La Opinión de Murcia

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Bernar Freiría

Pasado de rosca

Bernar Freiría

Aficionados

El comisario jubilado José Manuel Villarejo Eduardo Parra - Europa Press

La cosa va de espías. No se había alejado todavía la ola impulsada por el batir de alas de Pegasus cuando el inefable Villarejo, de profesión sus grabaciones, vuelve a saltar a la actualidad. El asunto es serio, a pesar de que uno no puede evitar esbozar una sonrisa ante el nivel amateur que revelan estas obsesiones por meter las narices en asuntos ajenos. Empezando por el propio Villarejo y su delirante operación fallida de caza y captura de los Pujol a las puertas de un banco suizo. Pero es que tampoco el análisis político debería discurrir con vuelo rastrero de aficionado. Lo importante no es que los independentistas se hayan cobrado una cabeza en la directora del CNI y que la ministra Robles haya quedado capitidisminuida por haberse plegado a un cese, cuya única justificación sería entregar en bandeja de plata la cabeza solicitada por el independentismo. La crónica política seria no debería contentarse con reflejar únicamente esas chatas luchas de poder. Aquí hay cosas muy mollares, como por ejemplo lo de traer al líder polisario Brahim Gali para hospitalizarlo de tapadillo pensando que Marruecos no se iba a enterar en tiempos de Pegasus. Y que luego el presidente del Gobierno español, para paliar el cabreo marroquí, haya proclamado que con una autonomía en el seno del reino alauita tienen de sobra los saharauis. Cambiar la salud de Gali por la traición en toda regla al conjunto del pueblo saharaui es una jugada de aficionados. Sobre todo, teniendo en cuenta la derivada del mosqueo de Argelia —nuestro principal suministrador— en una situación de escasez de gas a nivel internacional.

No es menos propio de aficionado que todo un presidente del Gobierno tenga gigas y gigas de información susceptible de ser pirateada, como así le ha sucedido. Al parecer, ningún profesional le ha explicado a Sánchez, o este no ha hecho caso, que no puede tener información confidencial almacenada en un dispositivo con conexión a internet. Hay que tomar nota de cosas como que uno de los motivos por los que Hilary Clinton no alcanzó en su día la presidencia de los EE UU fue precisamente por la brecha de seguridad que creó al utilizar una cuenta de correo electrónico oficial para enviar mensajes particulares. O de que Angela Merkel dio un puñetazo en la mesa de Barak Obama cuando se enteró de que uno de los servicios de inteligencia del país norteamericano la estaba espiando. Claro que, para plantarse, tiene que haber un eficaz sistema de contraespionaje que te dice cuándo estás siendo espiado. Pero no para que vayas por ahí y lo casques, como ha hecho Sánchez. Si yo fuera una persona de las que cortan el bacalao a nivel internacional evitaría reunirme con el presidente español. Y si tuviera que hacerlo, procedería como los padres sensatos y le quitaría el móvil mientras estuviera hablando con él. Niño, con el móvil no se juega.

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