El campo de Cartagena. Maravilloso en esta época del año. Todas, o casi todas, las parcelas plantadas recreando a la vista diferentes tonalidades naturales. Digo naturales porque no creo que lo puedan ser más. Conforme vas por la carretera, camino del paraíso, las plantaciones te dibujan un arco iris diferente, plantado en la tierra. Si no sabes nada de agricultura, bien, pero como tengas un mínimo apunte de conocimiento en la materia, al ver este juego de tonalidades también piensas en lo perjudicial que puede ser que caiga una helada del quince. Y cae. Una tarde pasas y disfrutas del paisaje, y por la mañana, a la vuelta, los colores adquieren una capa blanquecina, y eso no está del todo muy bien. Es en esos momentos en los que solo cabe mandar energía positiva a los agricultores y rezar para que el precio del producto no nos suponga una sisa más en el monedero. ¡El monedero! ¡Qué apretadico anda últimamente! Bueno, siempre le podemos echar la culpa al mes de enero… y del frío también. La cuesta de enero, el covid, el final de las fiestas, las rebajas… y san todo bendito. El caso es que mejor disfrutar del paisaje, sin más.