La publicación de dos informes señalando el aumento de la desigualdad y la pobreza, los de Oxfam Intermón y el de Foessa Cáritas, ha sacudido poco a la ‘buena’ sociedad murciana, a juzgar por la repercusión mediática y pública que han tenido. Quizá sea porque se asuma como ineluctable que la desigualdad crezca o quizá porque no se le ve solución después de que la crisis pandémica hace llover sobre mojado en el deterioro social experimentado en la Gran Recesión entre 2008 y 2016.

El hundimiento económico pandémico de 2019/2021 del que apenas se empieza a salir ha redundado en un deterioro aún mayor de las condiciones sociales y laborales, de nivel de vida, de las clases medias y menos pudientes y, sin embargo, ha beneficiado a la élite de mayor poder adquisitivo y mejor estatus social y económico, señalan tanto Oxfam como Foessa refiriéndose a España en general. Un día antes de la publicación del primero de esos informes, Noam Chomsky retrataba la situación en una entrevista publicada el domingo pasado: «En Europa, los programas de austeridad han dañado a los pobres y enriquecido a los ricos. Esto ha llevado a un resentimiento que es terreno abonado para demagogos como Donald Trump o Viktor Orbán y lo están capitalizando».

Es decir, el ‘austericidio’ de la pasada década causó el empeoramiento de la vida de la mayoría de la población y, consecuentemente, un auge político de las formaciones de extrema derecha, como dice Chomsky. No es de extrañar, por tanto, que un territorio como Murcia en el que la desigualdad y el empobrecimiento general han aumentado notablemente desde 2008, sin apenas tiempo para una recuperación notable en los tres años anteriores a la pandemia, registrara una eclosión electoral de Vox, que ganó en número de votos las últimas elecciones generales en el territorio de la Comunidad.

Como señalan los informes, la ampliación de la desigualdad según el índice GINI y el deterioro de los servicios sociales básicos, común en España y con especial virulencia en regiones como Murcia, propician que la frustración general sea capitalizada políticamente por la extrema derecha, que obliga al PP de López Miras a virar, temeroso de perder la parte de electorado más reaccionaria y postfranquista que votaba ‘popular’ tradicionalmente y que ahora espera a Vox como si fuera aquel Elefante Blanco.

No debe ser casualidad que, como señaló el informe 2020 de la Red de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social de la Región de Murcia, financiado por la nada sospechosa consejería de la tránsfuga Isabel Franco, que el mayor índice comarcal de desigualdad sea el de Campo de Cartagena-Mar Menor: un 37,3; más de cuatro puntos superior al nada desdeñable regional del 33,0. Y sabemos que esa comarca fue la que más fervientemente votó a Vox en pasadas elecciones. También, por municipios, la mayor desigualdad corresponde al de Cartagena, con 38,7. Significativo.

Además de servir de combustible a la extrema derecha, el aumento de la desigualdad social pone en peligro el futuro de los jóvenes, señalan tanto Oxfam como Cáritas. La primera acentúa también el riesgo para la potente clase media: «España se encuentra en el punto en el que rectifica o pierde tres generaciones de bienestar, derechos sociales y democracia para convertirse en una sociedad dual de ricos y pobres». Para revertir esa peligrosa tendencia social, además de blindar los derechos sociales y fortalecer la calidad democrática, Oxfam recomienda «recaudar de manera justa». Es decir, auspiciar un sistema tributario inspirado en los principios de igualdad y progresividad, acabar con la evasión fiscal e imponer la tasa sobre transacciones financieras para financiar la lucha contra la pobreza.

Pero en Murcia seguimos oyendo a los voceros oficiales hablar firuleteramente de eliminar impuestos, como si piojos fueran.