Dulce despedida. El lunes, una señora pregunta en un puesto del mercado de Verónicas, dedicado a frutos secos, dulces y caramelos, si les quedan pasteles de gloria. El dueño repasa las cajas y dice: ‘Mira, aquí tengo tres’. ‘Pues, dámelos’. Entonces la mujer se dirige a mí, aunque no me conoce, y me dice: ‘Es que me gustan mucho. Y, como ‘hasta San Antón, Pascuas son’, y hoy es San Antón, he venido a llevarme los últimos que me voy a comer esta Navidad, y ya hasta el año que viene, si Dios quiere’.

Ambiente. En los mercados tradicionales es muy corriente que la gente que está esperando a que los atiendan en los puestos se dirija a otros clientes, aunque no los conozca, por ejemplo, para decir frases como estas: ‘Hoy voy a llevarme ternera de guiso porque voy a hacer un poco de estofado’, o, ‘No me gustan los ojos que tienen estas doradas’, o, ‘si tiene usted prisa, yo le cedo mi turno, que para mí es temprano’, etc.

Tambores de guerra. Espero que los políticos europeos y EE UU sean lo suficientemente sensatos para no meterse en una guerra con Rusia por el tema de Ucrania. Es verdad que Putin está forzando las cosas de una manera inaceptable, pero, sea lo que sea, tiene que haber un modo de evitar los tiros y las muertes. Parece mentira que los seres humanos, en nuestra evolución, no hayamos sido capaces de dejar de matarnos los unos a los otros. Y, como dijo uno: ‘las guerras se sabe cómo empiezan, pero no cómo terminan’. Da miedo.

Tremenda casualidad. Hace dos semanas me compro un libro de viejo, un premio Goncourt, que se llama ‘Nos vemos allá arriba’, por 2 euros, casi 500 páginas. Comienzo a leerlo y me engancha enseguida. Está muy bien. El martes, sobre las diez de la noche, hago un zapping en la tele y me encuentro que en la 2 comienza una película. Espero a ver el título. Y aparece, se llama ‘Nos vemos allá arriba’ y está basada en el libro que estoy leyendo. ¿Qué casualidades deben darse para que una persona compre un libro, lo lea, lo venda él o sus descendientes a un anticuario, y este lo lleve a un mercadillo de los domingos entre otros cientos, y llegue yo, rebusque entre todos, lo encuentre, lo compre, me lo lleve a casa y lo lea, y cuatro días después, haciendo un zapping, aparezca en la tele la película que se ha hecho con ese libro, justo a esa hora, en ese momento en el que yo pasaba por esa pantalla? Es muy sorprendente, ¿verdad?

Cercados. Cada día el covid nos cerca más. Creo que ya no hay nadie que no conozca a alguien que lo ha pasado o esté en ello. Familiares y amigos se llaman para decir que Fulanito lo ha cogido y que tiene o no tiene síntomas, que está ingresado o no lo está, etc. Y aquí estamos, con todas las vacunas puestas y la camisa que no nos llega al cuerpo, sobre todo los mayores.

Invierno crudo. Menuda semana de frío, ¿eh? Sobre todo, ustedes, los que viven en el Altiplano o en el Noroeste, aunque en Murcia también nos hemos levantado todos los días con los coches cubiertos de hielo. Parece que ha perjudicado mucho a algunos cultivos, como la alcachofa. El caso es que este tiempo te hace pensar mucho en los que no disponen de una calefacción decente en su casa, o que les falta agua caliente, o tantas otras cosas. Y en esta Región estamos a la cabeza en esas desgracias. No creo que haya nada más urgente a lo que acudir, señores políticos.

Metáfora fea. Esta semana, el joven dirigente de Vox, Sr. Antelo, ante el disgusto que le ha producido que un juez determine que deben volver a admitir a los tres miembros de su partido que expulsaron, ha declarado, el líder, que: ‘cuando en nuestro barco salen ratas las tiramos por la borda’. Hombre, por favor, que han sido compañeros de partido, y que todavía dicen sentirse de Vox, y piensan y creen en Vox, ¿cómo puede este ex jugador de baloncesto llamarlos ‘ratas’? Qué barbaridad, hombre.

Series

Series. He comenzado a ver la tercera temporada de la serie Marginal. Si la van a ver ustedes, átense los machos, que, si las anteriores eran violentas y descarnadas, esta, nada más empezar, te da una sesión de todo lo posible para hacerte vomitar un poco. Bueno, exagero, claro, pero es tremenda. Lo que pasa es que los personajes, que son los mismos que en las otras entregas, también tienen su punto interesante y están ambientadas de maravilla, llena de porquería por todas partes y de gentuza. Claro es que se desarrolla en una cárcel sudamericana. Bueno, que, si la ven, que sea bajo su responsabilidad. Que yo no digo nada.