La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Angel montiel

La Feliz Gobernación

Ángel Montiel

La izquierda invisible

Cuanto más abundemos en la insolvencia del actual Gobierno, en la inanidad de su presidente, en que todo lo que sale de San Esteban y sus terminales matrimoniadas es propaganda, más perplejidad produce que la izquierda permanezca ajena a toda esperanza

Lo habitual es que las opciones de gobierno se disputen entre la derecha y la izquierda, pero en la Región de Murcia esa disyuntiva parece clausurada en favor de otro modelo: aquí, la perspectiva de futuro pasa por la derecha o por la extrema derecha o, lo más previsible, por un mix de ambas. Al día de hoy no hay otro horizonte. La izquierda no cotiza.

No es una novedad. Así llevamos unas cuantas décadas. Todavía por eso la perspectiva sorprende más, a la vista de que la gestión del PP durante todos estos años, salvo si descontamos los ocho primeros, en que se aplicaron a los problemas reales, deja mucho que desear, hasta el punto de que pueden anotarse con mayor largueza los fracasos sobre sus propios anuncios que lo propiamente alcanzado. 

Por si fuera poco, la última etapa, protagonizada por el joven López Miras, es un ejemplo de decadencia en la gestión, resuelta mediante improvisaciones, sin marco, sin un programa claro, sostenida en el victimismo y más aplicada a mantener el tambalillo del poder a cualquier coste que a edificar un proyecto de Región. De hecho, la mayor parte de las iniciativas parlamentarias de esta legislatura han tenido como finalidad corregir los avances democráticos introducidos en la anterior por el impulso de Ciudadanos, empeñado entonces en la regeneración política desde el exterior del Gobierno, hasta que claudicó en ese propósito a cambio de un plato de lentejas, con la consecuencia de autodisolverse en la práctica después de traicionar a su electorado y a su razón de existir.

El PP, por poner el ejemplo más vistoso, ha renunciado a renovar el Estatuto de Autonomía, aprobado por todas las fuerzas políticas del arco parlamentario de la novena legislatura, y ha preferido mantener el viejo, a pesar de que todavía no admite disponer, cuando le viene mal para sus intereses, de competencias que la ley orgánica le atribuye con toda claridad y que paradójicamente aparecen reflejadas en las funciones de los distintos departamentos de su Gobierno.

En el ámbito de la izquierda, en paralelo al victimismo de López Miras, también son muy dados a buscar pretextos exógenos: los poderes fácticos económicos, la prensa domesticada, la fatalidad de destino de una sociedad fagocitada...

decoration

López Miras ha conseguido rizar el rizo: los grandes problemas estructurales de la Región no le competen, salvo si él contribuye a paliarlos con el dinero que le transfiere de manera extraordinaria el Gobierno central, pero es incapaz de explicar cómo siendo así la Región de Murcia permanecerá endeudada hasta que alguno de sus futuros nietos alcance la edad que ahora tiene el presidente. ¿En qué gastan el dinero si a la hora de atender a los grandes problemas no les corresponde emplearlo? Y, mientras tanto, a bajar impuestos, es decir, a reducir los ingresos gastando más, algo que en economía familiar (la que entendemos todos) no es practicable si no eres el duque de Feria. La apelación, a este respecto, a la injusta financiación autonómica está bien traída, solo que llama la atención que se recurra a este pretexto (que, por otra parte, es el de todas las Comunidades, sin excepción) cuando no está el PP en la Moncloa. 

El constructo «la culpa la tiene Sánchez» es enternecedor, pues recuerda al alumno desaplicado que justifica sus malas notas asegurando a sus padres que «el profe me tiene manía». Pero si todo depende de Sánchez ¿para qué necesitamos una Administración mastodóntica como la gobernada (es un decir) por López Miras?

El presidente murciano se desempeña con media docena de eslóganes y, por ser generoso, unas cien palabras de entre las que cuenta el rico vocabulario del idioma español, las mismas que decía el entrenador de fútbol Fabio Capello que precisaba para relacionarse con sus jugadores. No le pidamos más; es lo que hay. Que nadie espere una expresión no previsible, una frase elevada, una cita que no haya sido extraída de un repositorio de internet sobre una puesta de sol como fondo, una idea propia, una defensa de los intereses generales que no empiece por «no permitiré que el millón y medio de murcianos...». Es preferible no saber si tal indigencia expositiva es calculada, desde la suposición de que el público oyente participa de la misma limitación de pensamiento y, por tanto, hay que llegarle de la manera rudimentaria que puede comprender, o si es que el presidente no puede estirarse más allá de lemas, tópicos y redichos. 

Es cierto que desde hace semanas intenta imitar el buenrollismo de Feijóo con alguna apelación conciliadora, pura retórica de adaptación a la posteodocracia, pero no le pega. Ocurre igual como cuando dice que su prioridad hasta el final de esta legislatura será la política mediambiental: ¿quién puede creer en tamaña conversión después de haber aprovechado la pandemia para derogar todo el corpus legislativo que sobrevivía, gracias en parte a la presión parlamentaria de Ciudadanos durante la anterior legislatura?

