La Opinión de Murcia

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Miguel Hernandez Valverde

El blog del funcionario

Miguel H. Valverde

¿Mar Menor? No, gracias

Trabajadoras limpiando de fango y algas la orilla del Mar Menor. Iván J. Urquízar

Una revista norteamericana recomendaba a sus lectores no venir al Mar Menor, y mucha gente ha puesto el grito en el cielo ante la posibilidad de que noticias que día a día salen en prensa sobre la situación del Mar Menor, terminen de enterrar el futuro de los ciudadanos y turistas que poco a poco van desapareciendo en los Ayuntamientos ribereños de la gran laguna salada.

Pero si la información que diversos medios de comunicación sobre la situación real del Mar Menor está haciendo mucho daño, demasiado, al presente y futuro de todo lo que rodea nuestra ex joya de la corona, mucho peor son los diferentes mensajes que nuestros representantes políticos y científicos siguen enviando al conjunto de la sociedad.

Es ya normal levantarte cada mañana con el consejero competente en la materia, criticando la, según él, inacción del Ministerio, e incluso ya forma parte de nuestro desayuno diario la amenaza del propio presidente regional sobre la inminente aparición, de nuevo, de miles de peces y crustáceos en nuestras orillas sin vida.

Apenas unos empiezan por la mañana temprano a echarse los nitratos en la cara de la rambla del Albujón, que antes de que llegue el mediodía, la respuesta que llega desde Madrid es automática. Si uno abre un periódico hace dos años, y lo compara con el de hace una semana, podrá verificar que son exactamente los mismos perros pero con diferentes collares.

Pero si la descoordinación entre políticos nos recuerda el Día de la Marmota, quien también debería empezar a hacer algo de autocrítica es la comunidad científica, incapaz, por diferentes motivos, incluidos los intereses partidistas y económicos, no ya de ‘iluminar’ a la clase política, sino de tener una hoja de ruta consensuada para su recuperación.

Y si la prensa recomienda ni tan siquiera nadar en el Mar Menor, muchos de nuestros dirigentes siguen anunciando la entrada de mierda y nitratos por segundo, y con la comunidad científica tirándose de los pelos y anunciando un nuevo colapso, dígame usted: ¿alquilaría o compraría un apartamento o una casa en el Mar Menor?

El otro día, el que fuera en su día todopoderoso presidente regional entonaba el mea culpa, por la situación de la semimuerta laguna salada, eso sí, en su autocrítica, decidía socializar la culpabilidad, incluso culpabilizaba a los Ayuntamientos ribereños, mayoritariamente socialistas dijo, y salvo que la memoria me falle, en las últimas décadas, en Cartagena, San Javier y San Pedro, tres de los cuatro municipios ribereños, el bastón de mando ha estado en manos populares.

En San Javier el Gobierno popular data de 1983; solo en el periodo 2007–2011 estuvo al frente una alcaldesa socialista. En San Pedro del Pinatar, exactamente lo mismo. En Cartagena, la eterna Pilar Barreiro estuvo veinte años, desde 1995 del siglo pasado hasta 2015; en la actualidad, es también la popular Noelia Arroyo, quien ostenta el bastón de mando. Solo Los Alcázares, que tiene Ayuntamiento desde 1983, ha tenido una mayor tradición de alcaldes socialistas.

‘Se nos está yendo de las manos’, vino a decir Ramón Luís Valcárcel, mientras una vez más, repartía etiquetas de culpabilidad. Pero se equivocaba el expresidente en una cosa: el Mar Menor no se nos está yendo de las manos, hace tiempo, en concreto 35 años, desde el año 1987 cuando él mismo, con el apoyo incondicional del ministro Trillo, el mismo de los michirones y del Yak 42, llevaba la Ley de Protección y Armonización de Usos del Mar Menor ante los tribunales, una ley impulsada por el Gobierno de Carlos Collado, y que tras varios años de litigios, el nuevo siglo, 2001, empezaba ¡por fin!, derogándola ante la sonrisa burlona del propio Ramón Luis.

Hoy, más de veinte años después, seguimos esperando que los peces vuelvan a llamar a la puerta de nuestras conciencias, entregándose exhaustos y moribundos a la muerte, así que todos los que han acabado con el Mar Menor, por favor, absténganse de resucitarlo.

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