La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Enrique Arroyas

Dulce jueves

Enrique Arroyas

Lo peor de la democracia

Estaba leyendo un adelanto del nuevo libro de Pablo Iglesias y al terminar exclamé: qué maravillosa es la democracia. La democracia en su aspecto más simple, el voto de cada hijo de vecino, la decisión final en manos de las veleidosas masas, el poder de la caprichosa, manipulada y frívola opinión pública, el debate lleno de ruido y furia de las redes sociales, la voz de los sin voz, tan difícil de digerir. Lo peor de la democracia nos salva de políticos como Pablo Iglesias. 

Verdades a la cara. Solo a él se le podía ocurrir titular así el libro en el que relata su experiencia en el poder. En el capítulo que he leído, cuenta la decisión de abandonar la vicepresidencia y la elección de Yolanda Díaz como su sustituta tras descartar a Irene Montero o Alberto Garzón, en un jugada que describe como arriesgada, valiente, tomada frente a la incomprensión general, y que incluía una buena dosis de sacrificio personal. Un ‘relato clásico’ dirigido y protagonizado por él mismo en el papel de héroe épico. «Todo ocurrió como pensé que iba a ocurrir», dice. Es curioso cómo el joven indignado que se presentó en medio de la multitud, como el líder del ‘nosotros’, los de abajo, traza aquí el autorretrato perfecto del político de los pasillos del poder, la trastienda, la astucia al servicio de la ambición. Le encanta jugar a la política. 

Él está en el centro de todo y lo que va ocurriendo es el resultado de sus estratégicos movimientos en el tablero del poder. Obra suya es el ascenso de Yolanda Díaz, a quien en sus ensoñaciones ve ya como presidenta del Gobierno. Nunca le dijo que ella era la elegida porque sabía que lo hubiera rechazado. Pero es que solo él veía lo que nadie era capaz de ver. Ahora «Yolanda está radiante… se gusta». También fue obra suya la supervivencia de Sánchez al «armar el bloque con ERC y Bildu dejando a Ciudadanos fuera». Y poco le falta para decir que en realidad el que mandaba en el Gobierno era él, como se deduce del mensaje que le envió al presidente para comunicarle que Yolanda sería vicepresidenta.

La política es una partida de póker en la que escondes tus cartas, vas de farol y ganas cuando te pones «en el lugar del enemigo». Así la entiende él. Pero la vanidad le pierde y no puede dejar de reconocer que las cosas no salieron según lo previsto en Madrid porque ahí su visión falló: todo dependía de la movilización de las clases populares del sur de la comunidad. Y el sur no les votó. Una vez Churchil dijo que «el mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio». Pero también decía que incluso en su peor versión no hay un sistema mejor. La gente, los que llenan los estadios, los que no van al teatro, nos salvan de los peores políticos. 

Compartir el artículo

stats