La Opinión de Murcia

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Lola García

Murcia D. F.

Lola García

El que se fue a Sevilla perdió su silla

Lo ocurrido con los asientos del Entierro de la Sardina demuestra la fragilidad del Ayuntamiento desde hace años a la hora de hacer contratos y de supervisar que los servicios que se han adjudicado se están prestando con las debidas garantías

Sillas preparadas para el Entierro de la Sardina. | AYTO. MURCIA

El caos de las sillas en el Entierro de la Sardina es como una china en el zapato del nuevo Gobierno local, que se ha visto inmerso en la vorágine de las primeras Fiestas de Primavera que se han celebrado después de la pandemia. Había ganas de salir a la calle y de disfrutar y para los que han sufrido todo lo acontecido con los asientes no será fácil perdonar al Ayuntamiento, que lleva años demostrando una fragilidad absoluta en ciertos contratos, algunos de ellos bastante importantes para los ciudadanos (no me refiero al de las sillas precisamente).

La actuación municipal en el tema sillas ha seguido la misma tónica que en otros contratos en los que también se han producido atropellos. Ya cuando se estaban vendiendo las de las procesiones se barruntaba la tragedia de cara al Entierro de la Sardina. Días y días intentando adquirirlas sin éxito a través de internet y después colas de horas para reparar los desaguisados que se habían producido. Hasta los sardineros estaban desconcertados y con la zozobra en el cuerpo. Los responsables de la cosa pública se reunieron varias veces con la empresa sevillana, pero reaccionaron un poco tarde, algo que suele ocurrir en la Administración local, cuyos empleados municipales, a veces, no actúan con la rapidez que los ciudadanos demandan.

Y así la cosa se lió. Hasta el punto de que habrá sanciones a la empresa, que parece que no es muy dada a aflojar la chequera (al parecer no había pagado en tiempo y forma el canon que se le pidió) e incluso una investigación auspiciada por el Pleno, cuyo resumen podrá ser: ‘el que se fue a Sevilla perdió su silla’, ya que poco se esclarecerá, seguramente, habida cuenta del discreto contrato realizado y de los requisitos puestos en el pliego de condiciones. Más allá de chequear esos documentos nada se podrá revisar con objetividad y pulcritud.

Ya puesto a meter mano a los contratos deberían los munícipes echar la vista a otras adjudicaciones que acumulan numerosas quejas por parte de los ciudadanos menos organizados que los de las sillas y que no salen a cortar calles ni a manifestarse. Tampoco hacen ruido, sufriendo las hemorroides en silencio.

Una de esas contratas es muy importante tanto para el Ayuntamiento como para sus administrados sin que, de momento, se haya movido ficha, que se sepa. Además, hay otras adjudicaciones que han sido puestas encima de la mesa por la Intervención General, que ha puesto reparos a un buen puñado de ellas por la forma en que se han llevado a cabo. A ver si ahora que la Administración local ha contratado como asesoramiento técnico a la empresa de la que fuera ministra con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, a la sazón Cristina Garmendia, la cosa mejora. Por nadie pase.

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