La Opinión de Murcia

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De un grano de arena

Hágase la luz

Y la luz al contrario de lo mencionado en el libro del Génesis donde llegó regalada y por inspiración divina, se tiene que pagar y administrar como si se tratara de un lujo cuyo despilfarro queda a la despreocupación de unos pocos.

En este país nos estamos convirtiendo en ciudadanos modélicos en ahorro y eficiencia energética a costa de esquivar los hachazos que nos lanzan los kilovatios, las gasolinas y el gas, servido en bombona o por tubería.

Poner la lavadora a las siete de la tarde, dar un acelerón al coche al salir de un semáforo o subir la calefacción a 22 grados es una manifestación de opulencia o de rebeldía ante la desesperación de tanto ensayo por economizar para terminar dándolo todo por perdido antes de arrojarse en brazos de los números rojos.

Semejante penitencia por descarbonizar el planeta evitando que se nos carbonice la cuenta corriente se va a redimir con las medidas que se anuncian desde la Moncloa el 29 de marzo, día que profetiza el Gobierno como el hito que marcará un antes y un después de los días oscuros por no encender la luz para no gastar.

Un Consejo de Ministros que se anuncia y se vuelve a anunciar machaconamente tal que solo le falta el tronar de las trompetas de Jericó para derribar nuestras murallas de incredulidad, prometiéndonos un plan para mitigar los efectos que la invasión rusa de Ucrania está teniendo en los mercados energéticos.

Porque todo político tiene que tener un plan y, si encima es nacional y estratégico, tiene un plus de grandiosidad que alcanza el clímax con el término ‘rebajas fiscales’.

Para qué pedir más, pensaremos los ciudadanos ávidos como estamos de enchufar el lavavajillas después de comer, utilizar el coche sin mirar los dígitos del consumo a los cien y dejar de abrigarnos con dos mantas para ver la tele.

Ya puestos, por qué no haber empezado o concretado las medidas hace ya semanas como han hecho Portugal, Irlanda, Francia, Alemania, Suecia, Rumanía, Eslovenia, Bélgica, Polonia y Holanda. Mientras aquí se espera la beatificación por parte de Bruselas sancionando lo que está permitido y lo que no, otros gobiernos más avispados han reaccionado ante sus electores sin esperar a que camioneros, agricultores, ganaderos, pescadores y sindicatos de trabajadores se hayan echado a la calle.

Parece que en otros lugares a los mandatarios se les enciende antes la bombilla para que la luz se haga entre sus administrados.

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