La Opinión de Murcia

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Elena Pajares

Mamá está que se sale

Elena Pajares

Llegaron de noche

Un fotograma de la película 'Llegaron de noche'

Ando detrás de ver la nueva película de Imanol Uribe, Llegaron de noche, que supone un regreso puntual de Carmelo Gómez al cine, y que cuenta el asesinato de varios sacerdotes jesuitas en El Salvador, hace treinta años. Cualquier asesinato es siempre algo impactante, pero la ejecución de aquellos jesuitas, a sangre fría en el jardín de atrás de su casa, tiene un plus de maldad que sobresale de todo lo demás.

Como ya de por sí conseguir irme al cine es cuadrar el círculo, he ido abreviando, buscando noticias de entonces para hacerme una composición de qué fue lo que ocurrió. Así de paso, si finalmente consigo verla, veré la peli más enterada.

El punto de partida de la película es el asesinato de aquellos jesuitas, pero el hilo conductor de la historia es el giro que aquella atrocidad supuso en la vida de Lucía, una mujer que vivía bajo la protección y tutela de los sacerdotes, en un país en el que reinaba la corrupción, el caos y la guerra. Una mujer humilde, huérfana, pobre… En una palabra, una mujer salvadoreña.

Ellacuría y el resto de los sacerdotes habían asumido voluntariamente el riesgo de ser asesinados. Tenían miedo, sí, pero asumían esa posibilidad. De hecho, un poco antes de su muerte, también había sido tiroteado, mientras oficiaba misa, monseñor Oscar Romero, defensor de los derechos humanos, y hoy en día venerado santo salvadoreño.

Lucía tiene la extraña suerte de quien sobrevive contra todo pronóstico. De haber sabido que estaba allí, los diablos que mataron a los sacerdotes la habrían ejecutado sin piedad, como hicieron con Elba Ramos, la empleada de hogar en la casa, y con su hija Celina, de 15 años, halladas abrazadas, cosidas a balas, en el suelo de su habitación.

Dios revela las cosas a los pequeños y humildes, y a Lucía le tocó sobrevivir para decir la verdad. Al mismo tiempo, el hecho de sobrevivir a la masacre le costó tener que vivir huyendo. No pudo volver a su casa, y tuvo que salir del país con lo puesto. Pero vivió, y vive aún, para contar que a ‘los padres’ los habían sacado de la cama y los habían conducido afuera a medianoche. Que, sabiéndose en sus últimos momentos, y como hombres de Dios, murieron perdonando a sus ejecutores y rezando el Padrenuestro. Que los ejecutores eran militares y no guerrilleros como mantenía la versión oficial. Y continuamente se pregunta por qué iba a mentir en algo así, o qué podría ganar ella diciendo otra cosa distinta.

Con el tiempo, esa verdad terminó aflorando, y no sólo por el testimonio de Lucía, sino por las muchas obviedades que saltaban a la vista. Ellacuría era un teólogo de la liberación que defendía la lucha de los pobres por sus derechos, absolutamente oprimidos en aquel país, y que combatía con sus ideas las injusticias que se daban a diario. No compartía en absoluto la vía de la violencia de la guerrilla pero entendía su planteamiento y sus peticiones, y eso le colocaba en una situación idónea para poder mediar entre la guerrilla y el Estado salvadoreño, para alcanzar la paz. Paradójicamente, una situación peligrosa.

Además, el hecho de que fuera la guerrilla era sencillamente imposible, ya que debido a la guerra, había un férreo toque de queda en todo el país, con lo que nadie sin permiso del ejército podía deambular por ninguna parte. Por mucho que se dejaran ‘olvidado’ en el lugar del crimen un AK-47, el arma de los guerrilleros, o de que pintaran en las paredes sus consignas, el crimen atufaba de lejos al ejército salvadoreño.

Cuesta creer que haya tanta maldad. Pero da cierto alivio que, aunque la mayoría de los responsables de esta masacre están tan campantes en sus casas, al menos a uno de ellos la Audiencia Nacional lo condenó por estos crímenes, hace poco, a la pena de 133 años de prisión. No fue fácil dar con él, y sólo se le pudo traer aquí después de extraditarlo de Estados Unidos, donde disfrutaba de un plácido retiro en Miami, pero finalmente, sentado en su silla de ruedas, rindió cuentas a la Justicia.

Si ellos llegaron de noche a matar a esos seres inocentes, la justicia ha caído sobre este demonio a plena luz del día. La verdad al final sale siempre.

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