La Opinión de Murcia

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La nota

Quince días de infarto

La pesadilla de Macron es la suma de todos los votos populistas desde Le Pen a Mélenchon

Macron, con un 27,8% en la primera vuelta, ha subido su porcentaje de voto de 2017 casi el doble que Marine Le Pen (23,2%). Pero entonces Macron ya festejaba su victoria y acabó ganando en la segunda vuelta por el 66% contra el 34%. Una monumental paliza.

Sin embargo, el domingo por la noche Marine Le Pen estaba combativa mientras que Macron parecía inquieto. ¿Por qué? Los rápidos sondeos sobre la segunda vuelta dicen que Macron ganará solo con el 51% contra el 49% o con el 54%-46%. Ajustadísimo y nada que ver con 2017. La razón es que los votantes de los otros ocho candidatos pueden inclinarse más a votar contra Macron. ¿Por qué?

Como ya pasó (menos) en 2017, el eje divisorio no es ya el de izquierda contra derecha. La prueba es que el gran partido de la derecha (De Gaulle, Chirac, Sarkozy) y el de la izquierda (Mitterrand), dominantes desde 1958, ya solo conservan juntos el 7% de los votos.

El electorado se ha partido básicamente en tres. Por una parte, los franceses europeístas e internacionalistas (más cualificados y con mejores ingresos) que han votado mayoritariamente a Macron (27,6%). Por la otra, los nacionalistas, proteccionistas y reticentes a la inmigración y a Europa (con menores ingresos) que lo han hecho por Le Pen (23,2%). Y hay otra tercera Francia (22%) que ha votado a Mélenchon. También son contrarios a la globalización (y con menos ingresos), pero muy reacios a la extrema derecha porque están en la izquierda.

La mayor duda está en los que han votado a La Francia Insumisa de Mélenchon, una mezcla de socialista de izquierdas (fue ministro de Jospin) y de Podemos que pasa vacaciones en Venezuela

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La gran incógnita es cómo se van a repartir en la segunda vuelta, dentro de quince días, los votos de Mélenchon y los de los otros siete candidatos. Si sumamos a Macron los votos de los candidatos de la derecha moderada (Pécresse), los ecologistas (Jadot), socialistas (Hidalgo) y comunistas (Roussel), que ya le han prometido apoyo, llegamos al 41,3%. Enfrente, si unimos a los de Le Pen el 7,1% de Éric Zemmour (más de extrema derecha) y los de dos candidatos de derecha radical llegamos al 35,5%. Si todo fuera así, Macron tendría la victoria al alcance de la mano.

Pero no todo el 4,8% de la conservadora Pécresse, ni el 2,3% del comunista Roussel votarán Macron.

Y la mayor duda está en los que han votado a La Francia Insumisa de Mélenchon, una mezcla de socialista de izquierdas (fue ministro de Jospin) y de Podemos que pasa vacaciones en Venezuela. Mélenchon es muy contrario a Macron (al que tacha de conservador), pero es constitucionalmente contrario a la extrema derecha. Por eso el domingo repitió tres veces: «Ni un voto a Marine Le Pen». ¿Le harán caso sus votantes? Según los sondeos muchos se abstendrán, otros votarán a Macron con la nariz tapada y unos terceros lo harán por Le Pen para protestar contra la globalización y el coste de la vida.

Lo más lógico es que gane Macron con una victoria estrecha, pero no está garantizado. Hay quienes dicen que la auténtica división está entre los franceses europeístas y los contrarios a la globalización (sean de Le Pen o de Mélenchon). En ese caso Macron podría quedarse con el 41% y Marine Le Pen podría añadir a su suma (35%) el 22% de Mélenchon y llegar así al 57% de los votos.

Es totalmente imposible, pero es la gran pesadilla de Macron. Tras una gestión pragmática sin complejos necesita ahora atraer a una parte de los radicales anticapitalistas. O que le prefieran a Marine Le Pen, cuya campaña ha sido esta vez mucho más populista que de extrema derecha.

Serán quince días de infarto. Y si ganara Le Pen, las consecuencias para Europa serían catastróficas. Mucho peores que las del Brexit.  

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