La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Miguel Hernandez Valverde

El blog del funcionario

Miguel H. Valverde

Murcia, la petite Francia

Marine Le Pen. Reuters

Han pasado la Semana Santa y las Fiestas de Primavera, el Warm Up, y las Fiestas de Caravaca y Abanilla dan sus últimos coletazos. Hemos recuperado la normalidad en todo su esplendor, mientras no haya presión hospitalaria no nos importa que cien compatriotas diarios mueran por covid, el precio que la sociedad ha pactado con la muerte para que nos deje volver a salir sin restricciones. Pero tras este paréntesis, la Región sigue exactamente igual, igual de mal, me refiero.

El Mar Menor, el que avisa no es traidor, lleva semanas enviando señales de que dentro de poco puede de nuevo enviar miles de peces y crustáceos muertos a la orilla de la playa, mientras nosotros, en la puerta del ayuntamiento de Cartagena ofrecíamos estas fiestas una situación casi idílica de la laguna murciana, en una exposición que debería sonrojar a mas de uno.

La consejera de Educación, no contenta con mofarse de la comunidad científica con su negacionismo retrógrado y patético por bandera, y hasta de su compañero en el Gobierno, el consejero de Salud, ahora se descuelga diciendo que el asesinato machista de Totana que nos sacudió a todos y todas en la cara una hostia de realidad, es violencia intrafamiliar. ¿Hasta cuando, presidente, va a soportar esta aberración intelectual?.

La Asamblea Regional sigue su particular declive institucional, y hace tiempo que dejó de ser el templo de la palabra para convertirse en una pantomima. Y, mientras, aquí seguimos asistiendo entre resignados y desesperados a una situación política que anuncia que la mejor tierra del mundo se puede convertir en una ‘Petite France’, donde tendremos que elegir entre ‘Macron’ López Miras y ‘Marine’ Antelo, una lástima que cada día siga desvaneciéndose la posibilidad de un cambio político ante una apática y desinformada sociedad, aunque una parte parece estar deseando volver a la España profunda y oscura.

Andalucía marcará el futuro electoral, no solo de la comunidad vecina, sino, me temo, del resto del territorio español. Si la ‘sargento’ Macarena Olona se convierte en vicepresidenta de la Junta estaremos un poco más cerca de ver a Santiago Abascal de ministro de Interior, y seguramente en Murcia el resultado de las últimas generales, donde Vox se convirtió en la primera fuerza política, puede volver a repetirse, y eso implicaría, de manera legítima, desmantelar el sistema público autonómico y, lo que es peor, retroceder al siglo pasado.

Por eso sería bueno que alguien empezara a plantear el año de legislatura nos espera. Quizás la mejor noticia, viendo el ‘cachondeo’ en el que se ha convertido una parte del Gobierno regional, sobre todo en lo que se refiere a la parte femenina: ¡joder, con las mujeres válidas y profesionales que hay en el partido mayoritario del Ejecutivo, vaya regalo envenenado que nos ha metido los tránsfugas de Ciudadanos y la ex de la ex de los expulsados de Vox!. Y es que la mejor noticia que ahora mismo hay sobre la escenario político regional es que tan solo queda un año para las próximas elecciones; la peor es que, por desgracia, todavía queda un año para las próximas elecciones.

Y es que una vuelta al sol, puede hacerse muy corto, pero también demasiado largo.

Que nadie hable de la calidad servicios públicos, que no es lo mismo que hablar sobre el futuro de miles de trabajadores temporales, es una lástima. Todos, incluidas las organizaciones sindicales, han tirado la toalla para revertir el continuo desmantelamiento del sistema público, nadie pone sobre la mesa la necesidad imperiosa, no de reformar, sino de cambiar el modelo de función pública. Que ninguna organización, ni política ni sindical, presente un camino al gravísimo problema de la temporalidad, es otro déficit público importante, todos, a la hora de la verdad se ponen de perfil o se agarran a una normativa para poner piedras en el futuro de tantas personas que siguen dando lo mejor de su vida laboral al servicio público.

Todo apunta a que la situación seguirá igual, y eso significa que seguiremos en el vagón de cola, en el pelotón de los torpes, seguiremos siendo los últimos de la fila.

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