La Opinión de Murcia

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Enrique Nieto

Pintando al fresco

Enrique Nieto

Ella, en la tele

Enrique Nieto L.O.

El jueves, este periódico le dedicaba una página, firmada por Adrián González, a una entrevista que la parricida de Santomera, Paquita González, ha concedido a una televisión, que también ha filmado un reportaje de investigación sobre aquel hecho aciago. En toda mi ya larga vida he asistido a un único juicio y fue al de esta madre que había matado a sus dos hijos. La dirección de La Opinión me sugirió la posibilidad de escribir unas crónicas de lo que ocurriera en las 5 sesiones que iban a desarrollarse para juzgar a esta mujer, y yo accedí a ello. Créanme si les digo que nunca he podido alejar de mi cabeza aquellos cinco días, y que, cada tarde, cuando acababa la sesión, antes de irme a mi estudio a escribir, necesitaba dar un paseo por las calles, tomar una cerveza tranquilo, a veces acompañado por el abogado de la acusación particular, Evaristo Llanos, con el que forjé una amistad, que también necesitaba ese rato para tratar de relajarse algo de la tremenda tensión que almacenábamos, antes de volver a su casa con su familia.

Porque en aquel juicio todos estábamos absolutamente impresionados por lo que allí se estaba tratando: la muerte de dos chicos pequeños a manos de su madre que los asfixió con el cable del cargador de un teléfono móvil. Todos menos una persona, la acusada, Paquita González, que se mantuvo aparentemente impasible día tras día. Las sesiones se llevaban a cabo mañana y tarde y cada día aparecía con cambios de look en el vestir y cambios de peinado, que eran distintos por la mañana y por la tarde, con el pelo arreglado de una manera o de otra. Por señalar algo del estado de tensión en el que estábamos, les diré que, en un momento del juicio, el fiscal hizo que les enseñaran a los miembros del jurado las fotografías de los niños tomadas por la Policía cuando los encontraron muertos en la casa. Cuando uno de ellos, una mujer, tomó las fotos en sus manos y las miró, estalló en un llanto sobrecogedor que no podía dominar de ningún modo, y la jueza tuvo que parar el desarrollo del juicio y mandar que fuese atendida hasta que pudo recuperar la calma.

En aquel juicio muchos descubrimos que había otros mundos y que estaban en este, a nuestro alrededor, con gente que vive en casas como las nuestras en cuyo interior ocurren cosas que no puedes ni imaginar. Allí se habló de palizas del marido a su mujer, de abandonos y palizas a los niños, de drogas que se tomaban a diario, de lugares de cambios de parejas a los que ella acudía con su marido. Los médicos psiquiatras que habían tratado a la acusada para elaborar su informe declararon que ella era narcisista, vengativa, egocéntrica, inteligente y normal. Había asesinado a sus hijos para hacerle daño a su marido, horrible delito que otros hombres y mujeres han cometido también, por más que nos parezca inexplicable.

Este juicio se celebró en 2003, es decir, han pasado 19 años. Ella fue condenada a cuarenta años de cárcel, pero ya disfruta de días de salida. Ojalá que la reclusión la haya convertido en una mujer distinta, aunque la noticia de que ha accedido a salir en un programa de televisión quizás tenga relación con este hecho anecdótico de aquel juicio: el último día, cuando ya se había leído el veredicto de culpabilidad por parte del jurado, y Paquita salió de la sala, se encontró una vez más con una nube de fotógrafos y cámaras de televisión con sus flashes y luces intensas. Entonces, se dirigió a ellos y les dijo sonriendo: ‘¿Me paro?’, y realmente se paró haciendo algún gesto de broma mientras las luces centelleaban frente a ella y era el centro total de atención. Insisto, ojalá que haya cambiado, ojalá que haya aprendido a vivir con aquel horror que desató, ojalá que pueda encontrar algo de paz interior, aunque yo no sepa cómo se puede conseguir eso después de lo que ocurrió. O salir en la tele a contarlo. Es que no puedo ni siquiera imaginarlo.

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