La Opinión de Murcia

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Angel montiel

La Feliz Gobernación

Ángel Montiel

En política cabe todo, menos el ridículo

La señora Tolón, alcaldesa de Toledo, tal vez pecó de falta de cortesía, pero dijo lo que pensaba, algo que no se le puede reprochar a nadie. La declaración de ‘persona non grata’ a cualquier individuo es un acto ridículo, pues en una sociedad democrática todo el mundo tiene derecho a expresar sus ideas, incluso las más inconvenientes para su casual auditorio. La posición de Gómez (Cs) indica que la cabra tira al monte

Ilustración de Leonard Beard

Hasta la propaganda más temeraria toma precauciones para no incurrir en el ridículo. El lema de la Cruzcampo era, hace décadas, «Probablemente, la mejor cerveza del mundo». A pesar de que a los andaluces se les suele tachar de exagerados en sus manifestaciones ditirámbicas, la inclusión del ‘probablemente’ rebajaba el evidente exceso y hasta contaminaba la muy discutible presunción de un cierto tono de humor que permitía perdonar la hipérbole. 

Sin embargo, nuestro Gobierno regional, cuando se encana, no tiene contención, y se deja arrastrar hasta el ridículo por causa de su propio ensimismamiento. Pasarse de rosca es peligrosísimo, y además, infructuoso, pues después ya nadie te cree incluso aunque, por error, digas una verdad. 

LO QUE NOS QUIEREN VENDER. Esta semana nos han vendido que la elección del consejero de Economía y Hacienda, Luis Alberto Marín, para integrar el equipo económico de Feijóo es, de un lado, un espaldarazo de la nueva dirección de Génova al liderazgo de López Miras, y de otro, la constatación de que el presidente nacional del PP se propone aplicar en España, cuando gobierne, dando por supuesto que lo hará, las políticas de López Miras en Murcia. Literal. Dado que en el conjunto de la política económica del Gobierno popular murciano no hay mucho que destacar, ellos mismos han interpretado que la cooptación de Marín se debe a que «es un experto en bajar impuestos». 

Por supuesto, han obviado que Marín ha entrado en el equipo económico de Feijóo, dirigido por el consejero de Hacienda de Andalucía, Juan Bravo, junto a otra media docena de colegas: el consejero de Hacienda de Galicia, Miguel Corgos; la consejera de Medio Ambiente de Madrid, Paloma Martín; el exdirector general del ministerio de Empleo Javier Thibault; el exconsejero de Hacienda de Baleares José Vicente Marí, o el senador Jorge Martínez Antolín. En ese contexto, queda claro que Marín es uno más, designado por cuota territorial entre las Comunidades gobernadas por el PP. Lo extraño habría sido que lo excluyeran. 

LO QUE SE ENTIENDE. Se entiende que después de que López Miras no consiguiera colocar en Sevilla, cuando el congreso que entronizó a Feijóo, a sus leales José Miguel Luengo, número dos en el partido, y Marcos Ortuño, número dos en el Gobierno, la migaja de que eleven a Marín a una mesa de técnicos de la casa sea presentada como un gran avance para la seguridad política del presidente murciano y el aprovechamiento de su experiencia, como si Feijóo no hubiera sido presidente de Galicia por mayoría absoluta y tuviera la suya propia. ¿A quién imitaría Feijóo, al presidente de Murcia o a sí mismo en su calidad de presidente de Galicia, si añadimos la evidencia de que el PP gana en Galicia, y en Murcia, con López Miras, pierde sistemáticamente, aunque gobierne con amaños, legales, por supuesto?

Se comprende también que después de que el PP de López Miras dispusiera nada menos que del apoyo y la tutela de un secretario general estatal, Teodoro García Egea, cualquier gesto de la nueva dirección nacional que le preste alguna representación es recibido como el santo advenimiento. El presidente murciano ha pasado de estar protegido por el primo de Zumosol a mendigar un lugar al sol con elegías a Feijóo que, por desgracia, debido a la limitación de vocabulario, son idénticas a las que emitía hace cuatro días en favor de Casado. ¿Casado? ¿Quién es Casado?

