La Opinión de Murcia

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Elena Pajares

Mamá está que se sale

Elena Pajares

Vuelve a la vida

Solo a los murcianos nos podía pasar que quitasen las mascarillas en plenas fiestas. Yo he empezado a pensar en ser prudente con el asunto covid, y hasta de forma inconsciente, el otro día, me vi aguantando la respiración cuando oí a alguien toser. Tanta ha sido la psicosis colectiva, que yo creo que voy a estar así una temporada, en plan friki de las distancias y los gérmenes, ahora que ya no hay mascarillas.

Como te digo, sólo pasa en Murcia que el último día (si Dios quiere) sin mascarilla caiga el día del Bando de la Huerta, el día del año que más gente sale a la calle. Fue una despedida de mascarillas a lo grande.

Aunque lo preparé toíco, tenía la cabeza en otro sitio y no puedo decir que fuera de mis mejores Bandos, pero como soy muy de empatizar con lo que me rodea, había tanta ilusión en la calle porque se iba a poder salir, porque iba a haber Bando, que todo te animaba a vestirte. Ese día, todo el que pudo desempolvó los trajes y la tarde anterior se fue a por claveles.

Quizá no recordaba ya cómo era el Bando, porque me sorprendió volver a ver esa imagen de invasión huertana de la ciudad, con carros de la compra customizados estilo huertano, bebés con carrito huertanizado y hasta perros vestidos (de huertano). Todo daba alegría.

Mi momento revival lo viví de camino al coche, cuando Antonio y yo atravesamos, con los niños, una marabunta de gente bailando en la calle. Para mi sorpresa, aunque cantaban felices y bailaban al son, estaban sobrios, no había pipí en el suelo ni vomitonas en los bordillos. Bueno, quizá había que darles algo de tiempo. No sé qué paisaje habría en el mismo lugar, tres horas más tarde.

Pero lo mejor ha sido ver que es posible, que puede ser que la vida vuelva a la calle. Aunque el paseo que dimos esa mañana fuese breve, vi a tantos conocidos, nos alegramos tanto de volver a vernos, con sus familias, algunos con hijos nuevos, compartiendo que vuelva a ser todo a como era antes, que daba igual tener que andar despacio entre el gentío. Para mí, la sensación era que la gente salió a celebrar nada y a celebrar todo.

Me acordé de aquello que decía Mario Benedetti en su poema No te rindas:

Abrir las puertas, quitar los cerrojos,

Abandonar las murallas que te protegieron,

Vivir la vida y aceptar el reto,

Recuperar la risa, ensayar un canto,

Bajar la guardia y extender las manos

Desplegar las alas e intentar de nuevo,

Celebrar la vida y retomar los cielos.

Pues eso, que si tenemos suerte y todo va bien, la vida vuelve. Por cierto, a ver si la economía también. Qué narices, claro que sí: No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda.

Si ha vuelto la vida a la calle, la economía volverá con ella.

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