Mis sondeos los hago en el bar. No tengo muy claro los criterios que usan los distintos organismos, partidos y medios de comunicación para realizar sus sondeos de opinión ni los de intención de voto, ni siquiera sé qué parte tienen de realidad, qué parte de deseo y, peor aún, qué parte de simple manipulación con el fin de influir en el respetable, en la línea de lo que se hace en los distintos programas de televisión y tertulias, haciéndonos creer que todos los demás van por el buen redil, menos nosotros, o que lo que a nosotros nos parece justo y necesario es el apocalipsis, comunismo o Dios sabe qué. No debemos olvidar que alguien descubrió que una mentira repetida mil veces, sigue siendo mentira pero que la gente es más tonta de de lo que cabría esperar. 

Es sabido que los resultados electorales de USA siempre coinciden con lo votado en Ohio, lo mismo que los de la Comunidad de Madrid con la intención de voto en Colmenarejo, así que yo llevo un tiempo haciendo mi sondeo particular en el bar Maripaz, donde desayuno, leo la prensa diaria y, sobre todo, escucho y a veces participo (siempre que la cosa no vaya de fútbol) en las conversaciones sobre los temas candentes actualidad, tenga que ver con Pedro Sánchez, con ‘el coletas’, con la pandemia, con el volcán o con las macrogranjas. El caso es que en mi pueblo, he de confesarlo, hay grandísimos expertos en las más altas reflexiones sobre lo cotidiano o de lo trascendente. Me diréis que en todos lados hay cuñados, no lo discuto, pero yo creo que el azar ha hecho que a este mesón vengan a desayunar una serie de grupos distintos que cubren todo el espectro sociopolítico: los trabajadores de la cercana oficina de Correos, los jubilados, las maestras, los miembros de la parroquia, los trabajadores del polígono industrial, periodistas, policías locales, empleados de banca, pequeños empresarios y trabajadores agrícolas, etc. Yo estoy por pensar que los asesores de nuestros políticos regionales vienen de incognito a este bar, como cuando los dioses se dan un garbeo por la tierra, para ver lo que la gente opina. 

Bueno, realmente tampoco tengo claro que, al contrario, no sea todo al revés de lo que yo observo, porque uno no sabe qué fue antes, si el huevo o la gallina, y tal vez lo que ocurre sea que mis paisanos están muy al tanto de lo que han oído y visto en las distintas televisiones, emisoras de radio o grupos de wasap, y lo van asimilando como el poso de carbonilla que deja el tabaco en los pulmones. 

Uno no sabe en qué medida la opinión pública responde a los pensamientos individuales, a los intereses del colectivo al que se pertenece o a los intereses del colectivo que te ha vendido la moto con los mejores trucos de persuasión y propaganda En el bar, sin ir más lejos, siempre está puesta la 7Tv, emisora que ahora dedica mucho tiempo a Cartagena, casi tanto como el que antes dedicaba al de Murcia, sin que ello tenga nada que ver, imagino, con los respectivos cambios de signo en sus alcaldías. Cuando atiendo un rato a esta televisión, admiro la labor de los redactores de las noticias, porque soy consciente de que la misma cosa se puede contar de muchas maneras, según lo que subrayes, lo que relegues o lo que suprimas. 

Crear opinión es todo un arte digno de las mentes más elevadas, y exige interés (intereses) dedicación, medios y estrategia. Lo ha dicho una diputada de Vox, de cuyo nombre no quiero acordarme: «Tenemos que ser muy astutos, tenemos que dar pequeños pasos atrás en todas las autonomías de España, y ser conscientes de que no podemos pasar del todo a la nada de golpe». Uno agradece que, por ahora, no se reivindique el golpe, aunque confieso que me preocupan las estrategias de dar pasos atrás, cuando aún queda tanto por avanzar hacia adelante, me preocupa la maquinación para el recorte paulatino de derechos, poniendo trabas en los distintos gobiernos que necesitan su apoyo para aprobar presupuestos. 

Todo un arte propagandístico, como digo, pues no se explica que un chaval de escasos 30 años, mientras sus compañeros de mesa repetían aquello de que «el ministro puede tener razón, pero no lo tenía que haber dicho a los ingleses, porque entonces no nos compran carne», aquello de «los protocolos son muy estrictos y está todo muy controlado» o aquello otro de «todos queremos comer carne y queremos que los pobres puedan comerla barata y ahora no queremos macrogranjas», venga él y diga «esto nos pasa por aguantar este Gobierno de comunistas e inútiles, hace falta que vuelva un Franco que mande, sin tantos ministros… cualquier día iba a tener él a uno en silla de ruedas y a estas feminazis…». 

En este punto de la conversación, como habréis adivinado, ya no lo pude resistir y les dije a los de la mesa de al lado: «Perdonadme que me meta en la conversación… ¿queréis que hablemos de los ministros de Franco, por comparar, o de grandes genios en sillas de ruedas?».

Ayer leí un muy interesante artículo del catedrático José Manuel Pérez Tornero, presidente de RTVE y directivo de la Unión Europea de Radiodifusión, que alerta del monopolio de la información: «Cuando el poder mediático reside en apenas unas pocas empresas multinacionales, peligran no solo la pluralidad ideológica, sino la libertad de creación… por eso es necesario que las radiotelevisiones públicas europeas se impliquen en la lucha contra la propaganda de la desinformación y se propongan defender la identidad cultural a través de la soberanía creativa que fomente la esfera pública y favorezca la comprensión, el aprendizaje colectivo, el progreso y la consolidación de la democracia». 

Por desgracia, en las casas de mis vecinos cada vez las bibliotecas son más pequeñas y las televisiones más grandes, mientras cada vez se dedica más tiempo a repetir y compartir, como papagayos, lo que corre por las redes y, pese a lo que se cree, no nace de lo que piensa la gente, sino de lo que se elabora por gente a sueldo de los intereses de partidos, corporaciones y grandes corporaciones. 

Lo peor no es que cada vez haya más macrogranjas que arruinan el medio ambiente, contaminan todos los acuíferos, maltratan a los animales y producen carnes de peor calidad que la de la ganadería extensiva, de ovejas y vacas que pastan en el campo y no están hacinadas en establos de concentración; lo peor es que todas estas macro industrias, lo mismo que pasa con Amazon, son la ruina de miles de negocios familiares, mucho más sostenibles y que daban mucho más empleo. Y sin embargo, ahí está la magia de la propaganda, nos lo venden como modernidad, empleo y mejores precios para beneficio de todos. El beneficio, claro está, se lo llevan unos pocos y la mierda, algún día, la tendremos que limpiar nosotros, si podemos, como en la bahía de Portmán o el Mar Menor. Pero así es la propaganda, una droga dura que nos dan gratis para engancharnos y tenernos controlados.

¿No visteis ayer a nuestro presidente regional López Miras, presentando unas inversiones millonarias e históricas para una revolución turística que se va a hacer en la Comunidad murciana? Yo me he quedado boquiabierto, escuchando las mil maravillas de Jauja. Resulta que se van a emplear 210 millones de euros en diez años, es decir, 21 millones cada año, que es, mira por dónde, exactamente lo mismo que se ha invertido en los últimos años, bastante menos de lo que hacen otras regiones con poblaciones parecidas. Pero la gente, mañana en las cafeterías, estará más contenta que unas pascuas, porque por fin vienen grandes soluciones a lo nuestro. 

¿Arte o artimañas?