¿Y QUIÉN ES ÉL? Bien, ¿y quién es Luis Alberto Marín? Su perfil político es cero. Pasa por ser un técnico, eso sí, ligado por ideología al PP. Está en el Gobierno porque su antecesor, Javier Celdrán, hombre de la máxima confianza del expresidente Pedro Antonio Sánchez, decidió tomar una puerta giratoria hacia una de las empresas que había informado decisivamente en el contrato público de la televisión autonómica, bajo su jurisdicción, y antes había colocado en la empresa de juegos Orenes a David Conesa, imputado como PAS en el caso Púnica, y por tanto incómodo en el equipo de comunicación del Gobierno, donde el expresidente lo dejó en herencia. No es extraño, pues, que Marín, que era secretario general de Hacienda, tardara un mes en aceptar el cargo de consejero mientras deshojaba la margarita (lo quiero, no lo quiero), a sabiendas, cabe deducir, de que tendría que ser él quien aprobara el contrato con Secuoya, la empresa concesionaria del aparato de propaganda del PP con el dinero de todos los murcianos en la que se enclava el lobby económicopolítico del clan Martínez Pujalte. 

Puede que así se entienda que le haya dado algunas vueltas, según fuentes de su propia consejería, antes de firmar la concesión a Secuoya, pues su firma ha debido estamparse junto a la de Antonio Peñarrubia en función éste de director general de la empresa concesionaria y a su vez marido de la secretaria general de Presidencia con rango de consejera, Mar Moreno. Se entiende, digo, que Marín manifestara precauciones antes de firmar un contrato en el que aparece, junto a la suya, la de un familiar directo de una compañera en el Consejo de Gobierno, si bien ésta tiene la precaución de no sentarse en él, aunque pudiera. Pero al final firmó, porque si estás donde estás es para eso. Los escrúpulos son cosa de cobardes. 

LO RIDÍCULO DEL CASO. Lo ridículo delcaso es que el PP presenta la promoción de Marín por su competencia en ‘bajar impuestos’, en una Región en que todas las medidas que se han llevado a cabo en ese sentido (impuesto de sucesiones, por ejemplo) benefician a los ricos y no hay ciudadano corriente que percibamos en nuestro bolsillo ventaja fiscal alguna por vivir en esta Comunidad. La política económica de un Gobierno tiene infinitas derivadas; aquí se señala una, pero se obvia el resto, como el alcance de la deuda autonómica, que derrota el presupuesto regional por encima de las partidas de ingresos y gastos, o la falta de financiación de servicios públicos como los relativos a la atención primaria en Sanidad y otros. La Región de Murcia no destaca precisamente por tener los impuestos más bajos entre el resto de Comunidades, y sí por sus tasas de pobreza estructural, por los sueldos más bajos y por las pensiones ínfimas. ¿Es esta la política que Marín va a trasladar a Feijóo? 

Si llegado el caso, Feijoó gobernara España y aplicara la política económica de Marín, tendríamos el mismo panorama que sufrimos aquí: deficiencia extrema de los servicios públicos (la Sanidad a la cola de la cola), los recursos naturales (Mar Menor) infectados, y los reclamos turísticos suspendidos por inacción derivada de la complicidad con los agentes que financian al partido del Gobierno. (Matizo esta afirmación: es posible que los depredadores de nuestro sistema natural no financien directamente al PP, pero es perfectamente legítimo sospechar que lo hacen, a la vista de las políticas de éste).

