Es un espectáculo ver la pasión de un artista en el brillo de sus ojos, muchos años después. Ver y escuchar a Nicolás de Maya hablar de Cehegín es una experiencia única. Alguien capaz de sobrecoger con su pintura y que hace que te emociones cuando habla de su pequeño lugar en el mundo, un mundo que conoce bastante bien. Y él me contagió el espíritu del clavel. Una idea de esas como aquella parábola que decía que Miguel Ángel sólo le quitaba la piedra sobrante a las esculturas. Somos claveles. En esta tierra el clavel es parte de nuestra alegría. El clavel en la solapa del chaleco, en la mantilla de la huertana, el olor a frescura los días de primavera en las plazas de flores de toda Murcia y el ritual para comprarlos y cuidarlos. Los claveles son familia de recuerdos y están en nuestra identidad.
Pintar un clavel todos los días. Un clavel distinto para cada día de todas nuestras vidas. Y las historias que se nos escapan. Aquí los tenemos todos. Aquí al lado. En un mundo de claveles que nutre de esa alegría de colores a todo el mundo, porque en Canara tenemos la mina de claveles más grande que podamos imaginar. Cientos de miles, millones de claveles, todos los días, semanas, meses. Canara, Cehegín. Busquen un maridaje, de cualquier tipo, que encaje mejor que claveles y Cehegín. El pueblo más bonito en cientos de kilómetros, con un casco viejo maravilloso y una luz única. Claveles y Cehegín están ahí, juntos, como dos ideas huérfanas de una unión explosiva.
Nicolás y yo imaginamos un festival de los claveles, un cartel que sería el sueño de mil artistas, un casco antiguo repleto de balcones de colores con claveles increíbles, una ciudad entera convertida en alegría, la misma que engancha la mantilla de una huertana y el botón de un chaleco como en el cartel de Crisga.
La Ciudad del Clavel que cierra telediarios y atrae a miles de personas que buscan pasear por un lugar único en el mundo donde los claveles se convierten en mística de la alegría y representan un carácter único, el del ceheginero, el del murciano, el del brillo de los ojos de Nicolás de Maya. Será un sueño, pero es posible, como son todos los sueños que tienen en su origen la ilusión por todo.
Dentro de una preciosa roca de Cehegín hay una Ciudad del Clavel por descubrir. Vale.