La Opinión de Murcia

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Enrique Nieto

Pintando al fresco

Enrique Nieto

Un sinvivir

Lo dice un autónomo de esta Región al que veo de vez en cuando: «Desde el 2008 no hemos levantado cabeza; primero fue la crisis económica, después el Brexit, las danas, el desastre del Mar Menor, la pandemia, la guerra de Ucrania, y demás. No hay manera de salir adelante». Y sigue contándome cómo intenta afrontar la que tiene encima, tratando de mantener a su familia con lo necesario, porque lo superfluo ya hace tiempo que desapareció de su casa.

El personal anda asustado. Lo de la subida de precios es algo tan tremendo, tan evidente, que no hacía falta que el INE nos dijera que estamos en el 9,80% de inflación para enterarnos de que el precio de los productos de primera necesidad se ha disparado hasta lo impensable. Porque, además, mi amigo, el autónomo, ha podido recortar gastos, pero, ¿cómo recorta gastos un trabajador o un pensionista que ingresa 600, 800 o incluso 1.000 euros al mes? Cuando estas personas cobran, lo primero que hacen, como casi todos, es preparar los ‘apartijos’, si viven solos: lo del alquiler (no creo que nadie con esos ingresos pueda estar pagando una hipoteca), la luz, el agua, la gasolina, alimentación, etc., y, si todavía están con sus padres, que es lo más seguro, a ver qué hacen, hallándose en la situación de no poder avanzar en su vida personal, ni en la realización de ese proyecto que todos hemos tenido, con el sufrimiento correspondiente ante la imposibilidad de llevarlo a cabo, lo cual, perdonen ustedes, es una gran putada.

Porque ese 9,80%, es decir, casi un 10%, significa la pérdida de 60, 80 o 100 euros mensuales para manejarse, y en estos ingresos que tantos tienen, tanto en la economía real como en la sumergida, de la que esta Región tiene un porcentaje de los más altos de España, esa bajada del poder adquisitivo es un trago casi imposible de asimilar. Y, además, independientemente de las subidas de precios de los gastos fijos, como los carburantes o la electricidad, lo de los alimentos es algo que realmente clama al cielo. Como sabemos todos los que compramos en mercados y grandes superficies, las subidas de precios son inexplicables en muchos productos. Una bolsa de madalenas que costaba hace unos meses 0,99 euros ahora vale 2,67. Los huevos han duplicado su precio en algunos supermercados, que, por cierto, que alguien me cuente si es que las gallinas se han apuntado a clases particulares de inglés y por eso los huevos están más caros, porque su alimentación principal estaba en los almacenes desde el año pasado, antes de la guerra de Putin, maldita sea su estampa.

Antes había tomates maduros para usarlos pronto en gazpachos o sofritos desde poco más de 1 euro el kilo. Esos mismos ahora cuestan más del doble, y los de ensalada llegan a pedir 9 euros kilo por los carísimos, que antes nunca pasaban de 6. Y, por no seguir cosa por cosa, lo cierto es que, si antes te gastabas 80 euros en la compra semanal, ahora te gastas más de 100, y esa subida es imposible de manejar para muchos.

El Gobierno central ha puesto en marcha una serie de acciones para tratar de paliar esta situación, ya veremos si realmente sirven para lo que tienen que servir: para que la gente más necesitada pueda salir adelante en este caos de los precios en el que nos hallamos. Y no olvidemos también algo importante: esas ayudas están basadas en ingresos procedentes de la deuda del Estado, es decir, que en algún momento habrá que pagarla, así que les vamos a dejar a las próximas generaciones una púa de mucho cuidado que se notará en los Presupuestos Generales del Estado, y en todos los presupuestos autonómicos de los próximos años.

Este artículo habla de los tomates y de las madalenas y de la gente que gana poco, pero aquí está preocupado todo el mundo: empresarios, trabajadores, autónomos, etc., aunque, claro, no es lo mismo que baje el poder adquisitivo de unos que el de otros. Pero, en cualquier caso, esta época está siendo un sinvivir.

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