EXPERTO EN BAJAR IMPUESTOS. Experto en bajar impuestos, dicen en el PP que es Marín, y éste se deja querer. Bajar impuestos está al alcance de cualquiera; lo difícil es gobernar y administrar los presupuestos. En el último año la deuda regional no se ha incrementado de manera notable, gracias a que el Gobierno central ha hecho una derrama extraordinaria de dinero por la cuestión covid y otras, y el regional ha destinado esos contingentes a pagar sus púas y a atender sus necesidades políticas prioritarias. Me temo que no hay un euro recibido del Gobierno central que haya ido a la causa finalista para la que fue otorgado. Así, el Gobierno de López Miras ha ido saliendo adelante: a la vez que criticaba a Moncloa se gastaba el dinero que recibía del Gobierno central en lo que más le interesaba. Pero lo más gracioso es que las direcciones generales del Gobierno regional, en su mayoría, no son capaces de invertir, a final de ejercicio, sus presupuestos. Incluso a pesar de los extras del Gobierno central. Vaya nivel de gestión económica. ¿Es este el modelo para Feijóo?  

Así se crea un mito. Con los pies de barro, claro. «Experto en bajar impuestos», dicen de Marín, y él acata el piropo. ¿Habrá definición más ridícula? Obsérvense los vectores de la situación económica de esta Región, y dígase si responden a un estándar que pueda considerarse ejemplar. 

Ya lo decía Tarradellas: «En política puede hacerse todo, menos el ridículo». Pero en Murcia esa advertencia ha pasado desapercibida.

PERSONA NON GRATA. Véase, aparte de la Comunidad, el Ayuntamiento de la capital. El último pleno municipal declaró ‘persona non grata’ a la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón. En una visita de ésta al consistorio murciano, en lo que debía considerarse un acto de celebración alrededor de la personalidad política de Alfonso X, compartida entre las Comunidades de Castilla-La Mancha y la de Murcia incluso a efectos del cuerpo del rey, cuyo corazón descansa en nuestra catedral, la toledana dijo que todo su esfuerzo político consistía en acabar con el trasvase Tajo-Segura. Gran escándalo. Como si María Dolores de Cospedal, cuando fue presidenta de Castilla-La Mancha, no hubiera avalado el cierre del trasvase en la reforma del Estatuto de su Comunidad. El PP murciano no solo no la declaró entonces ‘persona non grata’ sino que le permitió venir a Murcia a hacer campaña para su candidatura a la presidencia del partido y gracias a que delegó sus votos en favor de Casado, Teodoro García y López Miras alcanzaron el poder, éste por delegación del ciezano. 

La señora Tolón tal vez pecó de falta de cortesía, pero dijo lo que pensaba, algo que no se le puede reprochar a nadie. La declaración de ‘persona non grata’ a cualquier individuo es un acto ridículo, pues en una sociedad democrática todo el mundo tiene derecho a expresar sus ideas, incluso las más inconvenientes para su casual auditorio. El PP, Vox y Cs se pusieron de acuerdo para formalizar este aquelarre, y lo que más llama la atención es que el portavoz de Cs, Mario Gómez (actual socio del PSOE, antes del PP durante seis años), volviera a aliarse con los populares en esta cosa medieval y cutre, pero la cabra tira al monte. Gómez, que pertenece a un partido que en su día decía que venía a regenerar la vida pública, se manifiesta una vez más como enemigo declarado de la libertad de expresión, que es el derecho que ejerció en Murcia la alcaldesa de Toledo, como si él fuera a Toledo y dijera lo que piensa en relación al trasvase. Sí, este tipo de personajes son tóxicos, pero fundamentalmente ridículos.

Hemos vivido una semana en la que, bien por un exceso de propaganda extremada, fuera de toda lógica que se acompase a la realidad, bien por desconsideración al derecho fundamental de la libertad de expresión, cierta clase política se ha retratado haciendo el ridículo. Y una vez que esto ocurre es difícil recuperar la credibilidad. Probablemente, la peor clase política del mundo. Probablemente, por poner un toque de humor.

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