en relación con la Región de Murcia», se les conceda la Medalla de Oro de la Región de Murcia. Creo que sería de justicia otorgarla.

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