La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

La cápsula del tiempo

Barcos ‘fenicios’ de la Bahía de Mazarrón

Esculturas de barcos fenicios realizadas por Luis Marino. L.O.

Dice el artista multidisciplinar Luís Marino: «He pensado en este descubrimiento arqueológico para la ‘cápsula del tiempo’ por su importancia a nivel mundial y porque paradójicamente los barcos llevaban encapsulados desde el siglo VII a.C. de forma milagrosa, protegidos por una capa de arena y posidonia oceánica».

La relación de este artista plástico con la playa de la Isla del Puerto de Mazarrón, donde fueron encontrados los dos barcos, se remonta a su infancia, cuando su abuelo tenía una casa y desde donde veía a buceadores salir con algunas piezas arqueológicas, lo que le hacía imaginar «fascinantes mundos antiguos bajo el agua». Esa misma imaginación le ha hecho crear una obra escultórica que se ha convertido en todo un símbolo de la localidad costera, al dar la bienvenida desde la rotonda de acceso a la misma: la alegoría de los barcos fenicios.

Las naves de este yacimiento submarino, de las más antiguas conservadas a nivel mundial, fueron consideradas como fenicias en el momento de su descubrimiento, el barco Mazarrón I en 1988 y el Mazarrón II en 1994. Los estudios realizados hasta la fecha han dado como conclusión que se trata de embarcaciones datadas en la Edad del Hierro, siglo VII a.C., muy probablemente realizadas por talleres autóctonos tradicionales, por estar en consonancia con los sistemas de otras construcciones navales de la costa mediterránea ibérica, pero con evidentes influencias de las técnicas constructivas fenicias.

Son barcos de pequeño tamaño. El Mazarrón I tenía una eslora de aproximadamente 8,20 metros y una manga de 2,20 metros, con la proa descubierta, apropiados para la navegación costera, fluvial y lacustre, no para las largas travesías en mar abierto. Tenían propulsión mixta, vela y remo, siendo bastante ligeros en sus desplazamientos.  

Su reducido calado les permitía adentrarse fácilmente por entornos de poca profundidad, como es el lugar donde fueron encontradas, a escasos metros de la orilla, sin que podamos saber hasta el momento cual fue la causa real de su hundimiento, habiéndose barajado la posibilidad de un exceso de carga, lo que no parece posible, pues a pesar de su reducido tamaño, tenían una gran capacidad, se calcula que podían transportar hasta unas cuatro toneladas. 

El Mazarrón II, que todavía permanece sumergido a la espera de ser próximamente recuperado, se encuentra prácticamente completo, conteniendo en su interior 2.800 kilos de mineral en forma de tortas de óxido de plomo, extraído de las cercanas minas, que más tarde sería procesado para la obtención de la plata contenida en este mineral. En las cercanías del pecio se encuentra la Punta de los Gavilanes, con el establecimiento de una factoría minera fenicia a tal fin, de época similar al yacimiento sumergido.

La importancia y el conocimiento ancestral del tesoro minero que entraña la sierra de Mazarrón de este modo queda nuevamente atestiguado, gracias a las huellas de la presencia de los comerciantes fenicios que, según parece, se instalaron muy tempranamente en este enclave de la costa levantina.

Los restos preservados del maderamen del Mazarrón I, compuestos por la quilla completa, nueve tracas (una de aparadura) y cuatro cuadernas, hoy expuestos en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA) en Cartagena, estuvieron sometidos a un largo y complejo proceso de conservación entre 1995 y 2007, de cuyo estudio se descifraron técnicas navales híbridas para entender el complejo proceso de evolución de la construcción naval durante la Antigüedad en el marco geográfico del Mediterráneo occidental en época tan remota. Recientemente se ha señalado la intención de iniciar de forma inminente el proceso de extracción del Mazarrón II, delicada tarea que sin duda entraña riesgos, pero necesaria para su correcta conservación.

Hoy podemos disfrutar de estos vestigios de la vida de hace 2.700 años, en una zona de nuestra riquísima Región en yacimientos arqueológicos. Preservémoslos en nuestra cápsula para las generaciones venideras. 

Compartir el artículo

stats