Pero cuanto más profundicemos en este estado de cosas (gestión rutinaria, falta de proyectos de alcance, victimismo, transferencia de responsabilidades propias a la Administración central, impostura parlamentaria, Gobierno trans, etc.) más resalta el hecho de que la izquierda no despunte. ¿Dónde está la izquierda, la única posible alternativa a todo esto? La prospectiva establece varios escenarios para el inmediato futuro en los que la izquierda, en cualquiera de sus expresiones o la suma de ellas, no aparece. Lo que viene es: un Gobierno PP/Vox, un Gobierno del PP con apoyo parlamentario de Vox, o incluso un Gobierno Vox/PP, pues todo es posible en una Región que en las últimas elecciones se coloreó de verde (no precisamente del verde de los verdes). A pesar de esto último no me atrevo a conjeturar un Gobierno Vox con apoyo parlamentario PP, pero es una posibilidad que no por insólita debe ser excluida, pues observo que muchos electores de la derecha no tiene claro en la Región de Murcia qué partido es el original y cuál la copia. 

Cuanto más abundemos en la improductividad política y social del actual Gobierno, en la inanidad de su presidente, en la convicción de que todo lo que sale de San Esteban y de sus terminales matrimoniadas es propaganda (por lo demás, de baja calidad), más perplejidad produce que la izquierda permanezca ajena a toda esperanza. ¿Está sometida la Región de Murcia a un determinismo establecido por los dioses del Olimpo?

No hay nada que impida a la izquierda revelarse como alternativa real si no es a causa de su propia incompetencia. En este ámbito también son muy dados a buscar pretextos exógenos: los poderes fácticos económicos, la prensa domesticada, la fatalidad de destino de una sociedad fagocitada... Frente al desacomplejado comportamiento de la derecha, que no tiene pudor en proyectar un discurso plano planísimo, algunos sectores de la izquierda curan su impotencia exhibiendo una superioridad intelectual que resulta muy gratificante en los círculos adaptados, pero de inútil trascendencia en el ámbito general a efectos de obtener cosecha política, sino que por el contrario suelen generar irritación y desdén entre los ‘equivocados’. 

El PSOE es un partido inactivado, a pesar de contar con el gobierno de la mayoría de los municipios de la Región, de la delegación del Gobierno y de la mayoría parlamentaria en la Asamblea Regional. No está al quite de los mensajes maquinales del Gobierno, no dispone de figuras públicas de peso, mantiene en la reserva forzada a algunos de sus mejores activos, carece de inserción social, y da la impresión de que la solvencia de sus simpatizantes periféricos es mayor que la de sus propios dirigentes. Alrededor del PSOE hay un gran desperdicio humano. La oportunidad de gobernar en el gran emporio electoral del municipio de Murcia tras la moción de censura del ecuador del mandato no ha añadido nada sustancial que permita observar al PSOE como alternativa. Que el alcalde socialista, José Antonio Serrano, dijera ayer ante los suyos que «ahora en Murcia se respira un aire distinto» es la prueba de que no ha tardado en sumergirse en su propia burbuja. Tal vez su mayor logro sea que el cambio se ha notado poco; cuando en algo se nota, es a peor. Pondré un ejemplo aparentemente anecdótico: la nueva empresa de transporte público municipal luce la marca TMP, Transportes de Murcia y Pedanías. ¡Ah! Ahora resulta que las pedanías de Murcia no son Murcia. Y esta es una de las primeras decisiones del adalid de las pedanías. 

La diferencia entre Serrano y su antecesor, Ballesta, del PP, es que el segundo actuaba como alcalde de todos los murcianos, sin menciones peyorativas a la oposición, mientras Serrano se desgañita a menudo contra el PP, al que sustituyó con el pretexto de la corrupción sin que ésta haya sido probada. Todo esto se acaba pagando, y más cuando no queda constancia de un cambio cualitativo. 

En cuanto a Podemos, cabe decir que se trata, como de Ciudadanos, de una matica que no echó. La actividad parlamentaria de María Marín es encomiable, responde a un esfuerzo muy visible y en ocasiones ofrece señales de brillantez, además de romper con frecuencia con tabúes sobre lo políticamente correcto en esta Región, pero esta observación en el ámbito parlamentario no puede ocultar que tras ella hay un indudable vacío, un partido que no es, una alternativa en reconstrucción y cada vez más al límite. Marín, a su vez, contribuye a la división interna al lanzar en redes gestos poco velados contra compañeros de su partido, al parecer fuera de la ortodoxia, como el también brillante portavoz municipal de Podemos en Murcia, Ginés Ruiz Maciá. 

Podemos es un sector de la izquierda en retroceso, como se ha venido probando en las últimas comparecencias electorales (Madrid, Castilla y León) y más se prevé en Murcia, donde el fraccionalismo es más visible, con un líder que vive en Madrid, acomodado en la Mesa del Congreso, apegado a la no líder Belarra, y de un talante político poco transigente. La encuesta del Cemop le da cuatro diputados, pero es dudoso que los obtenga como Podemos, pues lo que queda de él será la opción de Yolanda Díaz, que es una tránsfuga de Podemos dentro de Podemos. ¿O no puede describirse así a quien intenta crear un partido al margen del que representa en el Gobierno?

No se me ocurrirá sugerir a la izquierda qué tendría que proponer para hacer visible ante la sociedad murciana que es una opción de Gobierno frente a la incompetencia del existente y sus perspectivas de renovación con el apoyo de la creciente extrema derecha. Nadie tiene la fórmula. Pero de lo que no cabe duda es de que cuanto más constatamos que el Gobierno de López Miras es inoperante y que se sostiene sobre retóricas simples y banales, la desaparición de la izquierda como alternativa cuando la situación la pintan calva es la prueba de que, en cuanto a mediocridad política, derecha e izquierda logran un empate.

Compartir el artículo

stats