La Opinión de Murcia

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Azparren

De un grano de arena

Joaquín Azparren

Poca broma

Sí, parece el anuncio de Javier Cámara y la bebida milagrosa que hace desaparecer el colesterol alto, supongo que después de dejar todo aquello que lo provoca.

Pero no. A fuerza y riesgo de repetirme en los artículos, les prevengo de esto de la pandemia y de los contagios que está provocando la variante ómicron o alguno de sus familiares más allegados porque lo he vivido en carnes propias. De ahí mi justificación.

Superado lo peor de la enfermedad me ha dado estos días, primero, por hacer lo que supongo que hacen todos los que se infectan: intentar averiguar el origen de la transmisión y desenmascarar de entre los sospechosos al agente portador previo del patógeno o la circunstancia, si los investigados son varios, en la que se produjo el desgraciado contacto.

Así que convertido en un rastreador al estilo de Mingo, el compañero inseparable de Daniel Boone (esto para que busquen los que no fueron a EGB), lo único que he comprobado es que esta variante, tal y como afirma todo inmunólogo se propaga con una facilidad asombrosa e indetectable. Yo añadiría que, con solo invocarla en voz alta, llega.

La prueba, como les digo, uno mismo. Infectado de entre tres posibles circunstancias: dos contactos interpersonales prolongados en interiores con mascarilla FPP2 y un almuerzo al aire libre, lluvioso y ventoso, con una docena de invitados a cara descubierta porque, claro, había que comer.

¿Qué les parece? Verídico. Así que, la pasada semana, mientras sufría los embates de la fiebre y los dolores musculares a base de paños fríos y bocadillos de paracetamol, no podía dar crédito a las imágenes de los telediarios con cientos de mortales adentrándose en locales cerrados de todo tipo, sin protección alguna, a cara descubierta y desafiando a la epidemia con las bendiciones del ministerio de Sanidad y... ¿de los expertos?

Eso sí, dando las gracias a la Ciencia que nos ha provisto de las vacunas y que, al menos en mi caso, me procuró cierta tranquilidad al confiar en que gracias a ellas el mal no iba a tener mayores complicaciones como así sucedió tras un par de días padeciendo algo parecido a un ‘gripazo’ y otros más dando positivo en los test de antígenos.

Desasosiego también al pensar solidariamente en aquellos que han de afrontar este mal sin haberse protegido tal y como tuvieron oportunidad de hacerlo.

Han dado por finiquitada la pandemia vía decreto-ley. Pero esto sigue. Poca broma.

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