La Opinión de Murcia

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Miguel Hernandez Valverde

El blog del funcionario

Miguel H. Valverde

Un presidente rehén

Fernando López Miras J.C.C.

Presidente, no merece la pena que siga siendo rehén de unos irresponsables políticos que entraron en política para acabar con los chiringuitos y han terminado demostrando que nos engañaron a todos, creando incluso los suyos propios.

Su consejera de Educación, negacionista y que forma parte del Comité Covid, sigue lanzando piedras al Ejecutivo con su actitud al trabajo del consejero de Salud y del Servicio Murciano de Salud, mientras declara que solo se representa ya a sí misma.

Mientras, la vicepresidencia ha convertido su departamento en el camarote de los Hermanos Marx, donde nadie sabe quién es quién, mientras sus trabajadores asisten atónitos al vodevil en el que se ha convertido la consejería.

Lo que está ocurriendo en la Asamblea Regional es una auténtica perversión de la democracia, pero utilizar algunas consejeras, consejeros y diputados el Gobierno regional para pagar fielatos es indecente.

Se lo digo como Presidente que es usted del millón y medio de murcianos: No nos merecemos ni la sociedad ni los empleados públicos que mantenga en su Gobierno a quien utiliza las instituciones para mantener privilegios personales. Con esa actitud, solo conseguimos prostituir la política aún más.

Si hace un año la moción de censura sacó lo peor del ser humano, unos días después, el diputado y ex consejero Francisco Álvarez utilizaba las instituciones de una manera grotesca e indecente, anteponiendo su propio interés personal al general. No nos merecemos que siga usted siendo rehén por un voto de actitudes cuasi antidemocráticas; la política debe servir para solucionar los problemas de la ciudadanía, no para ser utilizada para aprovecharse de ella y sacar beneficios personales.

Estamos prácticamente en una situación económica crítica, tras una pandemia que nos ha llevado por el borde del precipicio, que ha dejado a miles de familias murcianas desesperadas y muchas de ellas huérfanas de padres, hermanos, abuelos o hijos, y ahora, con una guerra en Europa que vuelve a poner a miles de empresas, autónomos y familias en medio de mil dudas, con la energía reventando los precios y agotando las reservas de las empresas, y los carburantes poniendo en duda sectores tan cruciales para nuestra economía como es el sector del transporte, entre otros, no nos podemos permitir que un pequeño grupo de ‘aprovechados’ se sigan escondiendo detrás de las instituciones para seguir medrando.

Estamos cada vez más cerca de lo que los economistas denominan una economía de guerra; el Gobierno debería centrar toda su atención y esfuerzos en salvaguardar los intereses de la ciudadanía, poniendo sobre el escenario respuestas a la actual situación financiera, proponiendo un nuevo modelo de transporte público, o presionando para que el actual sistema tarifario eléctrico nos sigue sumido en una aberrante injusticia, y denunciando a aquellas empresas que están aprovechándose de la actual situación para hacer grandes negocios de manera obscena.

Necesitamos un ejecutivo que no pierda ni un segundo en recolocar a alguien que una Consejera dijo de él que no sabía si su nefasta gestión era fruto de la ineptitud o de la maldad, hasta que descubrió que eran las dos cosas, y días después lo vuelve a avalar, un Ejecutivo que dé respuesta a la grave crisis que se nos avecina.

Estoy convencido que usted no puede estar contento con la actual situación que se vive en el seno del Ejecutivo, por eso le pido que piense en los sanitarios de la atención primaria, que siguen dando la voz de alarma, en nuestros agricultores, esos que no roban agua o explotan a trabajadores, sino en la mayoría de los pequeños y medianos, en nuestros autónomos que ven cómo su factura de la luz se ha triplicado esquilmando sus ganancias, en las familias que ya no pueden ni siquiera llenar su depósito y en los trabajadores que empiezan a no llegar a mitad (ni si quiera a final) de mes. Y una vez que haga un análisis global, piense si merece la pena seguir siendo rehén de mediocres.

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