La Real y Distinguida Orden Española de Carlos III fue establecida por ese Rey de España el 19 de septiembre de 1771, con el objeto de condecorar a aquellas personas que se hubiesen destacado especialmente por sus buenas acciones en beneficio de España y la Corona.

Pues bien, el Consejo de Ministros aprobaba días pasados la concesión de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III para 23 exministros del Gobierno, entre los que se encuentran siete del Partido Popular, entre otros José Manuel Soria y José Ignacio Wert, catorce del PSOE, como José Luis Ábalos y el efímero titular de Cultura y Deporte, Màxim Huertas, y dos de UP, el silencioso y desaparecido Manuel Castell, que ha dimitido hace poco por motivos de salud y el exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, que fue vicepresidente del país entre 2020 y 2021. Y ciertamente, los casos de Huertas e Iglesias son especialmente llamativos.

Si ustedes recuerdan, Máxin Huertas fue ministro de Cultura y Deporte en el primer Gobierno de Pedro Sánchez, y se vio obligado a dimitir tras estar solamente siete días en el cargo como consecuencia de una información en la que se ponía de manifiesto que en 2017 había sido condenado por defraudar a Hacienda a través de una sociedad que constituyó en el año 2006. O sea, engaña a Hacienda y se le premia, y si a esto unimos que solamente desempeñó el cargo durante siete días, poco tiempo le dio a destacar en eso de «las buenas acciones en beneficio de España y la Corona».

Y hablando de «acciones en beneficio de la Corona». En septiembre de 2020 Pablo Iglesias era vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 (cargo que ocupó desde enero de ese mismo año a marzo de 2021), y ese mes reunía a su Consejo Ciudadano Estatal (máximo órgano entre asambleas de Podemos), con dos objetivos: los Presupuestos sólo serían posibles con los nacionalistas, y sobre todo, endurecer el ataque a la Monarquía en beneficio de la República diciendo cosas como: «Hay que trabajar para avanzar hacia un horizonte republicano que profundice en la democracia española. Trabajar y construir alianzas para avanzar hacia este horizonte republicano tiene que ser una de las tareas políticas fundamentales de Podemos en los próximos tiempos». «Tenemos que ser capaces de entender el momento de crisis en el que se encuentra la Monarquía y el modelo de Estado que ésta encarna. Tener la valentía y audacia de poner sobre la mesa la necesidad de que España avance hacia una nueva República, que la República llegue a la Jefatura del Estado».

Es decir, como quiera que su calidad de vicepresidente le obligaba a mantener las formas con respecto a la monarquía, aprovechaba los actos de su partido para acentuar la campaña de acoso a la Corona, algo que continúa haciendo ahora que está fuera del Gobierno y tiene presencia en los medios de comunicación

Que un republicano, tan republicano como Pablo Iglesias, sea distinguido con una condecoración establecida por un Rey, y cuyo objeto es reconocer, entre otras cosas, a las personas que destaquen especialmente por sus «buenas acciones en beneficio de la Corona» es de difícil comprensión, pero más difícil es entender cómo es posible que este republicano, tan republicano, no renuncie a dicho honor (en su caso debería de ser deshonor), porque que sepamos, hasta ahora el señor Iglesias no ha rehusado dicha distinción, y debería de hacerlo, aunque solo fuese para que aquellos que en algún momento creyeron en la sinceridad de sus palabras, pese a muchas de sus incoherencias, puedan continuar creyendo en él.

Debería de leer al especialista en Terapia Cognitiva Walter Riso: «Eres lo que haces y lo que piensas. Las dos cosas y si no son compatibles, no eres creíble». Pues eso.