La Opinión de Murcia

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Belén Unzurrunzaga

Salud y rock and roll

Belen Unzurrunzaga

Notas en la piel

Notas en la piel

Suelo llevar una libreta en ese cajón desastre al que llamo bolso. Cuando no es así, el móvil y su aplicación de notas es mi salvavidas para anotar frases que me golpean, que no quiero olvidar, que a veces me tatúo, cómo hace unos días: «Queremos en la piel el incendio del sonido» de Laura Sam. O me sirven para dedicarles una columna.

Acaba una semana más y mi bloc de notas está lleno de frases que me han hecho pensar, sonreír, que sacuden o me han gustado sin más. Empezaba pegada a la tele el martes por la tarde con mi libreta en la mano, cuando Zelenski aparecía ante sus señorías y a mí se me ponía la piel de gallina. Habló de dolor y esperanza, de querer vivir en paz, pidiéndole al mundo que haga todo lo que sea necesario para que esta masacre pare. Nos dio las gracias, le hizo una campaña a Porcelanosa que no vieron venir. Habló de libertad, del derecho a la vida, a la felicidad y al futuro de sus hijos, nos sacó las vergüenzas y nos demostró que las heridas no están cerradas hablando de Guernica, siendo lo del 37 alcohol de quemar que avivaba las llamas del panorama político, más preocupado por la confrontación que por la reconstrucción.

Pero el martes no sólo fue Zelenski el protagonista, lo fueron más de 600.000 firmas, y la iniciativa ciudadana que con su esfuerzo ha conseguido algo histórico, dotar de personalidad jurídica al Mar Menor, por mucho que la ultraderecha y la derecha de la Región de Murcia hayan intentado bloquear e impedir que así sea. El Atleti perdía, 3000 almas arroparon a los del Cholo, mientras yo le gritaba a la radio, redactaba una nota de prensa, y el City no llegó a puerta hasta la segunda parte.

Una reunión de amigos ilustres el miércoles me dejaba a la hora del aperitivo dos apuntes para mi bloc de notas, mientras hablamos de chirigotas de Cádiz, de elecciones andaluzas, de la Feria, me regalaron cómo saber decir adiós: «Cuando te vayas hay que irse cantando bajito», y cómo dejarse la piel en cada cosa que hagas: «A cada balón hay que ir con todo».

Pero aquí no acaban los aprendizajes y las notas. Al miércoles le quedaba un gran regalo, Rosa Lluch, Idoia Zabalza, María Jauregui, Axun Lasa y Alberto Muñagorri hablaban sobre el derecho a la verdad, a la justicia, al reconocimiento. Hablaron de la importancia de aprender a escuchar y que la convivencia ha de tener espacios de reflexión. Me resulta increíble que a escasos metros en el Congreso algo tan sencillo como el diálogo sea tan difícil de entender. No hay que olvidar que el derecho a la memoria es fundamental para avanzar: si ellos lo han hecho, ¿por qué nosotros no? «Nos escuchamos entre nosotros, pero a nosotros no nos escuchan». De este rato no solo me llevo escucharles, me quedo con abrazar a María, con su emoción y disfrutar con Koldo en una barra con unos vinos.

Es jueves, llego pronto al Teatro del Canal, hay un estreno. Un barco, navegar, me traslado a los tiempos de regatas familiares por el Cabo de Gata, allí me llevó mentalmente la obra El Síndrome del Copiloto. Empatizar con los nervios de Eduardo, las risas de Lydia, reencontrarme con Pedro y Martret, comer bravas y torreznos fue el cierre perfecto. Tras todo este sobreestímulo llegaba a casa con el bloc lleno de notas, que ahora repaso para ver si me he dejado algo en el tintero que me apetezca compartir. Sonrío al revisar algunos apuntes y frases sin sentido, que imagino quería recordar y que quizás nunca volveré a releer.

Un día más, ya es madrugada, es sábado, un último apunte: «O ligas mucho o conoces a mucha gente». Me río. He vuelto a Moloko, suenan Blind, Viva Suecia y Los Planetas. Es hora de dejar de apuntar notas; ahora toca bailar.

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