La Opinión de Murcia

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Yayo Delgado

Achopijo

Yayo Delgado

Bien de ojo

Llevo un mes de primavera de esos en los que todo quiere salirme al revés. Hace un tiempo alguien me habría dicho que me han echado mal de ojo, que hay quien cree en esas cosas como en su equipo de fútbol, bendita magia para todo. La vida es lo que nosotros queramos, le dije el otro día a Daniel Vidal, compadre, hermano, amigo y un periodista descomunal, que había perdido a un mejor amigo de esos con los que sólo necesitas un cuarto de segundo para estar a su lado como siempre. La muerte está ahí, dijimos. No es malo verle la cara y saber que no hay mal de ojo que valga ni mes de primavera torcido, porque para el bien de ojo somos nosotros los que tenemos que coger la ola, y no la ola a nosotros.

Cómo mola hacer una metáfora surfera, tirando de tópico, que para eso esta columna es mi vida entera y en ella dirijo como me sale... del alma. De este mes me quedo con la confianza de Belén Unzu, con el Miami de mi hermano Peter, con la respuesta de amor de Alberto, Fran y Oscar, con el mes al otro lado de la moneda de Leo; y con otras decenas de personas con las que el día a día es con una sonrisa. Pero sobre todo me quedo con la emoción sideral, como cien noches de Reyes Magos de un niño de cinco años apelotonadas en un escudo triangular con siete coronas, por un partido que, da igual el resultado, nos ha tenido a miles sintiendo cada latido de nuestros corazones una semana entera, cada minuto. Qué bonito es el fútbol que se lleva dentro, y qué bien haber aprendido hace muchos años que sólo importa el ser. Tan por encima de cosas como perder.

Esta noche miles seguirán sintiendo esa emoción, pase lo que pase, y todos tendrán la oportunidad de quedarse con lo que hablamos Dani y yo, y con lo que siempre me decía mi abuela. La vida es lo que tú quieras. La he llorado mucho, pero sobre todo la sigo sintiendo. A través de aquella forma de acariciarme la mano, como si en todos esos momentos me estuviera transmitiendo la importancia que tiene ser consciente de que estamos aquí para aprender a estar aquí lo mejor posible, y que podemos acercarnos muchísimo a conseguirlo. No hace falta espejo, ni amuletos.

El bien de ojo es la fuerza interior de todas las cosas buenas, amigos. Ya pueden denunciarme a Mister Wonderful, que no voy a quejarme. Vale.

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