La Opinión de Murcia

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J. L. Vidal Coy

El prisma

J. L. Vidal Coy

La polémica eurovisiva sobre Chanel: estúpidos sinsentidos

Resulta ridículo el asunto del léxico de la letra de la canción en un Estado como el español cuya población es una de las mayores consumidoras de prostitución (tercera y líder europeo) y pornografía (tercera) a nivel mundial

Chanel. EFE

Realmente, no llego a discernir si tanta argumentación cruzada sobre Chanel, su canción, su apariencia y su vestimenta tiene razón de ser o no. O si, simplemente, se corresponde con una más de las polémicas inanes y sin sentido que se suscitan en la red social del pajarito por la impunidad de muchos usuarios refugiados en el anonimato, desde el que asaetean arteramente cualquier cosa que se les cruce por delante, cual avezados cazadores.

Resulta preocupante, o eso me parece, que algo tan aparentemente intrascendente como el concurso de Eurovisión no solo entretenga a tantísima gente cuando se celebra sino que también tenga consecuencias dialécticas y polémicas tan dilatadas en el tiempo y en el espacio.

Cierto es que hay unos cuantos profesionales cuya ocupación primordial es diseccionar más o menos malévolamente cuanto ocurre en los prolegómenos, desarrollo y desenlace del afamado festival. Otro episodio del panem et circenses en el que muchos, muchas y muches diluyen frustraciones, intentando participar en esa ideal vida de oropel escandaloso que antes quedaba restringida al llamado papel cuché y ahora parece invadir cualquier resquicio de la vida ordinaria y extraordinaria de los televidentes anónimos.

La cuestión es que, por lo que es fácil de observar, se ha liado parda con varios aspectos del asunto. Empezando por el inmerecidísimo primer premio de consolación a la invadida Ucrania. Pero entiendo que lo que realmente nos debe ocupar es ‘lo’ de Chanel.

Para empezar, se observa que se rasgan vestiduras incontables y se lanzan anatemas maximalistas porque el 44,1% (o el 34,4%, según otro recuento) de las palabras de la canción representante de España son términos ingleses. Cosa que me parece absolutamente estúpida en unos países (no solo España sino también la práctica totalidad de los hispanohablantes) donde los que quieren quedar bien o aparentar que son políglotas (o polífonos, que diría el otro) usan indiscriminadamente, sin sentido y sin tino palabros en lo que habló Shakespeare para intentar ser más finos, más modernos, más actuales…

No se alcanza a entender que se critique la letra cantada por Chanel cuando cualquier advenedizo sin cultura y sin formación se atreve a introducir en su léxico español aberraciones semánticas como ‘coffee break’, ‘influencer’, ‘coworking’, ‘look’, ‘barber shop’, ‘outfit’, ‘motorhome’, ‘rider’, ‘start up’… y tantas otras más, todas ellas con su correspondiente y exacto término en la lengua de Cervantes. Muchos han pasado de ser analfabetos en un solo idioma a serlo, con honores, en dos. O ‘alfalfabetos’, que viene casi mejor.

El mismo título de la canción, personalmente, me recuerda siempre a un egregio embajador de Israel (Salomón Ben Ami, nacido en Tánger y con un español magnífico y de pureza académica inigualable), porque me suena a ‘Shlomo’, o sea Salomón, aunque la ecuanimidad no sea precisamente una cualidad propia de la mayoría de quienes han alimentado esas discusiones tan trascendentales. Y encima llega el comentarista italiano Cristiano Malgioglio y llama a ‘nuestra’ Chanel «Jennifer López de saldo».

No sabría decir si esto tiene algo que ver con que, al parecer, también hubo o hay bronca dialéctica por la ‘sexualizada’ letra de la canción. Lo cual resulta tan ridículo como el asunto del léxico en un Estado como el español cuya población es una de las mayores consumidoras de prostitución (tercera y líder europeo) y pornografía (tercera) a nivel mundial.

Aún más. Resulta absolutamente obsceno que, como reveló el modisto del traje (Palomo Spain, nada que ver con el de Linares) que lució nuestra estrella cancionera en Turín, el coste de la vestimenta fuera de unos 30.000 o 45.000 euros. ¡Bingo!: el más caro de todos. Es de esperar que sea subastado pronto, antes de devaluarse, a ver si se recauda ese dinero para ayudar a paliar la crisis migratoria ucraniana… o la subsahariana, que anda más necesitada. Vale.

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